Unos 200 alumnos de siete centros diferentes participaron ayer en la primera edición territorial de la Fira STEAMaker, pensada para acercar estudiantes de Primaria y Secundaria a la robótica y la programación.
Se trata de una iniciativa surgida de la colaboración entre el Centre de Recursos Específics de Suport a la Innovació i a la Recerca Educativa del Departament d’Educació (CESIRE) y la empresa Robolot Team, que tuvo en el Campus Educatiu de la Laboral de Tarragona el primer punto de encuentro territorial de los centros del Tarragonès y el Baix Camp.
La Fira STEAMaker surgió el año pasado con una primera edición general en Olot para todos los centros educativos participantes como un gran fórum de alumnos y profesores de institutos y escuelas para compartir proyectos e ideas de robótica, tecnología y programación.
Ayer en Tarragona se reunieron dos centros de la capital, cuatro de Reus y otro de Vila-seca, superando los 200 alumnos participantes.
De entre los centros tarraconenses, la Escola Pax trajo un proyecto relacionado con las donaciones de sangre. En clase trabajaron con una pregunta inicial: «¿La sangre cuesta dinero?», a partir de la cual trataron de detectar los problemas y retos de la donación solidaria y ayudar a las personas con miedo a donar.
«Hemos contado con la experiencia de una experta sanitaria y hemos preparado una donación de sangre en la escuela, lo que sacamos es que ¡la sangre no tiene precio!», explicaban Jan Pérez y Ticiano García, alumnos de 5è d’EP de la Escola Pax.
El Institut Pons d’Icart, a través de la línea de un proyecto de Robolot Team, comprobó empíricamente el gasto de energía y de potencia entre el transporte público y el privado. «Para eso hemos ideado unos robots controlados a distancia y otros que mandan información al ordenador para saber cuanto se gasta», manifestaban Giúlia Alba y Mengfan Zhang, alumnas de 1r de BAT del Pons d’Icart.
Tener impacto en la sociedad
La Fira STEAMaker busca vincular los proyectos de trabajo con los retos del planeta y buscarles soluciones creativas a través de la actitud ‘maker’, es decir, aprender haciéndolo.
«Los alumnos detectan un problema en la sociedad, lo tratan desde varios puntos de vista, relacionan los conceptos y producen el impacto en el entorno y en su aprendizaje», explicaban Elisabet Aznar e Iris Rodríguez, directora y técnica del CESIRE, respectivamente.
El aprendizaje basado en proyectos, el método del CESIRE, permite a los alumnos ser acompañados en los procesos de cambio y mejora de las prácticas de enseñanza.