Tarraco Viva sigue jugando. Durante esta primera semana de actividades, el Festival se centra en la parcela educativa para trasladar la cultura de la Antigua Roma a los más pequeños de la casa.
Y lo hace a través de diferentes vías. Si el lunes era la actividad Viu un dia a Tàrraco! y el martes los Ludi Constantinenses, este jueves tocó jugar como lo hacían los romanos de época en el marco de la jornada Jugar com els nens de Tàrraco, que suma ya su vigesimosexta edición, las mismas que el Festival.
Más de 2.000 niñas y niños de cuarenta centros de todo el Tarragonès le dieron vida al Camp de Mart y a sus jardines durante toda la mañana a través de un total de 140 juegos y actividades preparadas analíticamente por el profesorado miembro del Camp d’Aprenentatge de Tarragona, que organiza la jornada junto al Festival Tarraco Viva.
Una jornada que, realmente, comenzó mucho antes que ayer. Tal y como explica la directora del Camp d’Aprenentatge, Marta Panadès, «el alumnado viene aquí con conocimientos previos sobre la Tarragona romana para que, de esta manera, cuando vengan aquí sepan, más o menos, qué es lo que se encontrarán».
Las pequeñas y los pequeños se metieron de pleno en el papel: llenaron de vida todo el espacio, corretearon, jugaron y, además de todos los puntos de entretenimiento de los que pudieron disfrutar, también asistieron al espectáculo Gladiador, un ofici perillós, interpretado por el grupo cántabro Jano Reconstrucción Histórica.
«Iugula! Iugula!», jaleaban, emulando la expresión verbal que realmente sentenciaba a muerte a los gladiadores –y no con el pulgar hacia abajo, un mito erróneamente extendido–.
Se representaron tres sesiones para tres grupos diferentes, que asistían mientras el resto de alumnos jugaban a los 140 juegos que se repartían por cada rincón de los jardines. Estos pasatiempos se dividieron en ocho grupos según su tipología –motrices, de azar, de intelecto, de reconstrucción, de manualidades...–.
«El alumnado viene aquí con conocimientos previos sobre la Tarragona romana para que, de esta manera, cuando vengan aquí sepan, más o menos, qué es lo que se encontrarán», Marta Panadès, directora del Camp d’Aprenentatge de Tarragona
Cada alumno tenía un ‘pasaporte’ propio y debía practicar al menos un punto de cada tipología: «Lo hacemos de esta forma porque, si no, nos encontrábamos con que había grupos que siempre jugaban a lo mismo», expresa Panadès.
Y es que la variedad es seña de identidad de esta actividad, ya que las decenas y decenas de pasatiempos grecorromanos fueron desde el típico tres en raya –llamado entonces tabula lusoria– hasta el Harpastum, uno de los juegos de pelota más habituales en aquellos años.
La reconstrucción histórica también tuvo cabida: mitos como el de Minerva o el de Medusa y Perseo, leyendas como la del Pont del Diable de Tàrraco... Además, hubo juegos como las damas, el cinco en línea, el yoyó, la peonza, el cara o cruz... Incluso utilizando almendras o nueces, tal y como se hacía entonces, como el juego del Delta.
Las pequeñas y los pequeños también pudieron vestirse de romanas y romanos, simular los juegos con animales, pasearse subidos en un carro, caminar sobre zancos, manufacturar pulseras de cuero y muñecas de ropa, poner los antiguos pañales a muñecos de bebés, batirse en duelo tirando de la cuerda... Una serie de actividades para perderse y para no acabar en tan solo una mañana.
El objetivo es generar un espacio de comunidad para que tanto el alumnado como el profesorado pueda relacionarse entre sí y, de esta manera, acercar la cultura grecorromana a las nuevas generaciones. Por eso, en el marco del programa educativo de Tarraco Viva, más de 3.500 alumnos participan durante esta semana –la primera del Festival– en diversos actos que se llevan a cabo en el territorio.