No hay coches de alquiler, pero sí ha vuelto el turismo que los demanda. Por ello, los precios de la poca oferta que hay se han disparado. Con la llegada de la Covid, las empresas del sector se vieron obligadas a vender parte de su flota para sobrevivir ante la falta de visitantes, con la idea de volver a comprar vehículos cuando la situación mejorara. Y mejoró, pero se encontraron entonces con que no había coches, principalmente por la crisis de los semiconductores que frenó la producción por parte de los fabricantes.
Así las cosas, el coste medio de alquilar un coche una semana en España ha pasado de los 140 a los 422 en tan solo un año. Y la cifra todavía es más alarmante en Tarragona, donde llega a los 503 euros, situándose como la cuarta ciudad española donde sale más caro, según el ranking elaborado por la plataforma Rastreator.com. Por delante solo están Cádiz (584 euros), Almería (554 euros) y Palma de Mallorca (505 euros).
Pese a que la problemática de la escasez de coches afecta a todo el país, hay dos posibles respuestas al hecho que en Tarragona supere de mucho la media nacional. Una respuestas que pone sobre la mesa Pilar Bellot, presidenta de la Associació Empresarial de Lloguer de Vehicles Sense Conductor de Catalunya (AVEAC). Calcula que las empresas del sector tienen entre un 20 y un 40% menos de flota respecto al 2019, y señala que en aquellas ciudades con compañías que en su momento vendieran más activos o que los hayan repuesto en menor medida, los precios serán más altos. «Puede ser que las empresas de alquiler de coches de Tarragona tengan menos oferta y, por lo tanto, suban el valor para tener una mayor rentabilidad, sostiene Bellot.
Por otro lado, destaca que el principal cliente de los coches de alquiler en la Costa Daurada era el mercado ruso, que ya no viene, y que con su gran poder adquisitivo demandaba vehículos de alta gama. «Otro posible motivo de que en Tarragona sea tan caro es que las empresas se hayan quedado con estos coches buenos que cuestan dinero», añade la presidenta de la patronal.
Pero más allá de que en unas ciudades sea más caro que en otras, Bellot insiste en que los precios elevados afectan todo el sector. «Todo empezó con la pandemia, cuando sin actividad las empresas se vieron obligadas a vender parte de su flota para tener liquidez. Entonces llega septiembre de 2022 y empieza la crisis de los semiconductores debido a que muchas fábricas de China cierran por la pandemia, que también pasa factura a las fábricas de coches, muchas de las cuales también bajan la persiana», recuerda Bellot, que añade que «además, con el colapso del Canal de Suez se ralentiza alrededor de tres meses la llegada de los pocos chips que se producen».
Pero el problema no acaba aquí. En febrero de 2022 estalla la guerra en Ucrania, «y tanto Ucrania como Rusia son suministradores de importantes materiales para la fabricación de coches», recuerda la presidenta de AVEAC. Paralelamente, los fabricantes cada vez destinan más tiempo y recursos a la producción de coches eléctricos, destaca Ballot, que lamenta que además, ante esta situación, las empresas de vehículos de alquiler han dejado de ser un cliente prioritario, «pues con nosotros tenían unos márgenes de beneficio bajos, porque comprábamos mucho y teníamos descuentos, y vendiendo al particular obtienen más rentabilidad».
«Todo esto junto ha provocado que tengamos muy pocos vehículos en un momento de recuperación del turismo y, con ello, de un gran aumento de la demanda de coches de alquiler», afirma Bellot, que no obstante defiende que «a nosotros los pocos que hemos podido comprar nos han salido un 30% más caros pero solo estamos repercutiendo a los clientes una subida del 20% de las tarifas». En este sentido remarca que «quizás la semana del 15 de agosto el coste se dispara un 300%, pero son momentos puntales de las vacaciones, no algo habitual».
Por otro lado, alerta que el mercado de coches de segunda mano también quedará vacío, porque hasta el momento se abastecía de los recambios de las flotas de las compañías de alquiler, que se realizaban cada seis meses y ahora tardarán un año y medio o dos en producirse».
Con todo, la representante del sector celebra que «estamos muy contentos porque este verano estamos trabajando mucho y parece que la temporada de vacaciones se desestacionalizará». Asimismo, sostiene que la situación avanzará según evolucione la crisis de los semiconductores –se espera que llegue a su fin este 2022– y recomienda que «el que quiera alquilar un coche que lo reserve con tiempo, o lo pagará caro».
De hecho, la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ya recomendó en mayo que quien quisiera alquilar un coche anticipara la reserva. «Muchas compañías ofrecen políticas de cancelación flexible, sin cargos hasta dos días antes del comienzo previsto del alquiler, especialmente cuando se contrata a través de la página web. En cualquier caso, antes de contratar nada, es más que aconsejable comparar precios entre distintas compañías (hay comparadores on line que facilitan la tarea) y solicitar el precontrato básico de alquiler, con sus cláusulas y excepciones», señalaban en un comunicado. Asimismo, la organización aseguraba que «a la hora de elegir una póliza, no se puede obligar a ampliar la cobertura básica del seguro obligatorio. Aunque puede ser recomendable, ya que un 7% de los usuarios advierte de accidentes o incidencias durante el uso del coche.
El sector turístico, tranquilo
Ciertamente, esta situación de precios desorbitados hubiera podido ser una preocupación para el sector turístico de Tarragona y la Costa Daurada, pues el coste de moverse por la zona si no se dispone de vehículo particular es muy caro actualmente, teniendo en cuenta también el precio de los taxis en la provincia. No obstante, el sector se muestra tranquilo por varios motivos. Por un lado, porque el cliente que demandaba coches de alquiler era principalmente el ruso, que debido al conflicto bélico no ha venido este verano. Por otro lado, el británico se va directo a su alojamiento a su llegada a Reus y no se mueve mucho de la zona de Salou y la Pineda. Finalmente, los turistas nacionales, franceses, belgas, alemanes y holandeses suelen venir con su propio coche, caravana o furgoneta, con lo que no les afecta el encarecimiento de los vehículos de alquiler.
«Seria preocupante si hubiera turismo ruso, que venía con touroperador y era más inquieto, se iba al Priorat o a Montserrat, mientras que el británico también viene en avión pero no se mueve», asegura Xavier Guardià, portavoz de la Federació d’Empresaris d’Hostaleria i Turisme (FEHT).