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Sant Roc, líbranos de la peste, del fuego... Y de olvidarnos de la fiesta

A cañonazos, como manda la tradición, han arrancado las fiestas del Còs del Bou que llegan a sus 180 años. En un barrio que poco a poco se va despoblando, conseguir que sigan tan vivas se antoja toda una proeza

14 agosto 2024 21:54 | Actualizado a 15 agosto 2024 00:32
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Sílvia Ferreres, que siempre ha vivido en Cós del Bou y es una de las organizadoras de las fiestas de Sant Roc, reconoce con pesar que la calle y sus alrededores hace ya un tiempo que se han ido despoblando de vecinos para dar paso a pisos turísticos «y tiendas de imanes» (souvenirs).

En ese contexto llama más la atención, si cabe, no solo que las fiestas sigan vivas (esta edición llegan a los 180 años) sino que el conjunto de la ciudad las sienta tan suyas. Para comprobarlo bastaba ver como de abarrotada se encontraba esta tarde la calle esperando el cañonazo que anunciara el arranque. Muchas eran familias con niños venidas expresamente desde otros puntos de la ciudad.

A las seis en punto estallaba el primer disparo. Y es que sí, el barrio tiene su propio cañón. Ferreres cuenta que el artilugio es de principios del siglo XX y aunque es uno de los elementos característicos de las fiestas tiene un antecedente trágico. Era de una pirotecnia de Reus que lo solía alquilar a los vecinos. Los dueños de la pirotecnia murieron en un grave accidente y el barrio heredó el cañón.

Entre disparo y disparo

Y vaya si le han sacado provecho al cañón. Quienes esperaban expresamente las fiestas sabían a qué atenerse (había algunos niños con cascos protectores para los oídos) pero más divertido ha sido ver cómo pillaban por sorpresa a quienes se encontraban en la Plaça de la Font o la Rambla Nova. Más de un turista saltaba con el ruido para acto seguido quedarse embobado viendo el pasacalles.

He aquí otro de los elementos que da solera a las fiestas: los Gegants Vells . Se llaman así porque el Ayuntamiento de Tarragona los mandó construir y luego, cuando encargó unos nuevos no sabía que hacer con los viejos, así que el barrio no solo se los quedó sino que los ha cuidado hasta estos días.

El año que viene cumplirán 200 años y son los gigantes más antiguos de Catalunya cuyas piezas originales salen en pasacalles. Para llegar hasta aquí han tenido no pocas vicisitudes teniendo en cuenta, por ejemplo, que durante la Guerra Civil y la dictadura sobrevivieron escondidos en el altillo de una casa.

Los cañonazos han pillado despistado a más de un turista que se ha quedó embobado al pasacalles

Los gigantes tienen, además, sus réplicas pequeñas. Los encargados de portar los Gegants Vells Petits son los niños de la escuela de El Miracle.

Es un ejemplo del espíritu que ha traído hasta aquí las fiestas. Había la intención de construir las figuras pero no había niños en el barrio que las llevaran. Así surgió el convenio con la asociación de familias de la escuela que enseguida se puso manos a la obra. Los jóvenes portantes han estado ensayando dos días a la semana desde Semana Santa y ayer era una buena colla mayoritariamente de niñas.

Los Gegants Vells, patrimonio del barrio, cumplen 200 años
el año que viene

A Alexia Franch, una de las primeras en llevarlos y que ahora se encarga de ayudar a los portantes le brillan los ojos cuando recuerda los ensayos con los portadores mayores y la primera vez que se metió dentro. A su lado algunas de las portadoras actuales relatan su experiencia ante la mirada atenta de los más pequeños que esperan a que llegue su día porque, por tamaño y fuerza el trabajo lo hacen los alumnos de quinto y sexto.

El pregón ha corrido a cargo de Xavi Mejuto de Itínere, guía turístico y antiguo vecino del barrio quien ha ofrecido una clase magistral desde el origen geológico mismo del terreno mismo sobre el que está asentada la ciudad hasta nuestros días.

Calle de la juerga

Por el camino ha recordad como las fiestas de Sant Roc comenzaron a celebrarse cuando Tarragona no tenía ni Rambla Nova. Eso sí, a juzgar por los antecedentes en esta calle la juerga ha sido una constante. En la ciudad medieval fue calle de hostaleros y taberneros y su nombre se lo debe a las corridas de toros.

Para terminar ha dado las gracias a Sant Roc por librarnos de ‘la peste i el foc’ (la peste y el fuego). Puestos a pedirle no estaría de más implorarle al santo que no nos conserve también las fiestas.

Mañana y pasado siguen las actividades todo el día. Mañana a las 19,30 h toca diada castellera.

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