La procesión de Sant Magí se echaba de menos después de la suspensión de los actos festivos del año pasado. Tantas eran las ganas de volver a salir a la calle y despedir al copatrón de Tarragona como se merece, que muchos ya estaban media hora antes en la Plaça de la Font esperando a que llegasen los acompañantes en el recorrido del santo. Los más pequeños, que ya disfrutaron del Seguici Popular la tarde anterior, se les veía entusiasmados cuando los padres y madres les decían que los gegants estaban ya a punto de llegar.
Los primeros en plantarse en la plaza del ayuntamiento fueron precisamente ellos, los gegants, y poco después el Magí de les Timbales, que se hacía oír desde lejos, haciendo sonar sus tambores. Los niños posaban ante las cámaras de sus padres en la típica fotografía encima del caballo de este personaje del Seguici de Tarragona.
A las siete en punto, los gegants Negritos, Moros y Vells, los nanos, els balls de bastons y la Banda Unió Musical de Tarragona junto con el alcalde y los concejales, escoltados por la Guàrdia Urbana, salieron a paso firme en busca de Sant Magí, que les esperaba en la capilla situada en el Portal del Carro. Los Portants de l’Aigua, que la tarde anterior habían llegado con el agua milagrosa desde Sant Magí de la Brufaganya, también acompañaron al santo.
En la calle Mercería, la familia Domènech guardaba sitio desde hacía rato para ver pasar la esperada procesión. «Venimos cada año, pero éste es especial, ya que el año pasado nos quedamos sin poderlo ver y porque mi nieto pequeño ha vivido por primera vez unos días sagrados para todos nosotros, como son las fiestas y la procesión de Sant Magí», comentaba Joan, el abuelo de la familia.
Acostumbrados a pasar muchísimo calor durante la procesión de otros años, la temperatura de ayer no superó los treinta grados, junto con un aire bastante agradable que corría y hacía más llevadera esta tarde de agosto. Aún así, muchos no se resistieron a sacar sus abanicos y las botellas de agua para ir refrescándose.
Más puntuales que nunca, a las ocho y media empezaron a sonar los fuegos pirotécnicos, a cargo de la Pirotècnia Igual de Canyelles, del Garraf, que anunciaron a toda la ciudad con sus estruendos petardos la despedida del copatrón, que poco a poco iba alejándose y entrando a la capilla.
Antes de eso, muchas personas ya estaban en el Portal del Carro esperando su llegada. Algunas de ellas hacían cola para encender las tradicionales velas rojas en la entrada de la capilla. Las colles castelleres de Tarragona también quisieron recibir al santo a lo grande. La Colla Jove y los Xiquets de Tarragona hicieron un pilar de cinco cada uno, la colla Sant Pere i Sant Pau dos pilares de cuatro y los del Serrallo otro pilar de cuatro.
Pirotecnia
Después de la pirotecnia llegaron los pilars caminant. Las caras de sorpresa en los turistas y la emoción de los tarraconenses acompañó a unos pilares espléndidos. Una vez se le dijo adiós a Sant Magí, sus acompañantes del Seguici volvieron de nuevo hacia la Plaça de la Font donde, después de más de dos horas de pasacalles, acabó esta procesión tan echada en falta por los tarraconenses desde el año pasado. Allí se quedaron un rato más todos ellos, para lucirse un poco más antes de volver a la Casa de la Festa y descansar hasta dentro de un mes.
Mientras, los más nostálgicos se hacían las últimas fotos con los gegants y nanos para despedirse de ellos hasta Santa Tecla, otros iban dirección a la Rambla Nova, donde a las nueve de la noche empezó la tradicional ballada de sardanas de Sant Magí. Todo ello puso punto y final a casi una semana de bailes, de música, petardos, castells, remullades, etc. Lo típico en las fiestas de Sant Magí y que con tantas ganas se ha recibido en esta ocasión, ya que muchos tarraconenses necesitaban volver a disfrutar de ellas y dejar atrás el mal sabor de boca que se quedó entre toda la ciudadanía el año pasado, con la cancelación de los actos de Sant Magí tras los atentados de Cambrils y Barcelona.
Un «Visca Sant Magí, visca Tarragona» cerró estos días de diversión en la ciudad.