La pandemia ha puesto de manifiesto la necesidad de espacios abiertos de calidad, accesibles cerca de casa. En Tarragona, más allá de las playas, esta afluencia se ha trasladado en el Parc Ecohistòric del Pont del Diable, un emplazamiento que muchos tarraconenses tenían olvidado y que en los últimos meses ha registrado una gran concurrencia de visitantes. Tal es así que hay quien ya empieza a hablar de «colapso» y de «saturación». Unos adjetivos que quien los utiliza es Eduardo Soler, socio de la empresa Limonium, que se encarga de la gestión de esta finca, propiedad del Ayuntamiento.
Por el momento, esta elevada concurrencia tan solo se ha vivido en jornadas «puntuales» como la Semana Santa o en algunos fines de semana. «Hay días como el domingo en el que hubo momentos con más de 120 personas en la parte de arriba del puente. Ni medidas Covid ni nada», argumenta Soler. Asimismo, los responsables de la gestión de este emplazamiento aseguran que el incremento de visitantes ha puesto de manifiesto unos déficits, que vienen de muchos años en los que no se hicieron las inversiones necesarias. Y uno de los problemas es que no hay una regulación para la conviviencia entre las diferentes actividades. «Viene mucha gente, que hace un uso muy distinto y que muchas veces no todos son compatibles entre ellos», argumenta Soler.
Centraliza una parte de este problema en las bicicletas que cruzan la finca para adentrarse en los caminos de la Anella Verda. «Muchas van a toda pastilla y estamos hartos de apartar bicis aparcadas en el monumento o que pasan por el canal romano», indica. La degradación de algunos senderos más próximos al acueducto ya es una realidad. Por lo que alertan de que «se está filtrando el agua y puede contribuir a degradar el puente».
Limonium pide que se hagan actuaciones decididas para «ordenar la accesibilidad». Y esto pasa por cortar algunos caminos y reconducir los usuarios, indicando en la entrada de la finca aquellas actividades que están permitidas y las que no. De hecho, este mismo fin de semana se vivió una situación completamente insólita. Fue el lunes, cuando hubo dos jóvenes que estuvieron un rato hablando en los pies del monumento y que, tras un rato de observación, sacaron las cuerdas y los arneses y se pusieron a escalar. Una situación que fue comunicada a la Guàrdia Urbana, pero que se quedó sin más. Sí que lo fotografió una persona que estaba allí de paseo y lo publicó en Twitter. Sin embargo, nada impidió que estos dos jóvenes pudieran continuar con su propósito. «Nuestra función no es controlar la finca, ya hemos tenido algunos problemas con la gente cuando está llena la zona de picnic», indica Soler.
La mejora de la señalización y la ampliación del aparcamiento son dos de los principales problemas que ahora mismo están encima de la mesa. Limonium defiende que se amplíe la superficie para que puedan aparcar los vehículos y que se coloque un sistema de pago, que evitaría los actos de vandalismo, que asegura son constantes. Sin embargo, de momento no se ha puesto hilo en la aguja.
Desde que en 2013 Limonium se hizo cargo de la concesión, las relaciones entre la concesionaria y el Ayuntamiento no han sido del todo buenas. Los compromisos que se adquirieron no se cumplieron por ninguna de las partes y el proyecto que tenía que desarrollarse entorno a esta finca se ha ido posponiendo a la espera de que se hicieran las actuaciones necesarias. Sin embargo, la empresa asegura que la situación ha cambiado con el equipo de gobierno actual. «Hemos recibido mucha más atención, pero ahora mismo nos toca ser muy humildes, porque la parte económica ha sido ruinosa, durante todos estos años y queremos que nos demuestren el nivel de ambición que tienen», argumenta Soler. Este asegura que la fase actual es de «discusión constructiva», un debate que se ha abierto con todas las áreas del Ayuntamiento involucrados en los diferentes aspectos vinculados con la finca, entre los que se incluye patrimonio, educación, espacios públicos y medio ambiente. El liderazgo lo ejerce este último departamento, que ha destinado a una persona de su equipo que prácticamente se dedica en exclusiva al Pont del Diable.
El concejal de Territori, Xavier Puig, pone en valor que ha habido un cambio en la «gobernanza» y que esto se ha traducido en las primeras intervenciones de mejora. «Es un espacio con un valor de punto de encuentro muy importante y que presentaba unas carencias muy grandes que no podíamos permitirnos», afirma.
Se habilitó la parada de autobús en el acceso y se han iniciado las primeras acciones de gestión forestal, con un plan de ocupación con dieciocho personas. Con todo, el Ayuntamiento calcula que ha invertido unos 400.000 euros en este sentido.
Puig también asegura que «se está trabajando» en la renovación de la cartelería. En cambio, el Ayuntamiento no contempla que el aparcamiento sea de pago. «Siempre estamos abiertos al estudio y a la reflexión, pero por ahora pesa más el carácter público de la accesibilidad», asegura. En cuanto al plan de usos, el edil republicano avanza que «primero toca trabajar en la infraestructura». Y, en este sentido, ya se ha empezado a abordar la creación de una red de caminos que puede contribuir a canalizar las distintas actividades en diferentes itinerarios que hagan compatible la convivencia.
De momento, el Pont del Diable acaba de estrenar una Aula de Natura, un espacio que es un anticipo del centro de interpretación y que permitirá disponer de un espacio resguardado para realizar actividades educativas y divulgativas, más allá de los eventos culturales que se han programado en el último año y que se prevé que sigan.