Era el 8 de enero de 1992. Dos terroristas, Fernando Díez Torres y José Luis Urrusolo Sistiaga, ametrallaron al responsable del sector militar aéreo del aeropuerto del Prat, el comandante tortosino Arturo Anguera, que falleció en el hospital. Los terroristas fueron condenados por el asesinato en 1995 y 2002, respectivamente. Ya están en libertad. Anguera tenía 50 años y dejó viuda, Roser, y tres hijas, Roser (21 años), Blanca (18) y Eliana (16). Un cuarto de siglo después, Eliana explica sus vivencias de estos años.
¿Qué sintió al oír que por fin se disuelve ETA?
Tuve un sentimiento agridulce. Por un lado alegría, porque significaba que nunca más habría un asesinato absurdo y en vano, que ninguna familia más sufriría ni pasaría por lo que nosotras hemos pasado; pero, por otro lado, tristeza, ya que llega tarde para mi padre. ETA nunca debió existir.
¿Qué opina del comunicado de ETA en que pide perdón a las «víctimas inocentes»?
Conozco y estoy en contacto con muchas otras víctimas del terrorismo, y todas opinamos que es una ofensa, ya que todas somos víctimas inocentes. El término «conflicto» es una terminología utilizada por ETA para justificar sus actos violentos. Ninguno de los asesinados era parte del «conflicto», porque el «conflicto» solo ha existido dentro de la cabeza de los asesinos. Nadie, por el hecho de llevar un uniforme o una cazadora, está dentro o fuera de una guerra unilateral.
¿Y ahora qué hacer? ¿Acercar los presos a Euskadi?
Esas decisiones las dejo para quien deba tomarlas. A mi poco me importa ya eso. Como dice mi madre, «sus familiares pueden ir a verlos a la cárcel, y nosotros ya no».
¿Cómo era su padre?
Mi padre era una persona excepcional. Muy buen padre, siempre dispuesto a ayudarnos y con un gran sentido del humor. Lo recuerdo siempre alegre. Le encantaba su trabajo, que era volar. Por eso se metió en el ejército, que le ofreció la posibilidad de tener la mejor formación como piloto. Y fíjate, por el hecho de tener que llevar un uniforme azul le mataron. Cada víctima podría explicarte las razones por las que fueron asesinadas. Todas carecen de sentido.
Era muy aficionado al excursionismo y solía ir a los Ports.
A mi padre le encantaban la aventura, la acción, la montaña, estar en familia, disfrutar debajo de un árbol de largas charlas con amigos y familiares… Era una persona llena de vitalidad. Le encantaba disfrutar de las cosas más simples e importantes de la vida.
«No puedo perdonar a quienes han matado a mi padre. Ni perdono ni acepto su perdón. El fin de ETA llega tarde para mi padre»Solía volar sobre Tortosa cuando hacía prácticas.
Era un enamorado de Tortosa, de su tierra, de sus orígenes y de su familia. Cuando tenían maniobras de vuelo siempre pedía permiso para hacer una pasada por Tortosa, para hacer un ‘saludo’ a su familia (aunque solo pocas veces le daban permiso, ¡claro!). Mucha gente recuerda sus pasadas de vuelo por Tortosa. Hay mucha leyenda sobre eso. (Ríe)
Amaba el ejército.
Yo no lo definiría así. Él amaba ayudar a los demás y volar. Y justamente, el ejército aunaba esas dos cosas que más le llenaban. Varias veces le llamaron de grandes compañías aéreas para que fuera piloto de aerolíneas, pero siempre lo rechazó. Tenía vocación de entrega y servicio
¿Cómo se enteró usted del atentado?
Los primeros momentos fueron muy confusos, pero vino el general jefe del Sector Aéreo de Barcelona a casa a notificárnoslo en persona. Debo agradecer la grandísima ayuda y soporte que siempre ha tenido el ejército con todas nosotras durante todos estos años. Realmente son personas con honor y entrega, excepcionales, leales. No puedo decir lo mismo de los políticos.
¿Cómo ha superado ese dolor, si es que lo ha superado?
Nosotras hemos podido superar el dolor; ese dolor inmenso de pérdida, de rabia, de odio, de injusticia… Pero siempre te queda de fondo una herida. Una herida que vuelve a doler con cada atentado, antes de ETA, y ahora de los yihadistas. Porque vuelves a conectar con ese dolor que ahora les toca injustamente a otras familias. Y parece que estamos aún lejos de que pueda desaparecer del todo esa herida, tristemente
¿Odia a los terroristas?
¡No! Los primeros años los odiaba profundamente, como es lógico. Pero para superar tu dolor tienes que dejar de odiar. Es el primer paso para tu recuperación.
«Mi padre era un enamorado de Tortosa.Cuando tenía maniobras de vuelo siempre pedía permiso para hacer una pasada sobre la ciudad»¿Les perdona?
¡No! ¡No puedo perdonar a quien ha matado a mi padre! Ni les perdono ni acepto su perdón!
Los dos asesinos de su padre (Fernando Díaz Torres y José Luis Urrusolo Sistiaga) ya han salido de prisión. ¿Cómo se sintió al enterarse?
Me sentí mal, porque pienso que no han pagado por todo el daño que han hecho. Urrusolo fue condenado a 449 años de cárcel por haber asesinado a 16 personas y haber secuestrado a otras dos. Y sólo ha cumplido 19 años de cárcel por todo ese historial sangriento. Ahora ya está en su casa, disfrutando de su libertad con toda su familia.
Han rendido varios homenajes a su padre.
El Ejército ha hecho numerosos homenajes a mi padre y a otros compañeros que murieron en acto de servicio. El nombre de mi padre y otras víctimas militares catalanas están grabadas en una placa de mármol en el paseo marítimo de Barcelona. El último homenaje se lo hicieron el año pasado, después de 25 años.
En uno de esos homenajes, su madre, Roser, dijo que había intentado que sus tres hijas creciesen sin rencor.
Mi madre también es una gran persona. Gracias al amor y dedicación a sus hijas hemos podido superar juntas el odio y transformarlo en algo más soportable. Con el tiempo y su ejemplo, hemos logrado aceptar el dolor.
Su Tortosa natal le ha dedicado una calle a su padre.
Sí. Es la calle donde vivió toda su infancia. Está en el centro, junto a un parque. Tuvieron el detalle de cambiar el nombre. Fue muy bonito. El día que pusieron la placa vino toda Tortosa, el ejército, gente de Madrid, Valencia, Sevilla... (los destinos por donde pasó mi padre). Donde iba mi padre hacía amigos. Era muy querido.