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Óscar Cornejo: La historia tras el adiós de Sálvame «Sin Tarragona me habría vuelto loco»

El cierre de ‘Sálvame’, repentino, acabó con el programa líder de la televisión durante diez años. Un fenómeno cultural y social. Su creador explica ahora por qué

10 noviembre 2024 07:37 | Actualizado a 11 noviembre 2024 17:02
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La excusa fácil sería decir que el protagonista de esta charla es de Bonavista, de Tarragona. Pero eso no sería decir la verdad. Al menos, no toda. La excusa real es el morbo. El morbo del ídolo caído. Hablamos del productor de televisión más importante de los últimos quince años en España. Hablamos de audiencias del 16%. Hablamos de horas y horas de televisión en directo, de momentos que están en la retina de todos. De escándalos, acusaciones, insultos. De emociones, llantos y risas. Óscar Cornejo y su socio Adrián Madrid han creado un modelo de televisión que ha marcado una época.

Y de repente, el silencio. Esta es una entrevista llena de silencios. De no-dichos. De “esto mejor me lo callo”. El vértigo tras una despedida fulgurante, la cancelación del programa en directo y la venta de la productora La Fábrica de la Tele. Todo en pocas semanas. De repente, la nada. El vacío. Parece que ya nadie se acuerda de ellos. Nadie quiere saber de ellos.

Quien los creía acabados no conoce ni a Óscar ni a Adrián. Ni de qué pasta estamos hechas las personas. El ave Fénix. Ulises regresando a Ítaca. No hay nada más interesante que un héroe en horas bajas. Porque si bien la gloria sólo está al alcance de algunos, la soledad, la rabia y la desolación está al alcance de todos.

¿Por qué esta entrevista? Porque Óscar Cornejo es de Bonavista, de Tarragona. Sí. Pero sobre todo porque Óscar Cornejo tiene una historia que contar. Una historia vieja como el mundo. Una historia que es la historia de todos. La de sobrevivir y continuar viviendo para contarlo todo.

Aparece Óscar Cornejo: «Vamos a mi despacho, aunque llamarlo despacho es una hipérbole».

La idea es conversar..

A ver, que yo tiendo a ser bocas...

Pues no he encontrado muchas entrevistas tuyas...

Mientras hemos estado bajo el paraguas de Mediaset no abríamos el pico, porque la comunicación la llevaba Mediaset. Cuando hemos salido, en esas circunstancias en las que salimos, quizás no era muy aconsejable decir todo lo que se te pasaba por la cabeza, porque después uno se arrepiente y porque no era el momento.

Quizás ahora es más fácil. Nosotros podemos hacer esta entrevista, que no sé si otros medios grandes podrían hacer.

Desde luego. Otros medios es imposible, con los cincuenta mil intereses que hay. Que si las participaciones de uno y las de otro... También te digo una cosa, a nosotros nos han pedido entrevistas de todos los medios y hemos dicho que no.

¿Y por qué a nosotros sí?

Porque sois el Diari de Tarragona.

Ahora me has tocado...

¡Bueno, es que es así!

¿Sí?

Nunca llamásteis a la puerta.

¿Nunca?

No.

Adrián interviene: «Pero tú no sabes cómo es este, que le llamamos el Platón de Tarragona. Se pasa el día que si Tarragona por aquí, Tarragona por allá. ¡No veas!

No me lo puedo creer...

Es que nosotros somos muy de barrio. Él de un barrio de Zamora y yo, de Bonavista. Y ya ves ahora aquí en el barrio haciendo tele. Mira... salgamos al balcón. Me encanta esta vista, el descampado, las vecinas. Todo está aquí. Se te bajan todos los humos que puedas tener viendo esto...

Efectivamente, la distancia del salón desde el que graba el programa hasta la calle son apenas unos metros.

Cómo va la herida ¿duele?

«Cuando salimos no era muy aconsejable decir lo que se te pasaba por la cabeza, porque después uno se arrepiente y no era el momento»

Duele menos.

¿Tenéis pactado no hablar de determinadas cosas?

No, no. Es por pura prudencia. Por protegerse a uno mismo porque es verdad que cada cosa que decimos acaba siendo utilizada como un arma arrojadiza contra alguien y eso tampoco es nuestra intención. Hay una parte importantísima de lo sucedido que es pública y creo que es suficiente para intuir lo que no es público y lo que hay detrás. Seguramente habría alguna sorpresa con movimientos y cosas que sucedieron en los meses previos, que son como para volverte paranoico y para que te estalle la cabeza, pero creo que ya pasó.

¿Vuestra salida de Mediaset fue una maniobra política?

Yo no sé si lo sucedido responde o no a una maniobra política o a movimientos de ciertos lobis, no lo sé. Lo que sí es seguro, y eso era evidente, que la televisión que nosotros hemos hecho y seguimos haciendo, es incómoda para algunos. Pero que sea incómoda no necesariamente significa que vaya a orquestarse una maniobra.

¿Sería posible Sálvame en 2024?

Te entiendo, pero nosotros hemos arrancado o, mejor dicho, hemos continuado esa semilla que dejó Sálvame reinventándonos con otra fórmula que es Ni que fuéramos Shhh. Y el público ha respondido. Absolutamente. Porque Sálvame no lo quitó el público.

¿Quién lo quitó?

...

¿Una decisión empresarial?

Fue una decisión empresarial. Los motivos que les llevaron a tomar esa decisión no los sé. La empresa toma las decisiones que considera más oportunas. No sé cuáles son. Se ha escrito mucho, pero a nosotros ellos no nos las dieron. No nos dijeron nada. Nos enteramos por la prensa. Nos enteramos del final del programa en medio de un directo. Y con un titular que hablaba de “Mediaset se quita de encima la telebasura”, más o menos. No ocurre porque sí que tú te enteres de esta manera después de toda una vida en Mediaset. Yo empecé de cámara de informativos en horario de fin de semana. Toda mi carrera la he hecho allí. Y de repente, la relación acaba...

¿La salida de Paolo Vasile es un factor determinante?

Sí.

¿Ejercía de protector?

Absolutamente. Él era la persona que más confiaba en nosotros, quien más nos ha exigido. Me atrevo a decir que nos exigía más que a nadie por afecto personal, pero sobre todo por la admiración profesional. Quería sacar lo mejor de nosotros y nos exigía más que a nadie. O nuestras producciones iban bien a la primera o... si flojeaban no le temblaba el pulso, las levantaba inmediatamente. Eso no sucedía con otras. Él era nuestro relaciones públicas, nuestro jefe de prensa. Nuestro ministro de exteriores, porque nosotros sólo estábamos en la televisión, sólo hacíamos televisión. Nunca nos relacionamos con el resto del sector, ni con ningún partido.

¿Nunca os invitaron al Palco del Bernabéu?

No teníamos ese tipo de relaciones. Yo no conocía a nadie en la clase política. A nadie. Y eso que me casé con un político. Pero eso era en mi vida personal. Mi única relación con la política ha sido a través de mi esfera personal. Con Jaume (Collboni, alcalde de Barcelona). Y con el resto de productores y de productoras. Todo el mundo te conoce y tú no conoces a nadie. Al principio daba vértigo.

¿Y ahora?

Poco a poco, el vértigo se ha transformado en ilusión, en todo un mundo nuevo por descubrir y empezar de nuevo. Creo que eso nos ha ayudado a transitar este duelo, este luto muy desagradable, muy duro, que te golpea en todos los ámbitos de tu vida porque no es solo el profesional, también en el personal y porque en esta...

$!Óscar Cornejo, en el despacho de su productora en Madrid. FOTO: MCG

¿... travesía del desierto?

... prefiero llamarla reinvención. Yo he vivido grandísimas decepciones personales, gente que ha desaparecido de repente. Es como muy de manual, del manual del que has hablado, pero yo nunca lo había vivido. Tampoco quiero ser pretencioso, pero éramos la productora más importante de este país, la que más horas de tele producía a la semana, que es una burrada. Estamos hablando de entre 45 y 50 horas de directos semanales en distintos canales, de 300 trabajadores directos.

Un auténtico monstruo.

Para nosotros ese peso era insoportable porque Adrián y yo seguíamos haciendo lo mismo que cuando estábamos en Aquí hay Tomate. Yo aún sigo escribiendo guiones con mi ordenador, me pongo a dirigir programas, a hacer vídeos o llamadas de producción. Lo mismo que cuando éramos 300. Lo mismo. Pero claro, el volumen era un poco insoportable. La verdad es que cuando ocurre todo también hay una parte de liberación. Tras el vértigo, te asfixias, pero de repente coges aire, ocurren muchísimas cosas. Es como estar en un Dragon Khan. Siento que tiene que pasar más tiempo para recolocar muchas piezas, también en lo emocional.

¿Aún duele?

Antes te he dicho que ya no. Pero quiero matizarlo: duele menos, pero ese menos quiere decir menos veces. Porque cuando duele sigue doliendo con la misma intensidad. Por eso creo que tiene que pasar un poco más de tiempo. Pero doler, dolerá siempre.

El dolor forma parte de la vida.

Sí, pero esto también es muy manual de autoayuda (risas). No te puedes quedar enganchado a ese dolor. Si todo lo que nos ha pasado es de manual...

Dime algo positivo de todo lo que ha ocurrido.

Nos ha permitido volver al barrio. O sea, volver a los orígenes y replanteárnoslo todo. Todo.

Tú vienes de un barrio.

Ahora todo el mundo habla de la película El 47. Yo fui a verla y todavía estoy llorando. Para mí representa muchas cosas por mis orígenes, porque al final está contando la historia de mis padres y de mi barrio, la historia de mi ciudad. En realidad, cuenta la historia de Bonavista, de las chabolas en el río Francolí, del movimiento y de la lucha vecinal en la Tarragona de los años 70, de los años 80. Lo pienso mucho. El 47 cuenta la historia de un acto de disidencia pacífica y de movimiento vecinal. El programa es un acto de disidencia pacífica y de movimiento vecinal, pero en la tele. Parece una tontería, ¿eh?

No, no.

«Nos hemos reinventado con ‘Ni que fuéramos Shhh’. Y el público ha respondido. Porque a ‘Sálvame’ no lo quitó el público»

Aquí estamos conectados de verdad con el barrio. Hemos hecho un plató con las ventanas y nos reivindicamos como televisión de barrio. Desde aquí vemos el barrio, los niños jugando en este descampado, las vecinas... Solo nos falta tirar el cesto con una cuerda...

¿Crees que esa sensibilidad ha permitido que el tipo de programas que hacéis sean tan populares entre las clases económicamente más vulnerables?

La gente puede pensar que a la clase trabajadora —porque eso es lo que son, la clase que lo pasa peor— cualquier cosa le va. Pues no. Son ultra exigentes. Y hay que tenerles muchísimo respeto. No se puede hacer televisión pensando que la gente es tonta. Es verdad que la televisión te pone una distancia. Pero creo que en estos momentos la televisión habla de la calle, pero desde la distancia, desde la superioridad moral. Desde cierta altivez. Sálvame siempre fue el tipo de televisión que tenía mucha conexión directa con la calle, de mirar a la calle de tú a tú. Pero ahora ya no es que nos la miramos en pie de igualdad, es que nos hemos ido a la calle a hacer el programa. Yo creo que el público lo agradece, porque es muy fácil perder la conexión. Cuando vives instalado en el éxito acabas, no sé si por protección, poniendo barreras y distanciándote y eso te acaba matando.

¿Personas como Belén Esteban ta han impedido no romper ese vínculo con la realidad? Porque ella es la genuina princesa del pueblo...

Lo que ha impedido que yo rompa ese vínculo ha sido mi familia. Yo voy, y más ahora que soy padre de dos peques, voy a Tarragona mínimo dos fines de semana al mes. Y digo mínimo porque hay veces que son tres, y porque si pudiera iría todos, pero una todavía no tiene dos años y el otro cinco, te puedes imaginar lo que es la aventura con ellos dos, yo solito en el AVE. Pero yo, sin Tarragona, me habría vuelto loco. Yo con todo lo que he vivido aquí en Madrid, en la tele, en las superaudiencias, que mucha gente o todo el mundo hable de lo que tú has programado o decidido que hable, lo que tú has provocado, que tú pongas un tema sobre la mesa y que al día siguiente en la cafetería estén hablando de eso, eso te puede hacer perder la cabeza.

Y Tarragona sin saberlo...

Yo salía el viernes y me iba corriendo allí. Era como mi refugio. Yo lo necesitaba. Luego aquí... Aquí no es solo Belén Esteban. Aquí, desde mi propio compañero, amigo y socio Adrián, que también es de un barrio de Zamora, vivíamos en la tele. No íbamos a saraos ni a cenas importantes. Nunca hemos ido a fiestas, ni a estrenos, ni a cosas privadas. No nos hemos dejado llevar por el glamur asociado a nuestra profesión. Es que nos apasiona tanto contar historias que no podíamos perder el tiempo en estas otras cosas. Yo creo que eso nos ha protegido a ambos y a todos los que estamos en esto. A nosotros y a los que seguimos, que ahora somos menos. Somos como la resistencia.

¿Te esperabas la decisión de los compañeros que se han quedado con vosotros renunciando a otras ofertas?

Eso me devuelve otra vez al 47, al movimiento vecinal, al sentimiento de solidaridad, cuando crees en un proyecto, en una narrativa concreta, cuando crees que lo que ha sucedido es injusto y que probablemente merece la pena seguir luchando para no darte por vencido. Si consideras que lo sucedido ha sido injusto, lo lógico es luchar. Entiendo que Adrián y yo lo intentáramos, pero que nos hayan acompañado unas 40 personas pudiendo haber optado a otros empleos... Hablo de la trastienda, porque entre las caras conocidas hay algunas que no han podido optar, porque han sido directamente cancelados por los grandes canales. Algo que estoy convencido de que cambiará con ellos y con nosotros, porque esto es cíclico. La clave es aguantar.

«He vivido grandísimas decepciones personales, gente que ha desaparecido de repente»

Vuelvo al principio. ¿Por qué le das esta entrevista al Diari?

Cuando estaba en el instituto escribí una carta al director quejándome de la petroquímica. Y me la publicaron.

¿Por qué esa carta?

Yo tenía mucho miedo a las fábricas. Vivía en pánico. Aún recuerdo 1982 cuando la explosión del rack de Enpetrol. Recuerdo que eran como las dos de la madrugada y ver las ventanas saltar por los aires. Vivía en la calle 3, en Bonavista, y las persianas se doblaron con la explosión. Y mi padre diciéndonos: corred, que nos vamos, que nos vamos. Y salir corriendo como todo el barrio y plantarnos en La Mussara.

Claro. Como todo el mundo.

En los barrios, seguro, pero en Tarragona, lo que es la ciudad, no sé si salieron corriendo. En los barrios, todo el mundo.

Todo el mundo salió corriendo menos mi familia, que mi padre tenía mucha retranca y, esa noche, sueño. ¿Estás al día de lo que pasa en Tarragona?

¡Qué bruto! (risas). Sigo por Twitter al Diari y como mínimo me entero de la portada del día y leo algunos tuits. Intento estar al día. Veo lo que hacéis y esa jeta que le ponéis últimamente y me dais un poco de envidia.

¡Pues vente con nosotros!

No. Estoy en otra batalla, que si no... Yo que sé... Qué fuerte. ¿Te imaginas?

Sería un sueño, Óscar.

«No nos hemos dejado llevar por el glamur asociado a nuestra profesión. Nos apasiona tanto contar historias que no podíamos perder
el tiempo»
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