Este 2022 el calor ha llegado antes de tiempo. Bastante antes. En mayo ya se sufrió una ola totalmente atípica –nunca se había registrado una tan pronto– y desde este pasado fin de semana se está viviendo otro episodio de temperaturas extremas, superando los 40 grados, más propio de julio o agosto. Al final todos padecemos, de alguna forma u otra, las consecuencias de un clima extremo que muestra sin tapujos los efectos del cambio climático. No obstante, hay quienes durante su jornada laboral no tienen más remedio que aguantar el ambiente bochornoso porque trabajan en la calle, donde no hay aires acondicionados ni ventiladores. «Es un suplicio», reconocen algunos trabajadores.
«La verdad es que este va a ser un verano muy duro para los que trabajamos en la calle», lamentaba Alfonso López, paradista tarraconense que el martes vendía sus productos en el mercadillo de Calafell. López aseguraba que «el calor ha llegado mucho antes en comparación con otros años, en junio nunca hacía tanto como el que está haciendo ahora, que es inaguantable». Asimismo, señalaba que «estas temperaturas afectan mucho tanto a los vendedores como al género que llevamos, y hay que agradecer también a los clientes porque para venir hay que tener mucho valor». En cuanto a las medidas para soportar el bochorno, López comentaba que «poco podemos hacer; agua fresca y abanicos».
Quienes también recurren a hidratarse constantemente son los obreros. Pau Castillo, encargado de las obras de peatonalización de la calle Canyelles de Tarragona, decía que «la única opción que tenemos para aguantar el calor es beber agua fresquita y, si hay que parar un rato, se para. Y cuando hace mucho, mucho calor, se habla con la propiedad y se propone un horario intensivo, de 6 a 14 horas, por ejemplo». A pesar de reconocer que ciertamente las altas temperaturas han llegado antes de lo normal, Castillo celebraba que «en la calle Canyelles da poco el sol, los edificios hacen bastante sombra y pasa el aire, pero hay otras obras en las que es insoportable».
En la Plaça Imperial Tarraco, a las 11 de la mañana, Mauricio Palomino, repartidor de Pascual, descargaba un camión. «La verdad es que estamos viviendo una ola de calor bastante fuerte y en nuestro caso, que estamos cargando peso todo el rato, se multiplica y lo sufrimos más, pero nos ahorramos el gimnasio», bromeaba, entre risas.
Finalmente, Montse Fortuny, cartera de Correos en La Riera de Gaià, apuesta, además de beber agua constantemente, por llevar ropa cómoda para sudar lo menos posible, aunque lamenta que «se hace muy pesado». Su horario no ayuda: «Empiezo a repartir a las 10 y hasta las 14.30 horas, y a partir de las 11 es cuando más aprieta el sol».
En busca de la sombra
Aunque no sea para trabajar, hay muchas otras personas que salen a la calle por la mañana y sufren el calor de estos días, aunque tienen más opciones para combatirlo. Un ejemplo es el de Lluís Simona, vecino de Tarragona de 76 años, que cada día queda con los amigos en un banco de la Rambla del President Lluís Companys. «Se ha notado que han aumentado bastante las temperaturas estos días, pero buscamos bancos que tengan sombra de los árboles y lo pasamos un poco mejor», decía.
Con todo, la Creu Roja de Tarragona iniciará en breve la campaña de sensibilización Protegeix-te, portegeix-los, con llamadas a gente mayor e informando en las calles y en redes sociales explicando cómo afecta el calor a la salud, qué personas son más vulnerables, qué efectos inmediatos se pueden sufrir durante una ola de calor y consejos sobre cómo protegerse. En este sentido, Marta Musté, técnica del Àrea de Salut de la Creu Roja, explica que «es importante llevar una buena alimentación, hidratarse, buscar la sombra de vez en cuando y vestir de forma cómoda».