Nuevo paso para mejorar la seguridad en la industria química. La directora general de Protecció Civil de la Generalitat, Marta Casany, ha enviado una carta a los ocho alcaldes de los nueve municipios afectados por la instalación de sensores químicos, que sirven para detectar lo antes posible una fuga química en el exterior de las empresas químicas. En la misiva, aparte de explicar el objetivo de estos aparatos, se insta a concertar visitas técnicas in situ para determinar en qué soportes –palos de la luz, farolas, repetidores de telefonía, etc– se instalarán estos aparatos. Es un paso necesario para que los operarios de la empresa adjudicataria puedan comenzar a trabajar el próximo mes de septiembre. Unos dispositivos contemplados en el Plaseqta.
En la carta, la responsable de Protecció Civil recuerda a los alcaldes que el objetivo de estos sensores –575 en total, de los que 56 sustituirán a los colocados como prueba– es detectar una fuga tóxica «y, en todo caso, antes de que llegue a las zonas de población para poder decretar el confinamiento como medida de autoprotección antes que se produzca el daño». Cuando se sepa la persona de contacto, Protecció Civil le enviará los documentos técnicos del proyecto y se le solicitará fecha para una primera visita.
En abril se adjudicó la instalación de los aparatos que se pondrán en los polígonos petroquímicos norte y sur, además de en el Port de Tarragona. El contrato para la instalación de los sensores se hizo en dos lotes.
46 kilómetros de largo
La barrera de detección, que estará situada entre las industrias químicas y los barrios más cercanos a estas, equivale a más de 46 kilómetros en total si se suman las diferentes mallas para detectar los diversos productos (15.600 metros en el polígono norte y 30.850 en el polígono sur) que transcurren en nueve municipios: cuatro en el sur (Tarragona, La Canonja, Reus y Vila-seca) y cinco en el norte (La Pobla de Mafumet, El Morell, Perafort, Constantí y Els Pallaresos). Si a esta nueva malla se suma la anterior correspondiente a los 56 sensores de la prueba piloto, las diferentes tramas de sensores cubren una superficie de más de 50 kilómetros lineales y se ubican entre las industrias y las más de 96.000 personas que viven en la zona más inmediata a estas (en datos del censo, 88.500 en la zona más cercana al polígono sur y 8.000 en el polígono norte).
En el polígono norte se pondrán un total de 175 de detección de óxido de etileno, dióxido de azufre y sulfuro de hidrógeno. En el polígono sur y en el Port de Tarragona son 400 sensores de dióxido de azufre, cloro, amoniaco, óxido de etileno, cloruro de hidrógeno, fosgeno y acrilonitrilo.
La colocación de estos sensores comenzará en dos meses, con el objetivo que estén todos en su sitio en enero. Para ello, este mes de julio, la empresa adjudicataria de los trabajos comenzará a reunirse con los ocho ayuntamientos implicados para determinar dónde se ubican exactamente estos 575 sensores, según confirma la directora de los Serveis Territorials d’Interior en Tarragona, Eli Llombart.
En una misma ubicación se podrá instalar más de un sensor, en función de los productos químicos que sea necesario detectar en esa zona. Además, los sensores tendrán que ir montados dentro de un encapsulado con protección a la intemperie
Llombart comentaba que si bien se ha diseñado sobre el mapa la línea que tienen que seguir los sensores según la sustancia a detectar, entre sensor y sensor tiene que haber «una distancia que dependerá del producto químico a detectar, el origen del accidente químico –en qué empresa se produce– y la distancia que hay hasta la población–. «Lo que tratamos de hacer es una malla, para que la nube tóxica no pase por un espacio donde no haya sensor», recalca. Por ello, no todos los sensores estarán situados a la misma distancia entre ellos.
Los técnicos de los diferentes ayuntamientos ya han trabajado sobre este proyecto de los sensores. Cada uno lleva un sistema de alimentación autónomo y otro de comunicación y transmisión de datos al Centre de Coordinació Operativa de Catalunya (Cecat).
Proyecto pionero
El proyecto que se pondrá en marcha en Tarragona es pionero en Europa y quizás también en el mundo, decía al Diari la directora de Protecció Civil. En un futuro no muy lejano el complejo petroquímico dispondrá de una red de sensores químicos que detecten niveles altos de toxicidad. Un proyecto innovador y muy complejo, que dará una capa de seguridad añadida ya que avisarán de las fugas. «Es poner la tecnología al servicio de la seguridad», recalcaba Eli Llombart, quien añadía que, como proyecto innovador, «tendrá una evolución, podrá crecer».