«Estamos fatal. Cuando hablo con otros presidentes, veo que somos la provincia más afectada de España, la que está en peor situación», admite contundente Carles Oliver, presidente de la Associació d’Autoescoles de Tarragona. La vuelta al trabajo en la nueva normalidad, que arrancó a mediados de junio, ha generado un nuevo colapso en las autoescuelas, lo que hace que sacarse el carné de conducir sea, por el momento, más complicado en esta época postconfinamiento.
En Tarragona, según denuncian las autoescuelas, los alumnos tardan entre dos meses y medio y tres –la demora varía en función de la zona– en acudir al examen práctico, cuando lo ideal sería hacerlo en apenas 15 días. La razón no es exactamente la falta de examinadores, como ha sucedido en otras ocasiones. «En la provincia tenemos 12 examinadores, que es una cifra adecuada, lo que ocurre es que no están trabajando como tales, sino que están haciendo labores de oficina porque no hay suficientes administrativos», cuenta Oliver, que hace cuentas: «A la práctica, hay unos cinco examinadores. Lo ideal sería tener siete u ocho más, pero yo firmo diez, ni siquiera pido los 12. El problema es que no hay funcionarios, se van y no se suplen las plazas».
Restricciones
Parte del sector cree que la situación postconfinamiento se ha agravado. «La situación ya era difícil antes, pues ahora lo es más, porque falta personal administrativo. Nosotros tenemos 70 alumnos en bolsa, cada diez días nos asignan seis, y tendrían que ser 12 para ir a examen», cuenta Carlos Trujillo, vicepresidente de la asociación provincial de autoescuelas y director de Erandio, en Torreforta. Trujillo expone otros motivos: «Hay menos examinadores pero también influye que hacen menos evaluaciones para tener menos tiempo de exposición debido a la situación sanitaria. Todo se junta», cuenta, en alusión a las restricciones de las primeras semanas, que limitaban el número de alumnos que podían ser examinados por cuestiones de precaución.
La situación actual es de embudo. Algunas autoescuelas únicamente pueden enviar a examen a la mitad de los alumnos que están preparados. Conforme mayor es el centro, más perjuicio: de poder evaluar a 25 aspirantes se pasa a probar solo a 10, en cada ciclo de exámenes. Así, en lugar de que puedan ir al práctico unos 700 alumnos en la provincia cada semana, la cifra se queda en unos 300.
De esta forma, grosso modo, cada semana hay 400 personas que se quedan sin poder examinarse, por lo que, después de algo más de un mes de la reanudación de las pruebas de circulación, el tapón ronda aproximadamente los 2.000 aspirantes. Oliver denuncia que está en juego la supervivencia de muchos negocios y que «hay autoescuelas que «ya se están planteando cerrar», además en un sector, como tantos otros, muy tocado por la pandemia y el parón obligado en el confinamiento. La inmensa mayoría de centros se tuvo que acoger a una regulación temporal de empleo. «Aún hay autoescuelas que están con un ERTE. Quizás algunas tengan que enviar a profesores al paro porque no pueden dar salida a los alumnos», añade Oliver.
El problema de base es que los examinadores tienen que hacer labores de oficinaA eso se añade la repercusión directa en aquellos, muchos de ellos jóvenes, que están esperando a tener el carné para trabajar. «Hay personas que no han podido acceder a un trabajo este verano porque no se han podido examinar. Muchos se están jugando el empleo», indica Oliver.
Ni siquiera habilitar agosto por primera vez en mucho tiempo va a solucionar los problemas. Así, el próximo mes se seguirán celebrando exámenes de conducción, si bien van a continuar las restricciones. «Obviamente, los examinadores tendrán que hacer vacaciones, así que el trabajo no será al 100%. En la primera quincena habrá pruebas de teórica y coches, y en la segunda solo de circulación», cuenta Oliver, que reclama más recursos, aunque entiende la situación de los empleados de Tráfico: «Ellos hacen todo lo que pueden. Sé que trabajan a destajo, que van al límite y que no pueden más. Lo que pedimos es que haya más personal». Oliver no descarta movilizaciones.
«El servicio es nulo y lamentable y no se puede soportar. Esto no es un problema de examinadores, porque están, sino de administrativos. Entiendo que sea difícil cubrir las plazas de examinadores, que es un perfil más concreto, pero esta vez lo único que falta en la jefatura son unos cuantos administrativos», explica Aaron Sabat, director de la Autoescola Sabat, en el centro de Tarragona.
Él, como tantos otros, padece las consecuencias: «Hay gente que lleva desde principios de año pendiente de poder evaluarse. Yo tengo una lista de espera de 60 personas y en este último examen he podido llevar a 14. A ese ritmo, tardo dos meses en llevar a todos los que tengo ahora, y suponiendo que aprueben todos a la primera».
En junio, Pere Navarro, Director General de Tráfico, compareció ante la Comisión de Seguridad Vial y reconoció que el estado de alarma había impedido la realización de más de 268.000 pruebas prácticas. Desde entonces, la cifra no ha parado de crecer. «Ya hay más de 300.000 alumnos sin examinarse y el número aumenta cada semana», explica Enrique Lorca, presidente de la Confederación Nacional de Autoescuelas (CNAE).
Junto con Tarragona, Madrid, Barcelona, Valencia, Lleida y Guipúzcoa son otras de las provincias más colapsadas. En los últimos años, los atascos a la hora de ir a examen han aparecido cíclicamente en Tarragona, fundamentalmente por las épocas en las que han escaseado los examinadores.
La afectación, sin embargo, es global. «La situación cada vez es más insostenible; la falta de examinadores y personal administrativo en las jefaturas está provocando una limitación en los alumnos que podemos presentar a examen, lo que motiva prórrogas de ERTE y pone en serio riesgo los puestos de trabajo e incluso la viabilidad de las empresas», apunta Lorca.
El máximo responsable de CNAE explica que «la pandemia nos ha afectado especialmente, dado el escaso tiempo para recuperarnos de dos huelgas recientes de funcionarios examinadores» y añade que, «en el momento actual de vuelta a la normalidad, es necesario dinamizar la economía y evitar que el sector y sobre todo los aspirantes a conductores, que pagan en forma de tasa este servicio, estén coartados y limitados por los déficits de personal de la administración».
Repercusión laboral
La Confederación entiende que se ocasiona un gran daño a miles de ciudadanos que requieren del permiso de conducir para acceder al mercado laboral, sobre todo en el ámbito del transporte, donde la demanda social es actualmente muy importante. Asimismo, numerosas plazas por oposición y otros puestos de trabajo están supeditados a la posesión de algún tipo de permiso de conducir.
La DGT sostenía durante el mes de mayo que el número de examinadores era adecuado en Tarragona. Esos 12 son los idóneos según los parámetros de población. «El problema es que solo trabajan examinando cinco. Con tener nuevo o diez ya daríamos saltos de alegría. Estamos sufriendo un parón y nosotros, las autoescuelas, somos el saco de boxeo», indica Aaron Sabat, que no confía en que agosto sea una solución: «Los cinco examinadores se quedarán en tres por las vacaciones. La situación no será mucho mejor. Nos dirán que agosto es hábil para hacer exámenes pero si seguimos así no nos solucionará nada».