Esta es la historia de un médico que ha sido víctima de una agresión en las últimas semanas. Asegura que nunca antes había vivido una situación como esta y relata al Diari su testimonio desde el anonimato, protegiendo sus datos y los del agresor.
Se trata de un médico de familia que pasa consulta en un centro de atención primaria de la provincia de Tarragona. Lleva 18 años trabajando en el mismo ambulatorio como pediatra. Los hechos fatídicos ocurrieron hace aproximadamente dos semanas. El paciente, un menor, iba por primera vez a visitarse con el médico protagonista de la historia. Antes ya lo había hecho con otro pediatra del mismo CAP. Se desconocen los motivos del cambio. Hasta aquí todo normal.
El día de los hechos, el menor entró a la consulta acompañado de su madre. Casualmente, ese día, el médico contaba con el apoyo de una residente que estaba haciendo prácticas. «Por norma general, estoy solo. Por suerte ese día estaba ella y fue testigo que todo lo ocurrido», explica el pediatra.
La médica residente empezó a hacer la exploración habitual al pequeño, que tenía una especie de catarro. El niño se movía mucho e incluso dio alguna que otra patada, por lo que el pediatra decidió acercarse y ayudar en la tarea. «No se dejaba hacer. Lo pusimos en la camilla y, con tanto movimiento, el niño se hizo daño», explica el protagonista. Fue entonces cuando la madre se enfadó y empezó a chillar. «Me dijo que no sabía hacer mi trabajo y que si hubiera estado su marido en la consulta, otra cosa habría pasado», recuerda la víctima. Tras las amenazas, la mujer y su hijo se fueron de la consulta.
«No pasaron ni dos minutos. Nosotros teníamos la puerta abierta del despacho y estábamos escribiendo en el ordenador, cuando de repente entró el padre en la consulta», explica el pediatra. Empezaron primero los insultos y los reproches. «Nos arriconó e intimidó. Yo pensaba que estaba controlando la situación, intentando calmarlo, hasta que me dio un bofetón en la cara y me saltaron las gafas», recuerda el médico.
En ese momento, la enfermera de la consulta de al lado escuchó los gritos y activó lo que se conoce como el botón del pánico. Rápidamente, se trasladaron al lugar el resto de profesionales. «Hicieron un poco de barrera para que la cosa no fuera a más», comenta. Y enseguida llegaron los agentes de la policía. Le tomaron declaración al agresor y el pediatra tramitó la denuncia. Le dijeron que se celebraría un juicio rápido, pero todavía está esperando la citación.
La víctima explica que en su ordenador también había el botón del pánico, pero que en ese momento no lo tenía a la vista «para activarlo y avisar al resto de compañeros».
Agendas forzadas
El médico agredido explica cómo ha cambiado en los últimos tiempos la relación entre paciente y profesionales. «Estamos muy saturados y estresados, con agendas llenas y totalmente forzadas», asegura el pediatra, quien añade que, «por otro lado, algunos pacientes son menos tolerantes y más impacientes que antes. Se muestran más agresivos, sea por el motivo que sea».