Anna Mellado no olvidará nunca el 1 de marzo de 2022. En apenas unos segundos, su vida cambió radicalmente para siempre. Nos situamos en la Plaça de la Font, en medio del correfoc de Carnaval. Una desafortunada chispa impactaba sobre ella y encendía rápidamente la pirotecnia que llevaba encima. Y se hizo el infierno, en la plaza y en su vida. Anna sufrió quemadas de segundo y tercer grado, en un 25% de su cuerpo. Las secuelas del accidente la persiguen todavía ahora, dos años después de aquella fatídica noche. ¿Qué pasó? ¿Cómo lo vivió? ¿Cómo ha cambiado su vida desde entonces? ¿Quién ha estado a su lado? Anna nos lo explica, con dolor, pero con ganas de superar esta etapa.
La protagonista de esta historia se apuntó al Griu de Tarragona a través de una amiga. Empezó tocando el tambor y, poco a poco, se fue interesando más por la pirotecnia. La entidad era casi como una familia para ella, donde sociabilizar y compartir inquietudes.
Todo estaba bien hasta el día en el que ocurrió todo. Era el correfoc de Carnaval y Anna era una de las personas encargadas de cargar de pirotecnia la bestia. «Recuerdo pocas cosas del momento pero, según me han explicado, una chispa de la bestia que actuaba antes que nosotros me alcanzó. No recuerdo la explosión, solo quemarme y tirarme al suelo», explica la protagonista.
Miembros de otras entidades fueron a socorrerla enseguida. «Recuerdo no sentir nada de dolor y eso me asustó mucho», explica. Y es que, tan solo un año antes, Anna –que es agente de los Mossos d’Esquadra– acudió a una vivienda en la que un hombre había quemado a su mujer. «La víctima tenía el 90% de su cuerpo quemado y no se quejaba. Los del SEM me contaron que el motivo es que, cuando las quemaduras son tan profundas, también se queman las terminaciones nerviosas y, por lo tanto, no hay dolor», explica Anna, quien reconoce que, en el momento del accidente, tirada en el suelo de la Plaça de la Font, revivió por unos segundo esta conversación-
Una ambulancia llevaba a Anna rápidamente hasta la Vall d’Hebron. Estuvo ingresada en la UCI durante un mes y, después, iba y volvía cada día al hospital para hacerse las curas. Anna no recuerda cuántas operaciones lleva encima. Unas veinte, dice, sin estar segura del número. No solo sufrió por las quemaduras, también por las heridas que le hicieron para los injertos. Es decir, quitar piel y tejido muscular de una parte del cuerpo para ponerlo en otra. Las zonas más afectadas por las quemaduras fueron las manos, el abdomen y las ingles.
«El primer día que me vi en el espejo fue horroroso. Tuve un ataque de ansiedad», explica Anna. Su hermana, que en el momento de los hechos estaba embarazada de siete meses, no la dejó sola ni un solo momento.
La vida de después
La vida después del accidente es totalmente diferente a la de antes. No puede trabajar y las operaciones siguen siendo continuas. Ha perdido movilidad y sensibilidad, sobre todo en las manos, y sufre de dolor crónico. Pero Anna reconoce que las peores secuelas son las psicológicas. «A mi me encantaba cocinar, y ahora ya no puedo porque me da miedo todo lo que tenga fuego. Lo primero que hice al llegar a casa fue cambiar los fogones por un sistema de inducción. Ni me seco el pelo por miedo a quemarme», relata Anna. La protagonista aprendió a ponerse camisas sin hacerse los botones o a abrir latas sin fuerza en las manos.
La festividad de Sant Joan es un drama. Y la de Santa Tecla ni te cuento. «Quise acompañar a mi hermana a la cercavila pequeña y, al sentir los tambores, me tuve que ir corriendo», añade la joven.
Lo que le más duele ha sido cómo se ha portado la gente del Griu con ella. «No sé el motivo, pero me han dejado de lado. Los veo por la calle y ni me saludan», asegura Anna, quien añade que «no me he sentido arropada por la ciudad, me han hecho sentir culpable de lo que me ha pasado». Por todo ello, la joven se ha convertido en una persona reservada, lejos de aquella Anna abierta y social, explica.
La joven lamenta el poco apoyo que ha recibido tanto de la propia entidad, como del Ayuntamiento.
En su recuperación, le ayudan sobre todo tres cosas: viajar a la Vall d’Aran con los amigos, hacer diamond painting –una manualidad con cristales– y explicar su experiencia, a través de charlas formativas, a estudiantes de enfermería.
Reabrir el caso
El día de los hechos, la Guàrdia Urbana hizo un atestado con un informe de Protecció Civil y del Ayuntamiento. El documento se presentó al juzgado y este lo archivó. Ahora, Anna ha pedido la reapertura del caso. «No pretendo culpabilizar a nadie, solo quiero que se asuman responsabilidades. Y que me escuche, que pueda explicarles mi versión», añade la joven.
Anna Mellado
Tarragona, 43 años
La protagonista de hoy nació un día de Santa Tecla de hace 43 años. Estudió en Les Teresianes y se sacó un curso de auxiliar de enfermería en la Laboral. Al cabo de unos años, aprobó las oposiciones de los Mossos d’Esquadra y, en el momento del accidente, llevaba más de 15 años ejerciendo la profesión de policía. Anna era una persona abierta, que le gustaba sociabilizar, aunque también valoraba la tranquilidad. Ahora se relaciona con poca gente, pero asegura que ha aprendido a ponerse a ella por encima de todo.
La protagonista de hoy nació un día de Santa Tecla de hace 43 años. Estudió en Les Teresianes y se sacó un curso de auxiliar de enfermería en la Laboral. Al cabo de unos años, aprobó las oposiciones de los Mossos d’Esquadra y, en el momento del accidente, llevaba más de 15 años ejerciendo la profesión de policía. Anna era una persona abierta, que le gustaba sociabilizar, aunque también valoraba la tranquilidad. Ahora se relaciona con poca gente, pero asegura que ha aprendido a ponerse a ella por encima de todo.