El agente Q, que dota de artilugios a James Bond, estaría orgulloso. Si bien los narcotraficantes están adoptando cada vez estrategias más innovadoras para burlar las intentonas de asalto de otros grupos criminales y la vigilancia policial, los cuerpos de seguridad no son menos y también han dado un lifting a sus equipamientos tecnológicos.
Equipamientos que van desde drones hasta infinidad de escáneres y cámaras que rastrean la costa tarraconense y que permiten radiografiar los barcos que la navegan, entre los cuales puede haber narcolanchas, que son rápidamente identificadas por su rapidez y por la estela que dejan en el mar.
«Hemos avanzado mucho durante los últimos años en materia tecnológica», Marc Bayón jefe de la Unitat d’Investigació del ABP del Tarragonès
En esta línea va el Sistema Intergrado de Vigilancia Exterior (SIVE) de la Guardia Civil, un dispositivo de cámaras –algunas de ellas térmicas– y radares que está desplegado a lo largo de toda la costa tarraconense y que permite detectar los movimientos de las embarcaciones. Aquellos extraños y en horario nocturno constituyen la primera alerta.
Tal y como comenta el jefe de la Unidad Orgánica de la Policía Judicial de la comandancia de la Guardia Civil de Tarragona, Héctor Muñoz, «el sistema SIVE se activó en Tarragona en el año 2011 y, en consecuencia, se empezaron a combatir los desembarcos de hachís de forma mucho más eficaz; pasamos de quince o veinte actuaciones de media cada año a una o dos».
De hecho, la Operación Alamor, que concluyó con la detención de seis personas en Altafulla y otra en Murcia por tráfico de hachís, surgió de un desembarco detectado en 2022 en la zona de La Móra gracias al sistema SIVE.
De igual forma, en los Mossos d’Esquadra también ha habido un trabajo de modernización durante los últimos años: «Ha variado mucho y hemos avanzado en este sentido», asegura el jefe de la Unitat d’Investigació del Àrea Bàsica Policial (ABP) del Tarragonès, el subinspector Marc Bayón.
«El sistema SIVE nos ha permitido pasar de entre quince y veinte desembarcos anuales a uno o dos», Héctor Muñoz, jefe de la Unidad Orgánica de la Policía Judicial de la Guardia Civil de Tarragona
«Por desgracia, tener un fenómeno como este instalado en nuestro territorio nos ha obligado a adaptarnos; somos un cuerpo que tenemos una capacidad de adaptación muy elevada», apunta el subinspector, quien indica que la policía catalana tiene «la posibilidad de detectar movimientos, como puede ser mutar de una actividad criminal a otra o saber cuándo está arraigándose en el territorio».