El último fin de semana de Tarraco Viva siempre es sinónimo de Camp de Mart. En este punto de la ciudad se concentraba esta mañana buena parte de la actividad del festival. Una degustación completa de cómo eran nuestros antepasados. Y si una cosa queda clara es que los romanos tenían el don de emplear la belleza en todo lo cotidiano.
Que se lo digan a Luis, un tarraconense que se ha encargado de hacer de anfitrión con su familia de Huelva. «A mis primos les encanta la historia y la cultura romana. Tanto que este año se han pedido vacaciones para no perderse nada del festival», explica Luis, mientras les comenta la importancia de las murallas en nuestra ciudad.
Participaron al taller de lámparas romanas hechas con arcilla. Carmen Herce y su equipo de Sigyllum –de Calahorra– eran los encargados de conducir la actividad. «Nos dedicamos a la cerámica arqueológica de diferentes épocas, ya sea de los fenicios, griegos o romanos. Estas lámparas de aceite servían a nuestros antepasados para iluminarse. Destaca su bonita decoración», explica Herce. La temática podía ser desde erótica hasta del zodíaco. Herce insistía en que Tarraco Viva es el festival de cultura romana más importante de toda España y también de Europa. Una dosis de autoestima que nos va genial a los tarraconenses.
Luis y su familia también han conocido de cerca como se trabajaba el lapis specularis. Se trata de un yeso cristalizado que los romanos usaron como cristal. Principalmente para hacer las ventanas. Juan Carlos Guisado, arqueólogo de la Universidad Autónoma de Madrid, han dirigido el taller. «Aquí conoceremos las herramientas que los mineros romanos utilizaban para marcar, cortar y exfoliar estas láminas de mineral», decía Guisado, quien, empujado por la emoción, asegura que «lo importante de nuestra función como investigadores es transmitir a la sociedad lo que sabemos». A pocos metros, también podíamos encontrar talleres para aprender la técnica de los mosaicos o para conocer y degustar lo que comían los romanos. ¿Es parecida nuestra dieta a la de nuestros antepasados? El debate, como siempre pasa en la historia, estaba servido.
Entre tantas experiencias se encontraban también los grupos de recreación histórica. El proyecto Phoenix y el grupo Septimani Seniores se encargaban de dar a conocer como eran los ejércitos y los legionarios del momento. Arnau Ruiz lleva la cultura romana en su ADN. Su padre ya participaba en uno de estos grupos y él ha continuado con la tradición familiar. «Representamos al ejercito tardoromano. La principal particularidad es que no iban uniformados, a diferencia de los otros legionarios», explicaba Ruiz. Cómo iban vestidos y cómo eran sus estrategias y tácticas de ataque y defensa, fueron algunas de las cosas que se explicaron.
Magí Seritjol, director del festival, está contento. Dice que el punto de encuentro en el Camp de Mart demuestra que el patrimonio, la historia y la cultura romana no es solo cosas de expertos. «Es importante que la gente se lo sienta suyo. Cuando más se conoce el patrimonio, más se quiere. Y querer significa conservarlo mejor». Seguramente esta declaración del alma mater de Tarraco Viva define a la perfección la intención de este festival que llega a su 26 edición.