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Las picaduras de medusas crecen un 35% respecto al año pasado en playas de Tarragona

Las altas temperaturas del mar aumentan el riesgo de la llegada masiva de algunas especies de estos invertebrados, lo que tarde o temprano obligará a cerrar arenales temporalmente

24 agosto 2022 18:39 | Actualizado a 25 agosto 2022 07:00
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En lo que llevamos de verano se han producido un 35% más de picaduras de medusas en playas de la provincia, en comparación con las que se produjeron en el mismo período del año pasado. Concretamente, el servicio de Socorrismo de la Creu Roja ha atendido alrededor de 1.200 casos en las 31 playas en las que presta servicio, en los municipios de L’Ametlla de Mar (5), L’Ampolla (3), Deltebre (1), El Perelló (1), Tarragona (17) y Roda de Berà (4).

El incremento de estos incidentes puede tener causas muy variadas, pero coincide justamente con un verano en el que las altas temperaturas del litoral han favorecido una mayor presencia de medusas. Los expertos hablan de que los termómetros disparados y las diferentes olas de calor sufridas este estío han propiciado que estos invertebrados llegaran antes a la costa catalana, y de la misma manera tardarán más en marcharse. Si antes su periodo natural era entre junio y septiembre, este año llegaron en mayo y no puede que no se vayan hasta noviembre.

Jaume Folch, profesor del Departament de Bioquímica i Biotecnologia de la URV, responsable del área de estudios del medio litoral del grupo TecnATox-URV y autor de 4 guías sobre el litoral de Tarragona, explica que, además de sufrir las altas temperaturas, «la zona del litoral tarraconense esta sometida a presiones de todo tipo, pues está contaminada y muy frecuentada por embarcaciones, sobre todo en la Punta de la Móra, que están ancladas sobre el fondo marino». Todo ello provoca «un ecosistema desequilibrado».

Folch, que también es instructor de buceo FECDAS, asegura que durante una inmersión hace unos días en la Platja del Miracle comprobó que hasta que no llegó a los 15 metros de profundidad el termómetro no registró temperaturas inferiores a los 28 grados, «y eso son demasiados metros».

Esta temperatura del mar, cuenta el experto, que asegura que es la misma que en el Mar Rojo, «provoca que muchos invertebrados mueran y los peces que se alimentan de ellos también mueren, con lo que sobreviven los individuos más resistentes». Es el caso de las medusas, que se alimentan de plancton, que si hay, a la vez que sus depredadores no acaban con ellas porque mueren con el calor. «Dos grandes depredadores de las medusas son las tortugas marinas y los peces luna, y se trata de especies que se encuentran en relativa regresión», sostiene Folch, que si bien reconoce que en Tarragona hay nidificaciones de tortugas, asegura que «no abundan ni tienen la capacidad para controlar un boom de medusas».

Habrá que cerrar playas

Así, Folch vaticina que, tarde o temprano, llegará el momento en el que habrá que cerrar playas por la llegada masiva de medusas. «Las altas temperaturas y el estrés al que está sometido el ecosistema litoral hace que el riesgo de esta llegada de grandes bancos de medusas exista durante más tiempo, es decir, que la ventana de posibilidad sea más amplia de lo habitual», señala el experto, que alerta que «cuando esto ocurra, que puede ser en septiembre, en noviembre o el próximo verano, habrá que cerrar la playa».

Y Folch va más allá. «Acabaremos llegando a la aparición de especies alóctonas, procedentes de mares más cálidos, como es el caso de la Physalia physalis (carabela portuguesa), la picadura de la cual puede provocar convulsiones, vómitos, diarreas y, en el caso de personas alérgicas, incluso la muerte», comenta el investigador, que recuerda que ya se han visto algunos ejemplares de esta especie en las costas de Andalucía, Murcia, Valencia y hasta en Delta de l’Ebre. «No ha ocurrido nada, son casos aislados, pero que la detectes ya es un problema. En Córcega murió una persona en 2010 por una picadura de esta medusa», dice Folch, que añade que «es un ejemplo del desequilibrio. Vamos de un mar amable y agradable a un mar más complicado, con especies más agresivas, tóxicas y peligrosas».

Finalmente, Folch también pone énfasis en que «una parte importante de la actividad económica de verano descansa sobre un espacio que no tiene medidas de protección eficientes. Hace falta una regulación de cómo preservar un ecosistema que da de comer a tantas familias de Tarragona y alrededores», y pone sobre la mesa el impacto que pueden suponer, en este sentido, los cierres temporales de playas.

Salir del agua y limpiar la herida

Quien también confirma que el calor propicia una mayor presencia de medusas es Nacho Cancio, el coordinador de playas de la Creu Roja en la provincia de Tarragona.

Explica que la Platja de la Móra y la Platja de l’Arrabassada, ambas en Tarragona, son en las que más asistencias por picadura de medusa realizan. «Por un lado, son dos playas a las que va mucha gente y, por otra parte, su orografía, con las rocas y la forma de embudo, de golfo, propicia que las medusas lleguen y se queden varios días en la zona», señala Cancio.

En caso de que un bañista sufra una picadura, el responsable de la Creu Roja asegura que «lo primero que hay que hacer es salir del agua, pues si la reacción es grave uno se puede quedar inconsciente». A partir de ahí, pide «acudir al socorrista de la playa, el cual aplicará sérum para limpiar la zona de la picadura con una gasa, retirará con pinzas los restos que queden de la medusa, desinfectará la herida y aplicará bolsas de frío local», un procedimiento que también puede realizar uno mismo si ve que la picadura no es grave.

Cancio cuenta que esto es suficiente en la mayoría de casos, pero que a veces los síntomas no remiten e incluso se sufren náuseas, vómitos, dolor de cabeza y dolor intenso también en la herida. En estas ocasiones, si en pocos minutos la persona no mejora, «activamos nuestra ambulancia o el SEM, y para el hospital».

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