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Las ovejas negras que ‘sufre’ Tarragona

Política. Una candidata de Vox ha sido detenida por tráfico de drogas y dos del PP participaron en la invasión de campo en Cornellà. En todos los partidos ‘cuecen habas’, pero lo que no es admisible es que el PP ice, de nuevo, la bandera de ETA

17 mayo 2023 20:29 | Actualizado a 18 mayo 2023 07:00
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Era Vox en estado puro: azote de la inmigración, el tráfico de drogas, la delincuencia y los ocupas. Casada con un miembro de la Guardia Real en excedencia. Chaletazo protegido por dos rottweilers. Y resulta que Ana González, la edil del partido ultra en el municipio madrileño de Parla, dirigía, así lo asegura la Policía, una red de narcotráfico. Incluso en un vídeo de campaña aparece con la lideresa madrileña Rocío Monasterio paseando delante de casas presuntamente ocupadas. Hipocresía en estado puro. ADN Vox. El partido ultra forzó su dimisión tras ser detenida.

Dos de los energúmenos que saltaron al campo del Espanyol después de que el Barça le goleara y celebrara el título de Liga eran candidatos del PP en Sant Joan Despí (Yago Darnell) y Cerdanyola del Vallès (Carlos Ferrer-Calbetó Barnils). El PP los borró de las listas con rapidez.

Ninguno de los dos partidos tiene la culpa de que le aparezcan ovejas negra. (Casi) ningún partido está libre de culpa y, menos que nadie, PSOE y PP. La lista de Titos Bernis es, por desgracia, interminable. Aquí, en Catalunya, no es que tengamos un 3% de los casos. Sufrimos muchos más con el agravante de que se envuelven en la estelada. Hipocresía en estado puro. La sombra de Jordi Pujol es alargada.

Tampoco faltan los políticos estrambóticos. El ejemplo más reciente, el del presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page Sánchez. El martes soltó durante un mitin un chistecillo digno del más casposo de los humoristas. Ni Barragán. «Yo le digo a mi hija... Tú estudias el cuerpo humano en Medicina, pero las prácticas las hace tu hermano». Sin comentarios. Machirulismo al cubo.

Iba a felicitar por su rápida respuesta contra los hooligans del fútbol al partido del «ha sido ETA», la guerra de Irak, los sobres, el indulto a condenados por el GAL, el «esto te lo afina la Fiscalía» o el «controlaremos la sala segunda (del Supremo) desde detrás» (en alusión al magistrado Manuel Marchena, que luego presidiría el juicio del Procés)... Pero no.

Al PP no se le puede felicitar ni perdonar porque ha vuelto a izar la bandera de ETA en campaña con el objetivo de dañar al PSOE, de tratar de sacar rédito electoral de la justa indignación de las víctimas. Como siempre hace. Como nunca debería hacer.

Mira que me duele comprarle los argumentos a Pedro Sánchez. Al paso que va, el líder socialista entrará en el Libro Guinness de los récords como el político del mundo que más promete (con el dinero de los demás, por supuesto), menos cumple y más rompe su palabra (¿recuerdan aquello de ««no dormiría tranquilo por las noches» si fuera presidente con ministros de Podemos?). Pero Sánchez tiene razón en que el dirigente popular Alberto Núñez Feijóo tapa su vacío de propuestas con la polémica en torno a la presencia de etarras en las listas de Bildu.

Albertito tiene miedo de que Isabel Díaz Ayuso le apuñale (metafóricamente hablando) como hizo con Pablo Casado, antecesor de Feijóo, y se apunta a la radicalidad más pepera.

Ambos harían bien en mirar al Reino Unido, Irlanda y el Ulster. Fueron capaces de firmar la paz con la sangrienta IRA. El gobierno del Ulster lo han compartido radicales unionistas y el Sinn Féin, el brazo político del IRA. Compartido, no apoyado en algunas votaciones. Pero, claro, allí fueron capaces hasta de negociar un referéndum de independencia. Aquí aún persiste, a derecha, centro e izquierda, lo de la «inquebrantable» unidad de España.

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