La campaña electoral ya está en marcha. La tradicional pegada de carteles ha dado el pistoletazo de salida. En juego, 184 alcaldías y 1.676 concejalías en la provincia a las que aspiran 646 candidaturas, en las primeras elecciones locales después del referéndum del 1-O. Queda atrás un mandato marcado por la tensión soberanista y las mayores inversiones y alegrías financieras. Buena parte de los consistorios han dejado atrás épocas durísimas de austeridad y de apuros económicos enfocadas básicamente al saneamiento de las cuentas.
El pronóstico es incierto, a pesar de que el 28-A ha dado bríos renovados a formaciones como ERC y PSC, que se podrían beneficiar de la inercia positiva. La fragmentación, que ya dejó su huella en la cita de 2015 y ha marcado el mandato, aparecerá seguro en las urnas y dejará unos plenos nuevamente atomizados con una difícil gobernabilidad y abocados irremediablemente a los pactos, como sucedió hace cuatro años.
Será muy complicado gobernar en solitario, una opción ya del pasado que no volverá. Tarragona y Reus, las dos principales ciudades, son una muestra, en tanto que los partidos ganadores han necesitado acuerdos firmes para poder sacar adelante sus proyectos de gobierno. Sobre eso, el doctor en Historia y politólogo Xavier Casals asume que «en política local y autonómica hemos hecho el ‘trencadís de Gaudí’» y considera que «hemos entrado en una etapa de las coaliciones que será larga».
El politólogo y profesor en la Autònoma Oriol Bartomeus cree que se acentuará esa necesidad de entendimiento, pese a que esa tendencia no sea nueva: «Desde 2003 estamos instalados en una época de fragmentación a nivel local. En clave municipal es donde los partidos han respondido de forma más efectiva a ese desmenuzamiento del voto. Tenemos ejemplos de ayuntamientos que se gobiernan con pactos».
La pugna de PDeCAT con ERC
Casals detecta algunos puntos fundamentales de estos comicios que vuelven a tener un alto grado de incertidumbre: «En Catalunya una de las claves va a estar en esa pugna entre PDeCat y ERC en el eje soberanista y está por ver, en términos estatales, si Ciudadanos logra un ‘sorpasso’ respecto al PP en lugares emblemáticos». Los republicanos, que vienen de imponerse ampliamente el 28-A tanto en Catalunya como en Tarragona, competirán con la marca Junts, el paraguas bajo el que se ubica esa extinta CDC y el actual PDeCat.
Será difícil calibrar hasta qué punto se podrán extrapolar los resultados de las generales del 28-A e incluso las consecuencias de los años más convulsos en clave independentista. «El PSC se puede beneficiar, igual que ERC, porque están en un momento expansivo, pero hay que recordar que en las elecciones locales pesa mucho el candidato, más que en unas generales o en unas autonómicas», añade Casals.
En cualquier caso, será inevitable la influencia de las generales. «Forman parte del mismo ciclo. Lo normal es que haya elementos de fondo que se mantengan. En ese sentido, nos encontraremos con un PSC y una ERC reforzados, a costa del voto de los comunes y de la antigua Convergència», define Oriol Bartomeus.
Este experto define algunas claves más: «Es posible que en algunos lugares, no en todos, veamos la entrada de Vox, pero eso depende del nivel de organización local. Ciutadans se parecerá más a 2015 que a 2017 –ese año ganaron las autonómicas en Catalunya–».
Según Bartomeus, la proximidad del 28-A hará «unas elecciones municipales muy generales», en la que esa tendencia estatal marcará más que lo local, a diferencia de otras convocatorias. Sobre eso se extiende, eso sí, una ecuación siempre repetida. «La figura del alcalde es importante y se lleva muchos votos. Es decir: el crecimiento del PSC sobre el espacio de los comunes no será tanto en el caso de los alcaldes de En Comú», define Bartomeus.
Este politólogo cree que puede imponerse «una cierta tendencia de rebajar tensión» a la hora de elegir las posturas en liza. A eso se añade la influencia del referéndum. «Lo que sucedió alrededor del 1-O puede influir en puntos concretos», define Bartomeus.
«La cultura de los pactos»
Ernesto Pascual, profesor de Ciencia Política de la UOC, también cree, como el resto de analistas consultados, que «la cultura de los pactos ha llegado a la política para quedarse» y que «es algo que llevamos tiempo viendo en los ayuntamientos». Más allá de eso, prevé una elevada abstención por la proximidad de dos citas electorales tan seguidas y un ‘efecto contagio’ que beneficiaría a republicanos y socialistas: «Las tendencias suelen mantenerse».
Todo ello, sin embargo, condicionado por «un efecto corrector» que Pascual describe así: «Cuanto más pequeño es el municipio, más influye el conocimiento del alcalde. Es la norma habitual. En Tarragona capital, las marcas o los partidos tendrán más importancia que en un pueblo pequeño. En Barcelona, la dinámica puede ser similar a la de las generales».
En 32 de los 184 municipios tarraconenses ya se conoce el partido ganador, puesto que se presenta una sola lista a los comicios, de forma que el alcalde para los próximos cuatro años está decidido.