El nuevo Hospital Joan XXIII, las ampliaciones del CAP La Granja-Torreforta y del CAP Jaume I, la puesta en marcha de un Centre d’Urgències d’Atenció Primària (CUAP) –que en Tarragona ciudad no hay ninguno–, y aumentar los recursos destinados a la salud mental, son las cinco grandes cuentas pendientes que el Departament de Salut de la Generalitat de Catalunya tiene con la ciudad de Tarragona.
Todos, menos el último punto, son asuntos largamente reivindicados por sindicatos, trabajadores y usuarios, quienes siempre se han quejado de la falta de inversión en el territorio, comparado con otras capitales de provincia.
En esta ocasión, la cosa parece cambiar y de los 37 millones de euros que la Generalitat tiene previsto en sus presupuestos para gastarse en Tarragona, más de la mitad, unos 19,5, irán destinados al nuevo Hospital Joan XXIII. De momento, de las otras cuatro cuentas pendientes, no se ha escuchado hablar.
Son temas que llevan años enquistados y que han sido objeto de protestas. Los sindicatos culpan, en parte, los constantes cambios en el gobierno de la Generalitat. Tienen la sensación de que, cuando se llega a un acuerdo con el responsable del Departament de Salut en el territorio, entonces cambia la gerencia y el contador vuelve a ponerse a cero. Esta es la carta que la ciudad mandó a los Reyes Magos hace tan solo unos días.
El nuevo Hospital Joan XXIII: una promesa a punto de ser cumplida
El nuevo Joan XXIII es la cuenta pendiente por excelencia que la Generalitat tiene con la ciudad de Tarragona. Son muchos los gobiernos autonómicos que han prometido una ampliación del equipamiento y que han sido relevados sin apenas haber presentado un proyecto viable. Parece que ahora el compromiso está más cerca que nunca. La Generalitat tiene previsto para este año una inyección de 17,5 millones de euros para el nuevo equipamiento, además de dos millones más a repartir entre la nueva Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), la de estudios clínicos y el servicio de Diagnòstic per la Imatge i Medicina Nuclear.
Con los 17,5 millones de euros previstos para este año, se iniciará la primera fase del nuevo hospital, que contempla la redacción del proyecto ejecutivo, los traslados de algunos servicios y un estudio arqueológico para determinar el estado del subsuelo. La segunda fase, prevista para finales de este 2022, se centrará en la construcción del edificio principal.
Los trabajos del nuevo hospital se alargarán hasta el año 2026, cuando está previsto que entre en funcionamiento. Por eso, el gobierno de la Generalitat ha hecho una estimación del dinero que deberá dedicar anualmente al proyecto. Así, para el año que viene se contempla destinar 26,4 millones de euros, y en 2024 la cifra se elevaría a 54,5 millones. Cabe recordar que el nuevo equipamiento costará unos 170 millones de euros, de los cuales solo están garantizados 135. El resto todavía está en el aire.
Los sindicatos sanitarios celebran esta inyección económica, pero insisten en qué esta mejora de las instalaciones debe estar acompañada de un refuerzo de personal. «No sirve de nada tener espacios, si no hay profesionales que los llenen», dicen fuentes de la CGT.
La ampliación del CAP La Granja: un proyecto que no se desencalla
La ampliación del CAPLa Granja-Torreforta es una histórica reivindicación por parte de los vecinos y usuarios, quienes llevan años argumentando que el ambulatorio ha quedado pequeño. El centro de atención primaria La Granja-Torreforta da servicio a unos 27.700 habitantes de los barrios de Ponent y, actualmente, cuenta con solo 2.500 metros cuadrados. Para hacerse una idea, el CAP se diseñó en base a la población que tenía Ponent en los años 60, cuando hacía pocos años que la urbanización de la zona más próxima al ambulatorio había cogido forma. Las autoridades sanitarias de Catalunya han reconocido públicamente que el equipamiento tiene problemas de espacio. ¿Y qué se ha hecho hasta ahora?
Hace poco más de un año, el por entonces gerente de la Regió Sanitària Camp de Tarragona, Ramon Descarrega, anunciaba que a lo largo del 2021 se licitaría la redacción del proyecto. Este año, en teoría, se licitarían las obras, que se iniciarían a principios de 2023 con el objetivo de finalizar el año siguiente. La idea era tener el equipamiento listo en 2024. De momento, no ha habido ningún avance.
Durante muchos años, Salut se ha excusado diciendo que, para ampliar el equipamiento, era necesario que el Ayuntamiento de Tarragona cediera los terrenos de al lado. Parece ser que la cesión ya está efectuada, y lo único que se ha hecho es ir poniendo parches en algunos puntos.
Vecinos y plataformas surgidas a raíz de la reivindicación aseguran que la falta de espacio también ha contribuido a que cada vez se hayan eliminado más servicios y consultas de especialistas, explica Toni Peco, miembro de una de las plataformas.
La ampliación de este equipamiento es ahora más urgente que nunca, teniendo en cuenta que en esta zona de la ciudad se prevé en los próximos años un crecimiento de población, con el desarrollo urbanístico del Plan Parcial 10, el nuevo barrio ubicado en el entorno del Anillo Mediterráneo.
El CAP Jaume ha quedado pequeño
El CAP Jaume I ha quedado pequeño. Esto es una realidad que urge solucionar. «Prueba de ello es que cuando tenemos que celebrar reuniones, la sala más grande queda pequeña y la mitad de los profesionales se ven obligados a quedarse fuera, en el pasillo», explica el doctor Ramon Antón, médico de familia que ejerce en este CAP.
Cuando se construyó este equipamiento, la población que atendía no era la que atiende actualmente. El ambulatorio, el más saturado de toda la ciudad, da respuesta a 31.280 personas, un 30% más que hace 20 años. «Y lo peor de todo, la Part Baixa de la ciudad se está abriendo y se están construyendo nuevos edificios, lo que significa que en breve deberemos atender a unas 5.000 personas más. Es urgente una ampliación», explica el doctor Antón.
Los facultativos del ambulatorio de la calle Jaume I explican cómo deben buscarse la vida para poder encontrar un despacho vacío y poder pasar visita. La situación no solo genera angustia y tensión entre los profesionales, sino que también causa confusión entre los pacientes que no saben dónde acudir.
«El caos estaría garantizado, sino fuera por el esfuerzo y sacrificio de los profesionales que, en varias ocasiones, nos vemos obligados a colgar un cartel en la puerta de nuestro despacho e irnos con los bártulos a otro lado», explica el doctor Antón.
La marcha de los pediatras significó una bocanada de aire fresco, pero con la llegada de psicólogos, psiquiatras y asistentes sociales, la cosa ha empeorado. Por su parte, el Departament de Salut nunca se ha pronunciado al respecto. Veremos si la ampliación del CAP Jaume I se suma ahora a las cuentas pendientes de la Generalitat con Tarragona.
No hay ningún CAP que atienda urgencias las 24 horas del día
Once años han pasado desde que el entonces conseller de Salut, Boi Ruiz, cerraba el Centre d’Urgències d’Atenció Primària (CUAP), ubicado en el CAP Muralles. Era una víctima más de los recortes sanitarios. Fue en septiembre de 2011 y, desde entonces, los tarraconenses que necesitan visitar un médico de urgencia durante la noche deben acudir al servicio de Urgencias de los hospitales Joan XXIII o Santa Tecla, o bien se ven obligados a coger el coche y desplazarse hasta el CAP La Granja-Torreforta, donde se encuentra el Punt d’Atenció Continuada (PAC).
Sindicatos sanitarios y usuarios denuncian que una ciudad como Tarragona no disponga de un CUAP, un centro de atención primaria que funciona las 24 horas del día, de manera ininterrumpida.
La falta de CUAP en Tarragona es un agravio comparativo con otros municipios del territorio. Reus y Salou, por ejemplo, cuentan con él. Los tarraconenses que tengan una urgencia durante la noche solo tienen dos opciones. O van a las Urgencias de los hospitales o al CAP La Granja-Torreforta, lo que significa que tienen que coger el vehículo y desplazarse hasta uno de los barrios de la periferia.
Los CUAP tienen la capacidad de realizar analíticas y radiografías en cualquier momento, y están preparados para resolver problemas de salud urgentes de baja y media complejidad. Actualmente en Tarragona, lo que más se asemeja a un CUAP es el CAP La Granja que está abierto todo el día, pero que no está dotado del material ni del personal necesario para resolver las urgencias.
La respuesta que han dado siempre desde el CatSalut es que se están estudiando fórmulas de atención continuada, que pasarían por crear circuitos entre las Urgencias de Joan XXIII y el CAP Tàrraco –el ambulatorio ubicado al lado del hospital–. Estas nuevas fórmulas se encuentran en una fase muy embrionaria, ya que fuentes del Departament aseguran que, con el trabajo que se hace desde el CAP La Granja y el triaje en los hospitales Joan XXIII y Santa Tecla, de momento quedan atendidas las necesidades.
Solo un proveedor de salud mental
La llegada de la Covid-19 ha hecho más evidente que nunca la necesidad de destinar recursos a la salud mental, cosa que hasta ahora no ha sido así. Diferentes expertos en salud han anunciado que la pandemia ha producido un incremento del 30% de los trastornos emocionales en la población general, y estudios recientes del Hospital de Sant Joan de Déu apuntan a que estos incrementos son aproximadamente de un 50% en la población infantil y adolescente.
En el caso de Tarragona, todos los pacientes que necesitan ayuda en este sentido deben ir a parar al único proveedor de salud mental que hay en la demarcación: el Institut Pere Mata. Se trata de una fundación pública con ánimo de lucro, con sede en Reus. El problema es que cada vez hay más gente que acude a este servicio y, según los sindicatos sanitarios, el proveedor no da al abasto. Al Diari le consta que hay otros proveedores interesados en ofrecer esta asistencia.
Los médicos alertan de que los suicidios van al alza y que, en varias ocasiones, la falta de prestaciones no permiten llegar a tiempo con los pacientes. «Parece que la salud mental es la hermana pobre, y no debería ser así con el panorama que tenemos delante», opina Tani Francesch, delegada sindical de Metges de Catalunya.
Cabe recordar que el presidente de la Generalitat, Pere Aragonés, anunciaba no hace mucho la incorporación de 150 referentes emocionales en los CAP. Veremos cómo esto repercute en Tarragona.