Encontrar un piso de alquiler en Tarragona puede convertirse en una odisea. Más aún en barrios como la Part Alta o El Serrallo, donde la fuerte presión turística hace que muchos propietarios opten por el alquiler vacacional, con todo lo que comporta para los residentes de estas zonas.
Haciendo una búsqueda en el portal inmobiliario Habitaclia aparecen 15 anuncios de pisos en alquiler en el núcleo histórico. El más económico, una vivienda de una habitación de 40 metros cuadrados en la calle Major por 500 euros al mes. La mayor parte de la oferta se mueve alrededor de los 800 euros, aunque también aparece el caso de un piso de 83 metros cuadrados, con tres habitaciones, cuyo precio asciende a los 1.050 euros. No tiene ningún lujo y solo dispone de un pequeño balconcito. A partir de las fotos puede verse como el comedor comparte espacio con la cocina. Un caso que pone de manifiesto la presión de esta actividad sobre el mercado del alquiler en la ciudad, catalogado como tenso por parte de la Generalitat de Catalunya.
La administración catalana dispone de una relación con todas las viviendas con licencia de uso turístico en la ciudad. Según esta, Tarragona tenía a inicios del pasado mes de septiembre un total de 2.051 pisos dedicados a dicho fin. El listado incluye la ubicación, lo que permite hacer una radiografía calle por calle para conocer el peso que estos representan en cada una de las zonas. Y si nos fijamos en el caso concreto de la Part Alta la cifra total se sitúa en 461.
El dato de la administración catalana varia ligeramente respecto al que daba el Ayuntamiento de Tarragona el pasado mes de junio, cuando el anterior gobierno hizo un estudio sobre los pisos turísticos. En aquellos momentos la cifra era de 606, sin embargo, el elemento que se tuvo como referencia era el código postal y el número 43003 incluye también una parte del Eixample.
Utilizando los mismos parámetros que este estudio previo, los datos actualizados ponen de manifiesto que el anterior número ya se ha incrementado un 12%, situándose en 683. No obstante, haciendo un exhaustivo vaciado del registro y limitando el espacio de interés en la zona intramuros es cuando puede apreciarse la cifra real.
Las zonas más tensas
La Plaça de la Font es una de las insignias de la ciudad y precisamente aquí es donde encontramos la cifra más elevada de pisos turísticos en el barrio. En total hay registrados 47, aunque el poder de atracción que representa esta plaza se traslada también sobre algunas calles adyacentes, como la Sant Domènech, que suma otros 23. Esta podría decirse que es la parte del núcleo histórico que suma más presión, aunque sobre el mapa puede apreciarse como los puntos están muy repartidos y por muy recónditas que sean las calles ninguna queda ajena.
Los pisos turísticos también han proliferado en la calle Cuirateries, donde la rehabilitación de algunos bloques de viviendas en los últimos años ha permitido un cambio de uso que ha elevado a 25 el número de licencias.
Arterias principales y no tanto
La calle Major (19) y los ejes que irrigan esta arteria principal son otro de los puntos calientes, aunque para darse cuenta del alcance de la situación hay que callejear y conocer qué pasa es zonas como la calle Sant Pere Estubes, a escasos metros de la Plaça del Fòrum. Esto pequeño pasaje en forma de ‘T’ invertida tan solo tiene 24 números. En algunos casos son edificios con una sola vivienda, mientras que en otros hay pisos con un máximo de cinco alturas. Y, a pesar de que siempre ha sido una zona con viviendas vacías y problemas de ocupación, ahora mismo concentra hasta diez pisos turísticos. Una situación similar se vive en la calle del Portal del Carro, donde este número se eleva a once.
¿Qué porcentaje representa sobre el total de viviendas del barrio? El estudio que hizo el anterior gobierno aseguraba que los pisos turísticos ya ocupaban el 12,68% del parque de la Part Alta, un dato que podría ser muy superior si centramos la atención únicamente en el espacio intramuros. Más allá, uno de los elementos que genera más preocupación entre el vecindario es la proliferación de esta actividad, especialmente después de la pandemia, cuando el turismo en la ciudad ha vivido un periodo de eclosión con cifras récord.
Algunas voces conocedoras del impacto del turismo de masas sobre las ciudades, como la del doctor en Economía de la URV, Antonio Paolo Russo, llevan tiempo alertando sobre la situación, ya que asegura que tiene características «similares» al Gòtic de Barcelona.
En un artículo reciente, este establecía la necesidad de un estudio «completo» sobre el impacto de esta actividad en las dinámicas de población y el precio de los alquileres. También el presidente de la Associació de Veïns del Carrer Merceria i Voltants, Sergi Carrillo, lamentaba que la situación en el barrio se está «desmadrando». No obstante, a diferencia de otras grandes ciudades, Tarragona no ha decidido intervenir.
Cuando ya se habían celebrado las elecciones municipales y, por tanto, se sabía que ERC no continuaría al frente del consistorio –con la coalisión formada por Junts y la CUP– el entonces presidente del Patronat Municipal de Turisme, Pau Ricomà, daba a conocer los estudios que allanaban el camino de cara a la redacción de un plan especial, precedida de una moratoria en cuanto a la concesión de nuevas licencias.
La nueva presidenta de este organismo, Montse Adan, todavía no ha entrado en detalles sobre la hoja de ruta del Ejecutivo socialista al respecto. Sin embargo, en una entrevista con este rotativo apuntaba que, de acuerdo con los datos entre 2021 y 2023, «tampoco hay un crecimiento espectacular, aunque sí que hay una concentración en determinados barrios, por lo que hay que regularlo». Adan descartaba una moratoria, ya que aseguraba que «los apartamentos turísticos no dejan de ser una oferta más de alojamiento» en una ciudad con déficit de plazas hoteleras.
Mientras tanto, recientemente la ciudad de Girona fijaba un límite del 4% para los pisos turísticos en el conjunto del municipio, después que estos se estaban convirtiendo en un problema, especialmente en la zona del Barri Vell. Estos ya habían alcanzado el 15% del total. De hecho, en los últimos tres años las licencias para nuevos apartamentos en esta parte ya estaban congeladas y se otorgaban en contadas ocasiones (cuando suponía la rehabilitación de un edificio entero). Ahora su alcalde, Lluc Salellas, ha querido dar un nuevo paso e ir más allá y ha decidido suspender cualquier nuevo negocio de estas características en el barrio.