La N-340 es uno de los principales ejes de movilidad del territorio. El tráfico de vehículos es constante, ya sea entre los trabajadores del polígono petroquímico sur, los vecinos de los barrios de Ponent y los residentes de las poblaciones más próximas que lo utilizan en su día a día. Es una carretera de paso, que no se ha deshecho de su carácter de antigua nacional, una impronta que poco a poco podría empezar a perder para convertirse en el gran eje cívico del Camp de Tarragona.
Y es que el trazado de la antigua N-340 siempre ha sido la apuesta que ha defendido el Ayuntamiento de Tarragona para que se abra paso el futuro tranvía desde Vila-seca. Una opción que ahora estudiará el Govern de la Generalitat, después que se descartara definitivamente la utilización de la línea convencional de Adif. «Desde el punto de vista de Tarragona siempre defendimos que era una opción inviable que hacía que el proyecto no fuera nada atractivo, ya que no había ninguna intermodalidad y pasaba por zonas en las que no vive la gente, por lo que era complicado generar una masa crítica suficiente para que fuera viable el proyecto», argumenta el alcalde de Tarragona, Pau Ricomà.
La administración catalana lo ha visto con buenos ojos. «El tranvía debe religar donde vive la gente», apuntaba al respecto el secretario general de Infraestructures de la Generalitat, Ricard Font, la semana pasada antes de reunirse con los alcaldes. Tan solo los barrios de Ponent suman alrededor de 40.000 vecinos, una masa potencial de usuarios que multiplica exponencialmente las previsiones iniciales.
El futuro trazado aún no está definido. El objetivo es avanzar con su tramitación mientras empieza a trabajarse en la primera fase del proyecto, desde Cambrils a Vila-seca. Según las previsiones de la Generalitat, en otoño saldrán los estudios informativos de esta segunda parte, para abrir el periodo de alegaciones que permitirá iniciar el proyecto constructivo, previsto para el segundo semestre del año que viene. Un trabajo que Font ya anticipó que «lo haremos hablando con los ayuntamientos» y que genera grandes expectativas no tan solo para Tarragona, sino también para La Canonja y Vila-seca, que serían los tres municipios directamente más afectados.
El estudio informativo determinará si el tranvía pasará aprovechando el trazado de la antigua nacional o lo hará entrando a los barrios. «Debemos seguir trabajando para estudiar bien las diferentes opciones para ver cuál es la opción que se integre mejor con los barrios y que sea útil para la gente sin que sea demasiado complejo, porque si hacemos demasiadas paradas pueden retrasarse los recorridos», añade Ricomà.
‘Dignificar’ y ‘repensar’
La Associació per a la Promoció del Transport Públic (PTP) considera que esta opción, que permitirá la llegada del tranvía a la Imperial Tarraco, «es muy buena solución». No obstante, su portavoz en el Camp de Tarragona, Daniel Pi, defiende que «es importante que el nuevo trazado llegue también a la futura estación intermodal y después a Vila-seca, ya que enlazas todos los generadores de movilidad y estás generando unos ejes muy importantes». Todas estas consideraciones técnicas serán las que deberán abordarse en los próximos meses, mientras que deberá estudiarse detenidamente si hay afectaciones por la proximidad de la industria química.
El especialista en temas de movilidad y profesor de Geografia de la URV, Aaron Gutiérrez, opina que la N-340 es «un corredor natural de conexiones que debería hacer más fácil y más directa una movilidad interurbana de forma fluida alrededor del transporte público». Pese a ello, opina que este eje está «mal ordenado», por lo que defiende que es clave «dignificarlo» y «repensarlo». Y esto pasa por «pensar en esta pieza como un conjunto, más allá de los tramos que afectan al propio municipio».
Tarragona ya está marcando sus prioridades. La administración local aboga por un su transformación de este eje en un «bulevard», eliminando definitivamente el carácter de nacional. «Apostamos por una N-340 más civilizada, más pacificada y con un peso importante para las personas y los viandantes», indica el alcalde Ricomà. Con más bancos, más vegetación, aceras más anchas y un carril bici que conecte con el centro y, en un futuro también con la futura estación intermodal, y por qué no, con un tranvía que enlazará también con los principales núcleos de población del Camp de Tarragona. «Desde el punto de vista de la movilidad es espectacular ya que ponemos los barrios de Ponent en el centro de la ecuación y es un beneficio que se verá cuando se ejecute», sigue argumentando Ricomà.
En esta línea el Ayuntamiento de Tarragona y el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana están abordando la ampliación del puente del Francolí, una infraestructura a la que quiere incorporarse una ala adyacente, exclusivamente para viandantes, bicicletas y patinetes. «Es un proyecto que al final también va en esta línea de que puedan desplazarse las personas sin vehículos contaminantes», indica el alcalde.
Nuevo paradigma
La carretera de las fábricas podría liderar esta lucha por la descarbonización del transporte en el Camp de Tarragona. Un cambio de paradigma que explica la transformación que quiere impulsarse con un proyecto del tranvía, que tiene por delante el importante reto de incrementar la cuota del transporte público, que ahora no alcanza el 20%.
Los cambios que se han introducido en estos doce meses, a raíz de las alegaciones, han hecho que este proyecto haya ganado «madurez», en palabras del alcalde. Las plataformas de viajeros también aplauden que definitivamente «se haya apostado por un sistema tranviario, con el ancho internacional y vehículos normales y corrientes».
La opción de entrar a la vía convencional de Adif no lo permitía. Unos cambios que, según Aaron Gutiérrez, van en la línea de «mejorar la integración con el tejido urbano y esto, aunque puede ser tan solo una cuestión de percepción, ayuda a ofrecer una imagen del transporte público más moderna, que no molesta y que dignifica el espacio público». Al otro lado de la balanza, la certeza de que todos estos cambios comportarán una «ralentización en cuanto a los tiempos». Sin embargo, todo apunta que ahora sí, el tranvía sigue adelante.