Pepa Plana es una actriz y payasa nacida en Valls el 2 de mayo de 1965. Fue la directora del Festival de payasas de Andorra, participó con el Cirque du Soleil y ha organizado espectáculos para refugiados con Payasos sin Fronteras. Ahora está en Tarragona para presentar hoy a las 21.00 h su última obra: Paradís Pintat.
- ¿Quién es Pepa Plana? - Una actriz y payasa teatral para adultos. Definirse a uno mismo cuesta. Suelen decir de mí que soy un referente en mi género. Llevo muchos años de oficio, así que debe ser por eso.
-
¿Cómo es un payaso? - Es un ser. No es un actor que interpreta a un personaje, sino un ser, único, que juega. Es muy optimista a pesar de que siempre fracasa. También es un ingenuo. Siempre lo que hace es para regalar y no se rinde nunca. Cada payaso que hay en el mundo es único.
-
¿Cómo es su tipo de payaso? - Yo soy una payasa teatral. Eso quiere decir que parte de una estructura dramática, con el hilo conductor de una fábula. Siempre para adultos, que son quienes mejor pueden comprender lo que intento transmitir. Creo de mis sueños mis espectáculos.
-
En su página web dice que la nariz del payaso es la máscara más pequeña del mundo, la que menos esconde y la que más revela. ¿Qué revela? - La máscara eres tú, la que te permite entrar en sitios que representan un símbolo. La nariz de payaso te ayuda, pero como no seas honesto te hará de chivata. La máscara revela y amplifica, pero no hace al payaso.
-
¿Cómo es ser mujer payasa? Es escribir desde tu feminidad, sin estereotipos. Una payasa te la has de inventar, así que las payasas nos estamos inventando. Las mujeres estamos muy acostumbradas a reír de un humor masculino, y ellos no saben reír del femenino. Lo importante es huir de los estereotipos masculinos de ‘la tonta’, ‘la fea’, ‘la gorda’ y tratar el humor desde nuestra feminidad.
-
¿Es duro ganarse la vida como payasa? - ¿Se puede ganar la vida de otra cosa? Yo me licencié en arte dramático y estudié en Tarragona, en la adorada escuela Emat. Era una escuela de teatro fantástica. De aquí me fui a Barcelona y entonces entré en la aventura sin nada que perder. No es para tirar cohetes pero me he ganado la vida, he disfrutado mucho y he estado en teatros impresionantes por todo el mundo. Por tanto no sé hacer otra cosa.
-
Hábleme de sus inicios. - Hacía teatro amateur en Valls, de muy jovencita. Veía a los grandes profesionales y lo que hacían y me hubiera metido en un baúl para irme con ellos. El gran acontecimiento fue saber que esto se estudiaba. Después de los estudios tuve que empezar el circuito de espectáculos. Además yo no escogí ser payasa, mi payasa interior me escogió a mí. Lo de ser mujer, payasa, yo sola, era una aventura que tenía que inventar.
-
¿Cómo es hacer de payasa para refugiados? - He hecho ya seis expediciones con Payasos sin Fronteras, y para hacer bien tu trabajo te has de apasionar pero no puedes implicarte. Cuando vuelves te entristeces, pero en el terreno no puedes dejarte llevar. Es un trabajo muy curioso. Doy mucho, pero recibo mucho más.
-
¿Es difícil hacerlos sonreír? - No es nada difícil. Al contrario. El humano tiene una gran necesidad de cantar, reír y en definitiva, vivir. Es mucho más difícil hacer reír aquí. Allí ves ojos brillantes. Y sobre todo los agradecimientos. Las gracias son lo mejor. La distancia más corta entre dos personas es la risa.
-
¿Ha sido una experiencia gratificante o dura? - Dura, para nada. Yo voy allí porque quiero. Eso sí, vives momentos extremos, pero sientes mucho la parte humana. Tengo que decir que una cosa es verlo y otra estar allí.
-
¿Cómo afrontó el proyecto del Cirque du Soleil? - Es un tren que pasa sin esperártelo. No lo había ni soñado pero me apeteció mucho. Yo tenía muchas ganas de saber qué era la creación con tantos medios. Eso sí, cuando se convirtió en una rutina supe que había llegado el momento de volar.
-
Hábleme de su espectáculo de hoy en el Metropol. - Paradís Pintat trata de un ángel que no quiere seguir en un cuadro pintado. Quiere volar y ser un ángel de la guarda. Pero decide que es mucho más fácil nadar que volar, así se convierte en ángel de la guarda del mar. Mezclo la realidad dura de los ahogados en el mar, pero de forma poética. Desde donde sale la emoción. Además el Metropol es un teatro único, uno de mis favoritos.
-
¿Su mejor experiencia como payasa? - Conocer a la gente que he tenido como referente e incluso convertirlos en mis amigos. Gracias a ser payasa he conocido y he estado en lugares maravillosos.