Durante décadas, la monumentalidad de la catedral ha conseguido eclipsar la visibilidad del Seminari, un magnífico edificio neogótico expresamente diseñado por August Font i Carreras para albergar la capilla medieval de Sant Pau en uno de sus patios. Tal y como nos comenta Marisa Jiménez, cuando la URV abandonó el complejo «existía la intuición de que el edificio debía restaurarse, un apuesta liderada años después por el arzobispo Jaume Pujol». Para dotar de sostenibilidad a este objetivo, «se hizo una apuesta por la cultura y el diálogo, abierta a la ciudad, con la posibilidad de acoger diferentes tipos de eventos».
El proyecto corrió a cargo del despacho barcelonés ON-A, un grupo de jóvenes arquitectos, «que diseñó un edificio que ha actualizado tecnológicamente los espacios, y ha integrado un discurso narrativo que explica la historia de Tarragona, con un recorrido de paneles que nos permiten entender dónde estamos ubicados, la tradición que tenemos y el patrimonio paleocristiano que atesora la ciudad. De hecho, los primeros santos de toda la península ibérica fueron tarraconenses, un dato frecuentemente desconocido en la propia ciudad. Tenemos una historia romana, evidentemente, pero también existe una continuidad, que explicamos en un vídeo para los visitantes. Creo que en este aspecto somos un gran activo para la ciudad».
Las obras se iniciaron el año 2012, afectaron a 7.000 m2, y se llevaron a cabo en dos fases para no tener que cerrar todo el edificio durante años. Primero se abordó una refoma impactante del patio de Sant Pau, y después se reformó el claustro del Sagrat Cor y la Biblioteca, un equipamiento abierto que desde el Centre Cultural desearían poder integrar en la red de bibliotecas públicas. «La afluencia ha mejorado mucho, pero la ciudad tiene necesidad de bibliotecas públicas, y de hecho la Part Alta no tiene ninguna. No es necesario crear nuevas cosas sino aprovechar lo que ya existe.
Estamos muy contentos de los alumnos de Lestonnac que suelen venir a estudiar, y nuestro objetivo ahora es conseguir integrarla en la red de bibliotecas de Tarragona, lo que ayudaría a cumplir los ratios que exige la Generalitat, que ahora no se cumplen. Ni siquiera la biblioteca de Gasómetre es de propiedad municipal. Se trata de firmar un convenio como el que tiene el Centre de Lectura con el ayuntamiento de Reus desde 1989. El proceso de integración se inició con el anterior consistorio, y ahora falta concretarlo con el actual. Con el sector público hay muy buena colaboración a nivel puntual, aunque nos gustaría tener un marco de relación más estable».
Últimamente se ha hecho pública la posibilidad de crear un hotel en la última planta del edificio, donde se situaba el seminario menor, con la posibilidad de ampliarlo en el futuro hacia la actual residencia sacerdotal. «Ése es un tema que lleva directamente el arzobispado, no el Centre Cultural. Nosotros somos una especie de sede de entidades que coordinamos los eventos que se organizan con las actividades que realizan todos los participantes en el proyecto: la Biblioteca, la Escola de Lletres, el Instituto de Ciencias Religiosas, la Residencia Sacerdotal, la Coral de la Catedral, la Asociación Bíblica…»
Durante los últimos años, el Seminari se ha convertido en un referente de la ciudad en la organización de eventos. «Acogemos actividades muy variadas, desde las propias del arzobispado hasta encuentros de todo tipo. Participamos en diferentes festivales culturales, como las Semanas Cantantes que se celebran en Tarragona cada dos veranos, en el Bouquet Festival que tenemos esta semana… También colaboramos con el mundo de la investigación, a través de diversas jornadas médicas y farmacéuticas que hemos acogido, por el interés de sus organizadores en aprovechar un espacio singular como el nuestro. Además tenemos todo el ámbito empresarial. Por ejemplo, SEAT celebró aquí la presentación del Tarraco para su red comercial internacional, reuniendo a trescientas personas cada noche durante mes y medio. Se han puesto algunos límites, para establecer una línea de fondo (por ejemplo, no acogemos bodas y banquetes) pero el perfil de los eventos es muy diverso».
Sorprendentemente, el grupo humano encargado de la coordinación de todas estas actividades es mínimo: «los conserjes a tiempo parcial, una persona de mantenimiento durante unas horas al día, y luego estoy yo. Me tengo que poner muchos sombreros diferentes a lo largo del día. Ni siquiera tenemos equipo comercial. Todo se ha conseguido con una red boca a boca. Estamos muy orgullosos porque lo concebimos como un servicio».
Teniendo en cuenta el protagonismo que asumió Jaume Pujol en el arranque y desarrollo del proyecto, la llegada de Joan Planellas no puede entenderse con un suceso menor en la marcha del complejo. «Una cosa que me ha gustado mucho del nuevo arzobispo es que ha dado prioridad a sus sacerdotes. Hace muy poquito que entró, y está en esa fase de escucha. Todavía no hemos tenido ningún contacto con él sobre el Centre Cultural».
De cara al futuro, a Marisa Jiménez le gustaría que el Seminari «sumara más con la ciudad, que hiciera más red a nivel cultural, que organizara más exposiciones, que fuera más conocido que ahora... Todavía existe esa imagen de que Tarragona termina en las escaleras de la Catedral. Aún llega gente que te dice que no había estado nunca aquí, pese a los años que llevamos en marcha. En otra ciudad sería impensable tener un equipamiento como éste y no explotarlo más.
A Tarragona le falta animarse a pensar en espacios únicos como éste y empezar a trabajar desde una óptica diferente, mucho más abierta e integradora. A nivel cultural, hasta ahora todo se decidía en un despacho. Deberíamos crear más mesas culturales, donde todos los agentes pudiesen colaborar asociativamente. Tenemos muchísimo recorrido por delante».