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La calle Sevilla, la resistencia comercial de Tarragona

Todos los locales de la calle están ocupados y hay negocios de todo tipo que funcionan. Su ubicación estratégica, el bajo precio de los locales y la ausencia de bares, las claves del éxito

08 noviembre 2024 11:07 | Actualizado a 09 noviembre 2024 07:00
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Una tienda de ropa, una farmacia, dos agencias de viaje, tres peluquerías y tres centros de estética, una tienda de vestidos de novia y otra para recién nacidos. También una bodega, una frutería, dos supermercados, una clínica dental, una administración de lotería y dos talleres de arreglos. Todo ello en tan solo 200 metros y en una calle que se puede recorrer en un minuto i dos segundos. Se trata de la calle Sevilla, la avenida que conecta la Plaça Ponent con las escaleras mecánicas del Vapor. Un eje que representa la resistencia comercial de la ciudad de Tarragona. Son tiendas de toda la vida. Negocios que han pasado de padres a hijos y locales que, al quedarse libres, se alquilan en pocos días. En este artículo intentaremos descubrir cuáles son las claves del éxito para que una calle tenga tanta vida y durante tantos años.

Abdel Ghani abrió una frutería en la calle Sevilla hace 14 años. También regentaba otra en la calle Reding, que acabó cerrando durante las obras del Mercat Central. «Aquí nos ganamos bien la vida. Es una zona de paso para todos los vecinos de la Part Baixa que van al centro neurálgico de la ciudad. Cuando van o vuelven, los clientes aprovechan para comprar el producto fresco», explica Ghani, propietario de Frutas Nadia.

Desde la puesta en marcha de las escaleras mecánicas de la calle Vapor, en el año 2008, la calle Sevilla ha sido el principal acceso al centro de la ciudad para los vecinos de El Serrallo y del Barri del Port. Necesariamente tienen que pasar por aquí, cosa que aumentan las probabilidades de que los clientes acaben entrando en una de sus tiendas. «Por eso para nosotros es tan importante que las escaleras funcionen. Cuando se estropean, nuestras cajas lo notan, se resienten», asegura Nani, la propietaria del centro de estética Nstyle.

Uno de los negocios históricos de la calle Sevilla es la agencia de viajes Emilio Tours, que abrió sus puertas en el año 1999. «Aquí también cierran negocios, pero sí que es verdad que enseguida se vuelven a ocupar», dice Meritxell Gallart, propietaria de la agencia, quien coincide con la mayoría de comerciantes en que «la calle Sevilla es una calle estratégica». Gallart también opina que otra de las claves del éxito comercial de la vía podría ser que los locales que hay son pequeños y más accesibles que en otros puntos muy cercanos. «Aquí puedes encontrar un local por 600 euros, cosa imposible a tan solo una calle, donde los alquileres pueden llegar a 1.200 euros», añade Gallart.

Otra de las curiosidades es que en la calle Sevilla no hay bares. Los pocos que ha habido han acabado cerrando. No han funcionado. «Y menos mal. Así nos ahorramos las sillas y las mesas en medio de la acera», dice Antonio García, un vecino, quien opina que la ausencia de negocios de restauración beneficia al comercio.

Los empresarios entrevistados aseguran que muchos de sus clientes son vecinos de la misma calle y de otras adyacentes. Es el caso de Mercè Grau. «Aunque sea poca cosa, siempre intento comprar en el barrio. Quiero que las tiendas se mantengan abiertas durante muchos años», explica Grau, quien añade que «el comercio es iluminación, y la iluminación es seguridad».

La calle Sevilla también es conocida por contar con talleres de arreglos, como por ejemplo el mítico Kiss Rioné, dedicado a la reparación de zapatos.

Un pasado con historia

Una de las empresarias más antiguas de la calle Sevilla y de la Plaça Ponent es Neus Montcusí, propietaria de la tienda de ropa Madonna, que abrió sus puertas hace 52 años. Asegura que la calle Sevilla «siempre ha sido un buen eje. Una calle de paso, con comercios de mucha solera». Montcusí fue una de las impulsoras de la asociación de comerciantes Ponent, una entidad que nació hace 50 años y que ya no existe, y que pretendía dinamizar y dar vida a este entorno comercial. Organizaban fiestas y desfiles, entre otras cosas. Fue lo que más tarde ha sido la Via T para toda la ciudad. «Seguro que alguna cosa tendrá que ver este pasado asociativo con el éxito de la calle al cabo de los años», comenta Montcusí.

El Celler Rovira sigue

Alfonso, Lorenzo y Oriol también opinan que la calle Sevilla es sinónimo de éxito. Ellos son los tres jóvenes que han decidido cambiar sus vidas y ponerse al frente del Celler Rovira, tras la jubilación del antiguo propietario.

Alfonso es sommelier, Lorenzo enólogo y Oriol coctelero. Tienen muchas ganas de tirar adelante un negocio que ya llevaba más de treinta años funcionando. «La idea es transmitir nuestros conocimientos del mundo de la enología», explica Alfonso. Estos emprendedores quieren ampliar la oferta, y montar una zona de degustación, con productos como el café de especialidad, el vino, los destilados y el aceite.

Todo apunta a que Alfonso, Lorenzo y Oriol va a triunfar en esta nueva etapa. El anterior propietario, Josep Maria Rovira –muy conocido en la zona–, tenía una clientela muy fija. «Además, nos hemos dado cuenta de que pasa mucha gente por esta acera», añade Lorenzo.

La calle Sevilla es un ejemplo de resistencia comercial en la ciudad de Tarragona. Su ubicación, los negocios con solera, la ausencia de bares y el precio de los locales, podrían ser las claves del éxito.

También hay reivindicaciones

No todo es positivo en la zona. Los empresarios con negocio de la calle Sevilla también reivindican que los actos para dinamizar el tejido comercial se descentralicen y se repartan por toda la ciudad, y no solo en la Rambla Nova o en la zona del mercado. «No puede ser que a partir del Mercat hacia abajo, parezca que no existamos», dice la propietaria de un comercio.

Otra de las peticiones a modo de queja tiene que ver con las escaleras mecánicas que unen las calles Vapor y Zamenhof. «Necesitamos que funcionen cada día. Si no es así, lo acabamos notando en

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