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José Manuel Núñez Domínguez, figura emblemática de nuestra Semana Santa

La Cofradía del Cristo del Buen Amor cumplió 30 años el pasado 13 de mayo. Tu recuerdo y tu huella son imborrables

12 marzo 2024 20:37 | Actualizado a 13 marzo 2024 07:00
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La pasada Semana Santa se cumplían diez años de tu última aportación y soporte emocional José Manuel, aunque ya enfermo, pues nos dejaste definitivamente unos meses más tarde, el 17 de octubre de 2013. Tu legado, la Cofradía del Cristo del Buen Amor, cumplió 30 años el pasado 13 de mayo. Tu recuerdo y tu huella son imborrables.

Dicen en su estribillo los goigs en alabanza del Cristo del Buen Amor: «Dios, por vuestra pasión llena de amargura y de dolor sois en mar de tanta pena el puerto del Buen Amo». Qué dos sentimientos tan contrastados y a la vez tan unidos como el Buen Amor y la Amargura recordando aún tu sentida despedida en el Santuario del Loreto junto con tantos amigos y hasta el final arropado por «tus costaleros» y «tu banda de tambores», ahora ya una consolidada Agrupación Musical, orgullo de nuestra ciudad.

Estos símbolos de los dos pasos de la cofradía que fundaste y a la que dedicaste todas tus energías hasta tu enfermedad están presentes en una vida llena de situaciones en que a lo largo del tiempo conviven momentos de amor y amargura. Situaciones personales, familiares, profesionales generan actos y reacciones que producen estos efectos en principio tan diferentes.

Te conocí José Manuel antes de nuestra relación en la Semana Santa Tarraconense. Fue en encuentros, en Tarragona y Cambrils, de padres comprometidos con el espíritu y el ideario de La Salle. Fue por razón de nuestros hijos, el tuyo, Francisco Javier y el mío, Sergi. Con el tiempo, obviamente en ámbitos y por caminos distintos, los dos son, desde hace años, educadores lasalianos. Fueron nuestros primeros encuentros.

Después sí... llegó nuestra relación a través de la Semana Santa, con tu sentimiento profundo para integrarte en ella y tu perseverancia y trabajo de tantos años. Y fue el 16 de febrero de 1995, en que como secretario de la Congregació de La Sang te comuniqué oficialmente como Presidente-Hermano Mayor la autorización escrita para participar en la Procesión del Santo Entierro. Te puedo asegurar, y tú lo supiste siempre, que lo hice con profunda satisfacción, convencido del proyecto y sus posibilidades, y guardo un gratísimo recuerdo de aquel café emocionante. Recuerdo tus palabras: «No seremos un problema, es la Semana Santa de Tarragona y sé lo que puedo y lo que no puedo hacer».

Mi agradecimiento por darnos todo lo que nos diste a la Semana Santa Tarraconense

Mi relación contigo continuó estrechándose como compañero de la Semana Santa Tarraconense intentando colaborar con la cofradía y contigo en la organización para facilitar tu trabajo e ilusiones. Y quise ser cofrade, de corazón, desde el instante de recibir emocionado de tus propias manos la medalla de la Cofradía, sin merecerlo, en un momento íntimo y sentido, solos los dos en la Casa de La Sang, y ante la venerada imagen del Sant Crist de La Sang, centro de nuestra Semana Santa. ¡Que emotivo abrazo!

Con la construcción del paso de la Virgen de la Amargura con San Juan Evangelista quisiste que el paso tuviera sus goigs como todos los demás de la Semana Santa y nos encargarte la edición a los Gogistes, pero además quisiste que yo hiciera la presentación en un acto institucional en la capilla de la cofradía. Que mejor regalo para un gogista y «semanasantero» que como presidente de Gogistes Tarragonins pudiera presentar un goig de la Semana Santa... Era el 4 de abril de 2009. Fue otro momento precioso, inolvidable. Recuerdo aún mis palabras y el estribillo de los goigs: «Nuestra Señora de la Amargura, con San Juan Evangelista, nos conduzca al Señor, el Cristo del Buen Amor». En este acto además pudimos coincidir con tu hijo Francisco Javier que siendo autor de la letra y la música se convirtió en colaborador de Gogistes Tarragonins, deleitándonos con la interpretación.

No quiero dejar estas palabras contigo sin hacer referencia a otros encuentros, pero estos quedan en nuestra intimidad... son los más personales y profesionales. Gracias por tu confianza y la de tu familia que nunca podré agradecer suficientemente.

Tú ahora, buen amigo, ya estás con el único Cristo del Buen Amor, el vivo y verdadero. Mi agradecimiento infinito por nuestra amistad, por ser como fuiste y por darnos todo lo que nos diste a la Semana Santa Tarraconense.

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