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Hoy el edificio de Teresianes en la Rambla cumple 100 años

La construcción modernista, una de las emblemáticas de la Rambla, llega hoy al centenario. Proyectada como escuela desde el principio, ha sido testigo vivo de la historia de Tarragona

28 septiembre 2023 20:41 | Actualizado a 29 septiembre 2023 07:00
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Alba Román y Daniel Parkinson son estudiantes de Bachillerato y van a las Teresianes desde P3, así que se han pasado media vida en uno de los edificios más reconocibles de la Rambla Nova. Ambos han escuchado aquello de que su cole parece sacado de una película de Harry Potter y los dos reconocen sonrientes que el edificio es de aquellos llenos de detalles que marcan la memoria infantil. «De pequeños nos gustaba mucho explorarlo», recuerdan.

Hoy se cumplen justo 100 años desde que las hermanas Teresianas se trasladaron a vivir y a enseñar al edificio ideado por Bernardí Martorell Puig, secretario de Antoni Gaudí. La orden religiosa había sido fundada en la ciudad en 1876 y desde el principio las hermanas habían regentado un colegio para niñas. Antes de construir en la Rambla Nova (entonces Rambla de San Juan) habían estado en alquiler en otros siete edificios. Las monjas, de hecho, se mudaron al edificio actual todavía sin terminar tal día como hoy porque el 1 de octubre se les terminaba el contrato en la casa del carrer Cavallers donde estaban.

Abrirse a la ciudad

Francisco Sardaña, director de la escuela, explica que la intención, ahora que se cumple el centenario, es abrir la construcción a la ciudad. «Es un edificio que todo el mundo reconoce pero que mucha gente nunca ha visto por dentro», reconoce.

Para ello, entre los actos del centenario incluirán exposiciones abiertas a la ciudadanía. La primera será una muestra fotográfica que se inaugurará hoy y que contará con personajes caracterizados de la época modernista en que se levantó el edificio. Ya el año próximo se realizará una visita guiada, pero, explica Sardaña, la idea es ofrecerse al Ayuntamiento de Tarragona para que el edificio sea visitable por la ciudadanía.

Médico de cabecera

Para el reportaje contamos con el arquitecto Carles Penalba como guía. Tal como reconoce, sus hijas estudiaron allí en parte por su fascinación personal por el edificio, «porque los edificios educan», insiste. Actualmente está preparando un detallado informe sobre la conservación y las oportunidades de mejora del edificio. Sardaña dice que Penalba es lo más parecido a un médico de cabecera de la construcción, que está protegida como Bien Cultural de Interés Local.

La Guía de Arquitectura de Tarragona editada por el Col·legi de Arquitectes explica que «el edificio destaca por el gran arco de catenaria del acceso principal, escoltado por dos arcos simétricos» y añade que cuenta con «un orden y una serenidad que se alejan de los modernismos más extremos».

Una de las curiosidades es que pese a que la característica más reconocible de la fachada es que es de obra vista, en realidad solo una parte de los ladrillos iban a la vista y el resto debían ser recubiertos; lo que pasa es que nunca se acabó. «La suerte es que todo está tan bien hecho que apenas se percibe», dice Penalaba.

Nada más entrar, comenzando por el imponente hall de acceso, se percibe una de las peculiaridades que recuerdan que estamos en un edificio centenario: los pasillos son amplios y los techos, altísimos. Otra de las peculiaridades es que desde el principio fue pensado para escuela y siempre ha tenido el mismo uso, algo poco frecuente en edificios con tanta historia. Además, desde el punto de vista de confort climático, Penalba asegura que está muy bien pensado.

Rincones para perderse en este edificio de tres plantas y un subterráneo que ocupa casi una manzana hay muchos, así que pedimos al arquitecto que nos enseñe algunos singulares. Uno de ellos es un patio interior en el área de infantil. Es luminoso pero a la vez hay algunos grados menos que en la calle. La labor de albañilería de las paredes es impresionante.

Otro sitio insólito es el que está justo debajo de la capilla. Es el antiguo depósito de agua de la escuela, ahora convertido en sala de ensayos para los alumnos que estudian percusión. Apunta Sardaña que el mantenimiento de un edificio de estas características es complicado y costoso. Lo cuenta mientras enseña la carpintería de madera de ventanas y puertas. Además del mantenimiento habitual, con motivo del centenario se restaurarán algunos elementos cerámicos que formaban parte de la decoración, entre otros.

En estos 100 años el edificio ha sufrido no pocas vicisitudes; seguramente las más importantes, durante la Guerra Civil. En 1936 el edificio fue confiscado y sirvió de sede de UGT (lo que le salvó de ser incendiado) y en 1938 cayeron sobre él tres bombas en dos momentos distintos.

Hoy estudian en la escuela unos 750 alumnos de 3 a 18 años de ambos sexos (inicialmente era una escuela de niñas) y viven seis religiosas de la comunidad de Teresianas en Tarragona.

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