El enlace entre Tarragona y Reus cambiará notoriamente su aspecto en poco tiempo. Primero con la puesta en marcho del Anillo Mediterráneo y más adelante también con la esperada inauguración de Ikea, que relanzará la apuesta comercial del sur de Catalunya. Este entorno sumará nuevo dinamismo e incrementará su atractivo de cara a la atracción nuevas actividades e inversiones. Pero, ¿de qué usos estamos hablando?
El extremo tarraconense está prácticamente definido.No obstante, desde la macro rotonda de Les Gavarres hacia Reus hay posibilidades aún por explorar que deben servir para relanzar este eje cívico. ¿Tiene sentido seguir el desarrollo de un polígono logístico como es el CIM del Camp en una zona tan estratégica? ¿Hay otras actividades de valor añadido, como en su momento se apuntó el Campus de la URV, que puedan beneficiarse de esta centralidad? Propuestas encima de la mesa ha habido unas cuantas. Desde un barrio alrededor de la estación Intermodal, con un campo de golf incluido, a un parque hotelero y oficinas. Iniciativas que están o que en algún momento han estado encima de la mesa y que deben servir para tejer este espacio como un auténtico motor de desarrollo.
Oportunidad para la innovación
El único documento que habla sobre al respecto es el Pla Director Urbanístic (PDU) de l’Àmbit Central del Camp de Tarragona. Elaborado por la Generalitat en la etapa del Tripartit, éste no llegó a aprobarse definitivamente. En parte, porque «los Ayuntamientos son especialmente celosos de su autonomía urbanística», pero también por la fragmentación territorial en algunos ámbitos de este entorno, con múltiples propietarios. Así lo reconoce Antonio Font Arellano, catedrático de Urbanística de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC) y quien fue uno de los artífices del Pla Director Urbanístic de l’Àmbit Central del Camp de Tarragona.
Font hizo un articulo en el que habló sobre el entorno de la T-11, publicado en la revista ‘Ciudad y territorio’, en el que recoge que éste: «Es un espacio de oportunidad para la localización de nuevas iniciativas innovadoras, como eje de conexión entre la nueva Estación Central y las dos principales ciudades». En su escrito da una visión muy amplia sobre la emergencia de una metrópoli territorial. Preguntado más concretamente sobre el eje que comunica estos dos núcleos de población afirma que la asignatura pendiente es «religar» los barrios residenciales, con el parque deportivo y la zona comercial. «Ahora mismo hay un conjunto de piezas que deben ordenarse en el conjunto».
Tras una trayectoria de 46 años proyectando ciudades, este urbanista considera que esta vía «que ahora no tiene nada», podría convertirse en «un Passeig de Gràcia o de la Castellana si fuéramos capaces de ligar bien todo lo que hay en los alrededores. Se ve que es un eje potentísimo y dentro de veinte años lo veremos».
‘Podría ser un Passeig de Gràcia o de la Castellana si fuéramos capaces de ligar bien’, Antonio Font Arellano, UrbanistaApela a la necesidad de que «alguien mire este espacio en su conjunto para sacarle lo máximo». Y, tal y como recoge, el PDU defiende la «mixtura» de usos, es decir, «terciario, deportes, hotelero y restauración».
Hay dos aspectos clave para resolver este rompecabezas. Uno, sobre el futuro de la Estación Central o Intermodal, mientras que el otro hace referencia a los terrenos de Cimalsa, junto a La Boella, en los que debe desarrollarse la segunda fase del CIM del Camp.
La Estación Central
En un momento en el que se ha abierto el debate sobre si la estación debe construirse en este punto o moverse más hacia el sur, en el nudo de Vila-seca, Font afirma que esta segunda opción «sería muy equivocada». «En un futuro todos los aeropuertos que no tengan apoyo del AVE irán a la baja. Puede suponer un empuje enorme de cara a esta infraestructura».
Está convencido de que este equipamiento representaría «la bisagra» y así lo concibió en el proyecto que le encargó el Ayuntamiento de Reus y que se ajustaba a las directrices que marcaba el PDU. En éste, se ordenaba un sector de más de 50 hectáreas en forma de semicircunferencia entre Reus, La Canonja y Constantí. El mapa adjunto muestra como se diseñó esta pieza en la estación ferroviaria compartida modalidad con una estación de autobuses y el tranvía. Además se proyectó una urbanización con oficinas, comercio, hoteles y en los extremos una gran zona ajardinada para practicar el golf.
La propuesta dependerá de lo que se acabe haciendo o no una estación que ya tenía proyecto y consignación presupuestaria cuando finalmente se pararon las obras.
¿Más logística?
El segundo ámbito a desarrollar es el CIM del Camp. Inicialmente se urbanizó la primera fase, de 42 hectáreas, dedicadas a la logística y sus servicios. Además hay una segunda fase de 39 hectáreas, pendiente de desarrollar y que algunos urbanistas consideran que debería hacerse un cambio en el proyecto y abandonar la actividad logística por otra con más valor añadido.
No es la intención que pretende Cimalsa. Este organismo que depende de la Generalitat considera que «la segunda fase debe tener una coherencia con lo que ya tenemos». Así lo apunta su presidente, Isidre Gavin, quien destaca que el CIM es una iniciativa con «mixticidad» de usos, en el que «predomina la logística, pero que también incluye una serie de parcelas de cara hoteles, oficinas y servicios».
Prácticamente la totalidad del suelo incluido en la primera fase está ocupado, a excepción de unas parcelas que quedan junto al edificio del 112. Y precisamente éstas son las que están pensadas de cara al desarrollo de instalaciones hoteleras. Gavin asegura que son terrenos que «están en el mercado a la espera de un comprador que las explote». Y, de hecho, apunta que en algún momento ya ha habido interesados para construir hoteles en ruta. «Es un punto muy bien comunicado entre Tarragona-Reus y con el aeropuerto, que puede generar una necesidad entre las personas que están de paso, por lo que tiene mucho sentido», describe Isidre Gavin.
El 80% de los terrenos de la primera fase están ocupados. Prácticamente tan solo faltan estas parcelas por las que Cimalsa no ha encontrado aún un comprador. Por lo que se está acelerando toda la tramitación administrativa de cara a poder emprender la segunda fase del proyecto.
La larga tramitación del POUM en Tarragona y posteriormente también del de La Canonja, que ya está en la etapa final, han alargado este periodo. No obstante, la administración catalana espera que en el periodo de uno a dos años «podamos iniciar los estudios de implantación de los clientes».
En esta segunda fase no hay suelo disponible de cara a actividades de ocio, recreativas o hoteleras. «La especialización es logística, pero en ningún caso estamos hablando del 100% de los terrenos».
En este puzzle que es la T-11, Tarragona, Reus y La Canonja son los tres municipios que deberán ponerse a hablar algún día para poder compactar el conjunto de las servicios y equipamientos. Sin embargo, en estas conversaciones, no puede quedar excluido Constantí. Los límites del municipio no tocan con la autovía, pero el párking de Les Gavarres, por ejemplo, es constantinense. Los terrenos son privados, por lo que el Ayuntamiento no puede hacer nada. Pese a ello, su alcalde, Oscar Sánchez, defiende que «estamos en medio, por lo que cualquier decisión nos puede beneficiar». Y, en este sentido, apela a la necesidad de que la T-11 represente «la apuesta del conjunto del Camp de Tarragona para mejorar y agilizar la red de transporte público».