La pandemia de la Covid-19 ha sacudido la economía en el último año y medio. De un día para otro, algunos de los principales sectores veían como tenían que parar por completo su actividad, que en algunos casos aún está en fase de recuperación a causa de los diferentes brotes. En medio de este contexto, es importante fijarse en las cifras que presenta el sistema portuario, que sirven como termómetro de la economía del país.
Según los últimos datos disponibles, durante el pasado mes de mayo, el Port de Tarragona movió 2,52 millones de toneladas, lo que representa un 37,8% más que el mismo periodo del año anterior. La actividad registrada en los cinco primeros meses del año sitúan el enclave tarraconense en una tendencia al alza sostenida que empezaba a hacerse evidente a partir del mes de agosto del año pasado. Tarragona es uno de los puertos de ámbito estatal que más crece, con un 10,2% de acumulado a lo largo del primer cuatrimestre en comparación con el mismo periodo de 2020.
Desde inicios de año han crecido las llegadas de barcos y la perspectiva es cerrar este ejercicio con unos treinta millones de toneladas movidas, lo que permitiría poder hablar de nuevo de un año ‘normal’. Si 2020 fue el año de la pandemia, la situación actual hace pensar que este 2021 será el de la recuperación y el que viene el de construir. Y es que, aunque la actividad mundial sufría una sacudida considerable, en los despachos del Port de Tarragona seguía adelante el despliegue de una estrategia que tiene marcado en rojo en el calendario el año 2023.
30 millones de toneladas es el tráfico previsto para este año en el Port de Tarragona, a partir de los datos que se han registrado hasta el momento
Responde a la estrategia Horizonte 2023, una fecha explosiva para el Port de Tarragona en el que coincidirán hasta cinco proyectos, que marcarán el futuro de esta infraestructura en los próximos años. La semilla está plantada. De hecho, en algunos casos la tramitación de estos proyectos empezó hace más de dos décadas y ahora ha llegado el momento de empezar a ver los resultados sobre el terreno. Es el caso de la PortTarragona Terminal Guadalajara-Marchamalo, una infraestructura cuyas obras arrancaron el pasado 23 de junio y que quiere ser una punta de lanza para abrir un canal estratégico para la carga general.
Responde a la estrategia para diversificar los tráficos y dejar de depender tanto del sector petroquímico. Y una de las acciones que ya está en marcha pasa por plantarse en el Corredor de Henares, con una terminal de 150.000 metros cuadrados, en medio del principal eje de mercancías de la Península Ibérica.
Esta infraestructura supondrá una puerta abierta al mar para las empresas exportadores e importadores de Madrid y el área metropolitana de Castilla-La Mancha, en apenas seis horas de trayecto en ferrocarril.
Esta iniciativa está estrechamente relacionada con otros dos proyectos, en este caso dentro del ámbito portuario, y que van en la misma línea. Por un lado, la ampliación de la terminal ferroviaria de La Boella, impulsada de forma conjunta con CTC (Combi Terminal Catalunya). Esta supondrá una inyección económica de más de veinte millones de euros y prevé, en un horizonte máximo de cuatro años, alcanzar su plena capacidad en la operativa, que será de ocho trenes diarios de entrada y otros ocho de salida.
Por otro lado, 2023 también será el año de la ZAL, con un millón de metros cuadrados de superficie y que supondrá el mayor ‘almacén’ logístico del territorio.
En este puzzle, hay que sumarle dos piezas que acaban de completar esta estrategia de crecimiento y que, aunque no se sitúan estrictamente dentro del ámbito del puerto, acaban de completar el diseño de esta planificación. En primer lugar, la finalización de las obras del túnel del Coll de Lilla, que permitirá reforzar las comunicaciones con el hinterland interior, del que dependen los tráficos agroalimentarios. Y, por el otro, la entrada en funcionamiento del esperado tercer carril, que hará efectiva la conexión con el Corredor del Mediterráneo, con el ancho europeo.