Elisabeth, Dolors y Andreu, apenas ven la calle estos días; imbuidos como están en los preparativos de la inauguración de su librería, El Soterrani, en la calle August 50. El nuevo negocio, que abrirá sus puertas el próximo sábado, es una cooperativa de trabajo; un modelo por el que optan cada vez más emprendedores en la ciudad.
Los tres tienen años de experiencia en el mundo del libro (coincidieron trabajando en La Capona) y en verano pasado comenzaron a pensar en montar un negocio propio. «Pensamos desde un principio en una cooperativa porque era la estructura que nos interesaba. Queríamos trabajar y tomar las decisiones los tres», resume Andreu.
Reconocen, no obstante, que aunque todos sabían mucho de libros, tenían menos idea de lo que supone poner en marcha un negocio, por lo que agradecen mucho el haber podido participar en el Programa Tarragona Economía Social i Solidària (TESS) que organiza el Ayuntamiento de Tarragona y donde obtuvieron las herramientas para concretar su idea.
Lo que más les ha costado (además de elegir los casi 3.000 libros con los que arrancará la librería) fue, con diferencia, la burocracia. «Si no llega a ser por CoopCamp (ateneo cooperativo impulsado por la Generalitat) no sé cómo lo habríamos conseguido» apunta Elisabeth.
Los tres han colocado sus ahorros en el proyecto y si se les pregunta si consideran que hay espacio para nuevas librerías en la ciudad responde convencidos que «sí». Creen además, en que es posible sumar esfuerzos con las librerías ya existentes.
Explica Dolors que la librería está destinada a todos los públicos y todas las edades, aunque con especial énfasis en los intereses de los tres: novela negra, histórica, ciencia ficción y fantasía. No obstante, si no tienen algún título lo pedirán a las editoriales y ofrecerán y recibirán recomendaciones como libreros de toda la vida que son.
Un modelo en auge
El Soterrani es una de las 319 cooperativas que hay en el Camp de Tarragona según el registro del Departament d’Empresa i Treball de la Generalitat. La cifra ha aumentado prácticamente cada año desde 2015 cuando eran 271.
Parte del impulso es atribuible a la puesta en marcha del Ateneu Cooperatiu del Camp de Tarragona, CoopCamp (uno de los 14 que hay en Catalunya). Desde entonces han asesorado 783 proyectos económicos que han generado la creación de 280 trabajos directos y 54 nuevas cooperativas.
Pero tal vez lo que más llama la atención es el mantenimiento de las cooperativas existentes pese a la pandemia de Covid 19 y a la crisis. Gerard Nogués, miembro de la Secretaría Técnica de CoopCamp explica que tradicionalmente las cooperativas «tienen una gran capacidad de adaptación tanto en situaciones de bonanza como de crisis, porque el funcionamiento y el capital están en manos de los trabajadores».
«Lo pasamos mal, como cualquier iniciativa de emprendimiento», explica, pero una de las claves es que todo está montado alrededor de proteger el trabajo. «Así como delante de una crisis y una bajada de ingresos en otras empresas la primera medida es despedir plantilla; en una cooperativa esta es la última de las opciones». Antes pueden decidir, por ejemplo, restringir sueldos temporalmente.
Actualmente los ateneos están trabajando en elaborar un perfil de las personas a quienes acompañan a emprender, pero a grandes rasgos una de las grandes coincidencias es que la mayoría de los proyectos están liderados por mujeres. Además hay una parte significativa de personas que ya están trabajando y se están planteando una oportunidad en otro proyecto profesional.
Los ámbitos a los que se dedican, además, son de lo más variados, pese a que la imagen más reconocible todavía sigue siendo la de las cooperativas agrarias.
Uno de los sectores estratégicos en los que el ateneo asesora a las cooperativas es para presentarse a las licitaciones públicas de las distintas administraciones. Admite que no es sencillo porque los equipos humanos de las cooperativas suelen ser pequeños y los procesos burocráticamente complejos y pesados.
En este sentido les animan a juntarse con otras cooperativas para licitar juntas. Se trata, dice de una «gimnasia de intercooperación», de tejer red, en el que las cooperativas locales ya comienzan a trabajar.
Bajo un mismo techo
Un ejemplo claro de la cooperación entre cooperativas es La Teulada, Xarxa Cooperativa de Tarragona impulsada por 13 entidades de la ciudad. Se constituyeron en 2021, saliendo de la pandemia, y hace unas semanas dieron un paso adelante al inaugurar su propio local en el número 22 de Pin i Soler.
Explica Albert Papell, miembro de l’Escamot, una de las cooperativas participantes, que una de las ventajas de estar en un espacio de coworking es el poder aprender de las experiencias de otros. «Hay una combinación de historia y nuevas maneras de hacer y eso nos enriquece». Además están estableciendo contactos con otros polos de cooperativismo de Catalunya.
Entre las cooperativas hay gran variedad de sectores de negocio, des la movilidad sostenible, como en el caso de l’Escamot, hasta las que se dedican a la educación o a la comunicación y el diseño.
Es común, además, que las cooperativas locales encarguen los servicios que necesitan a otras cooperativas, o que se junten con ellas para poner en marcha sus proyectos «es nuestra manera de llegar más lejos», concluye.