Cuando apenas faltan diez días para la constitución de los ayuntamientos, una cuarentena de municipios de la demarcación de Tarragona tienen en el aire la elección de alcalde. Entre estas localidades donde persiste la incógnita figura la capital, Tarragona. Lo mismo sucede en Barcelona, donde, por el carácter de capital de Catalunya, la batalla de los pactos se ha convertido en una cuestión de Estado. En Tarragona la opción a dilucidar es si la alcaldía recae en manos del actual edil, Josep Fèlix Ballesteros, que ganó las elecciones en número de votos aunque por escaso margen, y Pau Ricomà, cabeza de lista de ERC que quedó en segundo lugar igualando el números de concejales de los socialistas. Las cartas están todas boca arriba con excepción de los dos concejales de la candidatura de En Comú Podem que todavía no se han pronunciado. ERC sabe que cuenta con el apoyo de Junts per Tarragona (antigua Convergència) y la CUP, pero los doce concejales que suman juntos son insuficientes para alcanzar la mayoría absoluta para desbancar a Ballesteros que, además, como fuerza más votada, tiene la prerrogativa de hacerse con la vara si el resto de formaciones no alcanzan las 14 sillas del pleno. El líder socialista, por su parte, ya sabe que cuenta con el apoyo de Ciudadanos y del PP. Las tres formaciones constitucionalistas elevan su fuerza hasta los 13 escaños, a uno de la anhelada cifra que marca el umbral mayoritario. La llave, como ha quedado dicho, está en manos de En Comú Podem, una coalición electoral de izquierdas que agrupa una dispar amalgama de tendencias ideológicas que hoy intentamos descifrar en las páginas del Diari. Hasta ahora, las dos opciones se han configurado en base a la tendencia independentista o bien constitucionalista. En los militantes de las formaciones agrupadas en la candidatura de En Comú Podem hay de todo, por lo que resulta impredecible cuál será la decisión final que adopten. Es el tributo del sistema de elección indirecta que se resolvería con una segunda vuelta: Ballesteros o Ricomà.
