El virus se ensaña más con los barrios que con el centro de Tarragona

Los datos de Salut muestran una mayor incidencia de la Covid-19 en zonas de la periferia como Ponent o Sant Salvador, y en otros municipios de rentas bajas como Constantí

21 noviembre 2020 19:10 | Actualizado a 22 noviembre 2020 16:43
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Hay más virus en Torreforta que en el centro de Tarragona, y más en lugares como Constantí y Sant Salvador que en Llevant. Un análisis del impacto de la Covid-19 por áreas básicas de salud muestra una afectación desigual entre la periferia y los centros y refuerza las tesis del reguero de estudios que constatan una dimensión socioeconómica de la pandemia desde el punto de vista sanitario: las clases más bajas son más propensas a contagiarse y a padecer más los estragos del SARS-CoV-2.

«Es algo global y transversal. Hace años que pedimos incluir a los indicadores sociales en la salud, en aras de conceptos como la sociología de la salud. Es algo que aparece en cualquier estudio de ciencias sociales que trabaje con la salud», explica Elisa Alegre, antropóloga, profesora en la UOC y la URV y doctoranda en Antropología Médica. Alegre mantiene que «hay que huir de esas justificaciones que dicen que en los barrios pobres o con rentas más bajas se cumplen menos las normas» y señala unas «condiciones estructurales o de vida concretas»: «En los barrios más empobrecidos, el tipo de trabajo que se suele tener no es virtualizable. Hablamos de la gente que trabaja en hostelería, en la obra, en los supermercados… en lugares de primera línea que, de hecho, se consideraron, algunos de ellos, esenciales durante el confinamiento. Muchos tuvieron que seguir trabajando. En algunos casos coinciden con que los puestos más precarios son los que no se pueden hacer a distancia.

Ese escenario arroja diversas derivadas de riesgo de contagio. «Esas circunstancias implican una mayor movilidad y más uso del transporte público. Pero el tipo de vivienda también influye. En ocasiones en un piso de 50 metros cuadrados tienen que vivir dos familias», explica Alegre desde la URV.

En Tarragona, el desequilibrio es bien palpable según distritos. En el ámbito que incluye barrios como La Floresta, Torreforta-La Granja, Campclar, Riuclar, Parc Riuclar o Icomar, la incidencia llega a una tasa de 373 casos por 10.000 habitantes. En cambio, en la zona de Llevant, que engloba desde la Via Augusta hasta Els Monnars, pasando por la Vall de l’Arrabassada o Boscos, el dato es muy inferior y se queda en 231. El centro de Tarragona, abarcando un vasto espacio entre la Rambla Nova y la Avinguda Catalunya e incluyendo Part Alta, muestra también un impacto inferior, de 255, en la línea con la zona que va de la Imperial Tarraco al Parc del Francolí (260) y con El Serrallo y la Part Baixa (287).

No todo el extrarradio es igual

Pero los contrastes no acaban ahí. No todo el extrarradio es igual. Sant Pere i Sant Pau, con una tasa de 253, está más alineado con el centro, pero si el análisis vuelve a Ponent, se atisba otra vez la descompensación: Bonavista, un barrio genuinamente obrero, generalmente con sueldos más bajos, destaca por una afectación mayor que llega a 311 casos por cada 100.000 personas, según los datos de Salut. En Sant Salvador, otro de los lugares de la periferia con una menor renta, la afectación se elevada a 490, si bien hay que tener en cuenta que se incluye ahí otro municipio, Els Pallaresos.

Otro caso ilustrador es el de Constantí, núcleo muy próximo a Tarragona, con una tasa disparada de 406. Esta población del Tarragonès figura entre las que tienen una renta más baja, según los últimos estudios del INE. Estos datos van en la línea de otras aproximaciones. «Empezamos a ver que el nivel socioeconómico es importante para establecer quién tiene más riesgo por estar más expuesto pero también por la capacidad que se tiene para dar respuesta», cuenta Israel Rodríguez, profesor de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación en la UOC. Rodríguez recalca que «los trabajadores esenciales pueden verse más expuestos a los contagios» y, además, pone algunos ejemplos: «Lo que pasó con el brote de Lleida, con los temporeros, es una muestra clara de la dimensión económica de la pandemia. Influye la falta de condiciones laborales de los trabajos. Lo mismo sucede con la vivienda y la propia densidad de los barrios».

Rodríguez, igual que Elisa Alegre, cree que «hay muchos empleos vinculados a los cuidados que son difícilmente virtualizables». «El teletrabajo, en cierta manera, se convierte en una forma de privilegio. La distancia física de la periferia también influye porque comporta una mayor movilidad, así como la vivienda y la posibilidad de hacer la cuarentena bien hecha. Si no lo puedes hacer, tiende a haber más riesgo», indica Rodríguez.

En ese sentido, el doctor Enric Aragonès, médico en el CAP de Constantí, está en una de las zonas con una incidencia más alta: «Es difícil hacer un confinamiento muy estricto en algunos tipos de familias, muy grandes, con muchas relaciones y una posibilidad alta de que cuando haya un caso se esparza rápido. Afecta el tipo de vivienda, que no siempre sea el más adecuado. Hemos visto la dificultad de confinar a personas que no pueden coger la baja porque su sueldo depende de que vayan a trabajar».

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