El Ayuntamiento de Tarragona tiene la intención de incluir en el nuevo contrato de la basura, que se licitará en las próximas semanas, la totalidad de las calles de la ciudad. En un principio, esto no tendría que ser noticia, ya que se supone que debería haber sido así siempre. El problema es que algunas calles y zonas de Tarragona se urbanizaron después de haberse firmado los contratos con la actual adjudicataria, la empresa Fomento de Construcciones y Contratas (FCC). Esto implicó que no estuvieran contempladas en el documento y que añadirlas significara cambiar las condiciones y hacer frente a importantes indemnizaciones. Ahora, a pocos días de licitar de nuevo el contrato, el concejal de Serveis Centrals del Ayuntamiento de Tarragona, Jordi Fortuny, se ha comprometido, no solo a incluir toda la ciudad, sino también a firmar un documento más flexible a la hora de modificar algunos aspectos.
Las calles y zonas que actualmente no constan en el contrato de limpieza, y que por lo tanto no se limpian tan a menudo, son el entorno del Hospital Joan XXIII –sobretodo la parte más cercana a la antigua carretera de Valls–, la calle Túria del polígono Francolí, la urbanización de Tamarit y las zonas privadas de uso público, como por ejemplo, los porches de la avenida Catalunya y los de la calle Merceria, y las zonas de interbloques de Sant Salvador, de Sant Pere i Sant Pau i de Campclar.
En estas calles no hay servicio de limpieza viaria establecido, pero se realiza la limpieza con la frecuencia que lo permite el servicio planificado, aseguran fuentes municipales.
«¿Frecuencia de qué?», se pregunta Rafael de la Peña, un vecino de la calle Josep Maria Vives i Salas –cercano al Hospital Joan XXIII–, quien lleva un año denunciando abandono por parte del Consistorio. «Puedo entender que nuestras calles no estén dentro del contrato, pero no es normal que tengamos que vivir entre suciedad y escombros. Solo vinen si llamas», opina De la Peña, quien añade que «yo, como todo tarraconense, pago mis impuestos, también el de la basura».
De la Peña asegura y acredita que ha llamado, en el último año, hasta 60 veces al Ayuntamiento pidiendo que vinieran a limpiar. «Las hojas de los árboles no se retiran y embozan las alcantarillas. Además, el entorno del hospital está lleno de latas, botellas, mascarillas, etc. Me parece vergonzoso que esté esta zona así de descuidada, teniendo en cuenta que es un centro sanitario que atiende a toda la demarcación. No sé qué deben pensar cuando viene alguien de afuera aquí...», añade este vecino.
Otra de las afectaciones que sufren estas zonas ajenas al contrato es que el servicio de recogida de los contenedores no se lleva a cabo tan a menudo como en las otras calles. «A veces, los voluminosos están días y días antes de que los recojan. Estamos acostumbrados ya», dice De la Peña.
Las zonas privadas de uso público también quedaron fuera del contrato. El caso más problemático es el de los interbloques de Sant Salvador, donde se registra un número importante de ocupaciones ilegales y, por lo tanto, el mantenimiento de la zona no es regular. «Hay una especie de vacío legal que nos acaba perjudicando. Debemos pensar que en este espacio viven cerca de 3.000 personas. Nos gustaría que el Ayuntamiento se implicara en él, desde todos los puntos de vista», explica Toni Garcia, presidente de la Associació de Veïns de Sant Salvador i Sant Ramon.
Otra casuística es la de la urbanización de Tamarit. «Cuando se firmó y renovó el contrato de basura –2002 y 2010–, la urbanización todavía no se había recepcionado y no se pudo añadir», dice el concejal Jordi Fortuny.
Un contrato blindado
Ayuntamiento y empresa adjudicataria han intentado, estos últimos años, minimizar las afectaciones que provoca esta situación. «Con los mismos recursos que el primer día, hemos ampliado la superficie de trabajo, repartiendo el personal como hemos podido», explica Fortuny.
El contrato de la basura siempre ha estado un tanto blindado. «Ya contamos con algún informe desfavorable por parte de la Comissió Jurídica Assessora de la Generalitat. No queríamos hacer más modificaciones del documento», comenta el concejal, quien añade que «estamos atados de pies y manos en este aspecto. Si hubiéramos roto el contrato, habríamos tenido que hacer frente a indemnizaciones muy importantes».
Fortuny reconoce el esfuerzo que se ha llevado a cabo estos últimos años para llegar a todos los puntos de la ciudad, y asegura que «el próximo contrato, que tendrá una vigencia de nueve años, no solo contemplará todas las calles, sino que se podrán hacer las revisiones que hagan falta, adptándonos a la situación actual», acaba el edil.