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El déficit de plazas hoteleras obliga a Tarragona a avanzar hacia la desestacionalización

Constituye un ‘handicap’ en el momento de organizar grandes eventos, ya que en determinados momentos no puede cubrirse la demanda y hay una ‘fuga’ de pernoctaciones

21 julio 2024 19:48 | Actualizado a 22 julio 2024 07:00
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Tarragona suma un total de 2.228 plazas hoteleras, según el Registre de Turisme de Catalunya. Una cifra que condiciona la actividad turística de la ciudad, especialmente en los meses de más demanda o de cara a la celebración de eventos. «Hay un déficit en este sentido y si queremos seguir creciendo, siempre de forma sostenible, tenemos que ser realistas y tener en cuenta esta necesidad», indica la presidenta del Patronat Municipal de Turisme y concejala de este ámbito, Montse Adan.

Si comparamos con las capitales del resto de demarcaciones de Catalunya, el número queda lejos de las 82.221 que suma Barcelona. Lleida también se encuentra por delante (2.451), mientras que Girona está ligeramente por detrás con un total de 2.137 camas. «Tarragona es una ciudad realmente pequeña, si tenemos en cuenta que los barrios están muy separados. Por otro lado, si nos comparamos con Salamanca, que tiene el triple de plazas, vemos que hay un factor determinante, que es que ellos no tienen un Salou al lado», indica Carlos Segarra, con una dilatada experiencia en el sector.

La capital de la Costa Daurada alberga algunas de las principales cadenas hoteleras, por lo que «esponja» una parte de la demanda que pueda producirse. A las 30.740 camas que tiene este municipio hay que sumarle las 8.511 de Vila-seca o las 8.247 de Cambrils, un crecimiento que se produjo en los años de expansión, en los que Tarragona miraba para otro lado mientras el resto de municipios ya hacían una apuesta por el turismo.

«Seguramente Tarragona es la única ciudad del mundo en la que han cerrado hoteles tras conseguir la distinción de Ciudad Patrimonio de la Humanidad por parte de la Unesco», indica Segarra. El hotel Espanya, el París y el Royal-Tarraco son algunos de los establecimientos que han bajado la persiana en estas últimas dos décadas. En cambio, no se han registrado nuevas inauguraciones más allá de la reapertura del H10 Imperial Tarraco, que recuperó el edificio construido en 1963.

En los grandes eventos deportivos se produce una fuga de pernoctaciones

La situación turística ha cambiado en los últimos años. Tarragona se ha situado en el mapa y algunos propietarios han hecho importantes inversiones para subir de categoría, manteniendo las puertas abiertas los 365 días del año. Adan afirma que el gran reto es la «desestacionalización», ya que tan solo manteniendo este dinamismo durante todo el año «despertaremos el interés de los inversores, que van a los sitios en los que ven oportunidades».

Impacto repartido

Desde la administración local, se depositan las esperanzas en el turismo deportivo y en los últimos tiempos se han sentado las bases para convertir las instalaciones del Anillo Mediterráneo en un atractivo para las federaciones y clubes. Recientemente se celebró el Campionat de Catalunya de Natació Infantil, con atrajo 4.418 personas, un evento que según el Ayuntamiento de Tarragona generó un impacto económico directo de 1.553.900 euros sobre la ciudad y el territorio. Y esta es una de las claves. De cara a la celebración de determinados eventos, el número de plazas que puede ofrecer la ciudad es insuficiente, por lo que es necesario el colchón que pueden ofrecer los municipios más próximos. «Hay gente que se aloja en la ciudad, pero a veces si vienen familiares o visitantes no pueden quedarse, por lo que debemos poder dar una respuesta», indica Montse Adan.

Los hoteles de la ciudad registraron el año pasado 468.687 pernoctaciones

El sector hotelero es prudente. «No podemos tenerlo todo. El turismo deportivo no es el modelo para Tarragona, porque tampoco tenemos el volumen para estos eventos que atraen tres o cuatro mil personas de golpe», indica el presidente de l’Associació d’Hotelers de Tarragona, Xavier Jornet. Salou y Cambrils han encontrado en este nicho la vía para mantener abiertos algunos de los grandes establecimientos fuera de la temporada alta, como con las vacaciones del Imserso. Pese a ello, Jornet defiende que «no encaja» con el modelo de Tarragona, con el patrimonio como principal reclamo.

Falta de espacios

Jornet expone que una de las causas que explica este déficit es «la falta de espacios». Estos negocios buscan ubicarse cerca del centro o junto a la costa y urbanísticamente «está complicado». El desarrollo de sectores como el nuevo barrio del Nàstic (PMU-34) o el de la Escola Sant Pau (PMU-14) puede abrir la puerta a la llegada de nuevos negocios. Con las normas subsidiarias actuales son algunos de los sectores en los que podría contemplarse esta opción. Más allá, tendrá que esperarse al futuro POUM.

Adan manifiesta que el avance que se está tramitando «recoge este espíritu», por lo que se prevé generar nuevo suelo disponible. A partir de ahí, deberá esperarse a que los inversores llamen a la puerta. «Tenemos conversaciones y hay un interés, Tarragona empieza a verse como una plaza que genera oportunidades», indica la concejala de Turisme.

Durante el año pasado se registró la cifra de 1,7 millones de pernoctaciones, de las cuales 468.687 fueron en establecimientos hoteleros. El resto fueron en los campings, que tienen un peso muy relevante en la actividad turística de la ciudad. Los datos no incluyen las estancias en los 2.141 pisos turísticos registrados. La falta de plazas hoteleras ha jugado a favor de una actividad que ha proliferado especialmente en determinadas zonas del centro.

Los hoteleros denuncian que la «falta de control» ha jugado a favor de una actividad que no se ve expuesta a la misma normativa que los establecimientos convencionales. Y, al respecto, Jornet se muestra convencido de que un incremento de la oferta hotelera sería positiva si «se prepara y diseña de forma tranquila y bien». «Es importante planificar y tener una visión de futuro, pero ahora mismo tampoco tenemos unas ocupaciones tan bestias como para volvernos locos», indica. Este apela al «equilibrio» y a una «convivencia», de forma que el turismo sea una apuesta sostenida en el tiempo.

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