La crisis económica global ya impacta en el consumo, que se resiente por esa tormenta perfecta de los precios y la inflación pero también por la preocupación generalizada, que hace mella. Así lo muestra la última encuesta de Pimec, una radiografía del comercio en Tarragona que exhibe señales cuanto menos inquietantes. El 81% de la pequeña y mediana empresa admite que las ventas se han reducido por la situación geopolítica actual, que incluye todos los condicionantes de la guerra en Ucrania, que empezó a finales de febrero. Casi un 22% cataloga esa disminución como «sustancial».
Al 70% la coyuntura le está pasando factura ya, a un 27% todavía no pero cuenta con que sufrirá en el futuro si la situación se alarga y solo un 3% afirma que no está padeciendo ningún impacto, según el balance provincial del barómetro. Subyace un caldo de cultivo que tiene que ver con el estado anímico, siempre decisivo en la toma de decisiones que tienen que ver con la economía. Así, más de la mitad de empresas (un 52%) han detectado preocupación como sentimiento general entre la clientela, aunque también se percibe miedo por el futuro e incertidumbre. En el 95% de los casos se ha hallado alguna percepción negativa. «La disminución del consumo se nota muchísimo y ya es una realidad», diagnostica Florenci Nieto, presidente de Pimec Comerç Tarragona.
Nieto define las cifras como «muy preocupantes» y muestra su inquietud: «Hay una afectación negativa en las ventas y también preocupación por el futuro, con un estado de ánimo muy tocado. Todo ello se agrava por una clase política que parece que viva de espaldas a la realidad».
Otros informes recientes ya detectan esas primeras señales de inestabilidad. Un estudio regional de BBVA Research alerta de que «el crecimiento del gasto perdió impulso en todos los sectores, excepto en el de alimentación», y agrega: «La ralentización del consumo fue mayor en algunos servicios, como alojamiento, restauración, viajes y ocio, y en los bienes que no son de primera necesidad, como deportes, moda y equipamiento del hogar».
Menos gasto con tarjeta
El trabajo de la entidad financiera ofrece información en clave provincial de Tarragona, que va en la misma línea, en base a un termómetro revelador como es el gasto con tarjeta. En marzo hubo una contracción notoria del gasto en relación a enero y febrero.
En los dos primeros meses del año, los incrementos del dispendio con tarjeta crecieron alrededor del 45% en Tarragona en relación con 2021. En marzo ese aumento no llegó al 20%, teniendo en cuenta, además, que estamos en un periodo de supuesta recuperación por la mejora sanitaria, en comparación con un inicio del año pasado que estaba marcado aún duramente por las restricciones de la Covid-19. «El menor dinamismo de las compras con tarjetas españolas fue el principal responsable de la moderación del consumo presencial», apunta el trabajo del BBVA. La inflación y el incremento de precios, pues, ya lastran el consumo, y aparcan el despegue económico definitivo después de lo más duro de la pandemia.
El presidente de Pimec Comerç, Àlex Goñi, sostiene que «el sector se encuentra en un momento delicado a causa del coste de la energía, que repercute en el precio de los productos, y la situación geopolítica actual, que afecta al estado de ánimo de la gente».
Algunas decisiones drásticas
La encuesta de la patronal va más allá y ofrece otros datos en clave tarraconense. El golpe al consumo es una nueva derivada pero los apuros empresariales vienen de lejos. Un 84% de las empresas tarraconenses se han visto afectadas por el encarecimiento de la electricidad y el gas y solo un 16% se ha salvado.
De ese porcentaje de afectados, un 35% ha visto incrementar su gasto energético en hasta un 25%. Para un 10%, el sobrecoste se desboca más allá del 50%.
Todo ello ha hecho que los empresarios tengan que tomar decisiones, muchas de ellas dolorosas, para proteger sus negocios frente a una deriva tan inclemente. En ese sentido, el 62% de compañías tarraconenses admiten que han tenido que subir los precios de sus productos o servicios o lo van a hacer mientras que un 31% va a recortar de otros gastos. Queda un porcentaje más pequeño de pymes que se encomiendan a estrategias mucho más dramáticas: un 3% confiesa que ha tenido que reajustar plantilla y otro tanto por ciento igual asume que deberá cerrar el negocio.
Todo ello sucede en un ambiente, como es el de Semana Santa, que apunta a una recuperación del turismo hacia niveles prepandémicos. «Hay una parte de visitantes que no vendrán por esta situación que tenemos, pero solo nos queda mirarlo todo con optimismo, porque la Semana Santa puede ser un aliciente», indica Nieto. Un 34% cree que esta festividad santa será mejor que la del año pasado, pero el pesimismo se impone en el resto: un 42% valora que será igual y un 23% peor, lo que configura una mayoría que considera que este año no va a mejorar los registros del pasado.
Rafael Muñoz, economista del gabinete de estudios de la Cepta, cree que juegan un papel importante las emociones, por la no linealidad del consumo:«Evidentemente, las familias tienen un presupuesto y hay una parte real que influye pero también una más psicológica. Más que hacer números en un contexto de encarecimiento, lo que se suele hacer es, por ejemplo, decidir no comprar una camisa o no salir fuera a cenar, para tener esa sensación de que estás ahorrando, aunque en realidad estés pagando más por otro lado». Por razones así son compatibles los buenos inputs turísticos con la contención del gasto: «El consumo no es siempre racional. Por ejemplo, sube el precio de la gasolina y seguimos echando y sin renunciar a salir de viaje. Depende del sector en el que te fijes».
Tampoco han colaborado en la coyuntura las turbulencias logísticas recientes, que han agravado, por ejemplo, el acceso a los suministro y las provisiones. El 37,8% ha tenido dificultades para abastecerse por los problemas de transporte, a pesar de que los parones de hace unas semanas no tuvieron demasiada incidencia en Catalunya. Un 17% ha padecido problemas con las materias primas, una realidad que se viene repitiendo desde mediados de 2021 y que es el escenario común por los desequilibrios en la recuperación de la Covid-19. Así, el 55% de estas empresas han tenido obstáculos con los suministros.