De los 11.771 alumnos que se estudiaban un grado en la Universitat Rovira i Virgili en el curso 20/21 hay 1.010 (el 8,65%) que en el curso actual que ya no están en la carrera. De ellos el 14% cambió de estudios pero la mayoría, el 86%, abandonó la universidad.
Son datos del informe sobre el abandono de los estudios de grado que hace anualmente la universidad. La tasa de abandono se calcula comparando el número de estudiantes que durante dos cursos consecutivos no se han inscrito en los estudios que cursaban ni se han titulado. El año pasado la tasa creció un 1,2% respecto al curso anterior.
Por áreas del conocimiento, las de arte y humanidades son las que cuentan con un abandono más elevado; un 13,2%, seguidas de ingeniería y arquitectura, con un 12,9%. Ambas cifras superan ligeramente a las del conjunto de las universidades públicas catalanas.
Por contra, en el último informe enfermería es el grado con menos abandono, seguida de la doble titulación de educación infantil y educación primaria.
Más riesgo al inicio del grado
No obstante el primer año de la carrera es, con diferencia, cuando se presenta más riesgo de abandono. En el curso pasado dejaron los estudios en la URV 486 alumnos, un 17,2%. El dato es superior al del curso anterior, cuando fueron el 16,4% y también está por encima de la media catalana de 15,4% (cifra del 2019/20). Las áreas de conocimiento donde hay más abandono son, nuevamente las relacionadas con las artes y humanidades donde abandonan hasta tres de cada diez alumnos (32,1%) y arquitectura e ingeniería (21,6%). De los que abandonan en el primer curso el 85% deja la URV mientras que el 15% cambia de grado.
Justamente, teniendo en cuenta que se trata del curso donde se producen más abandonos, la universidad tiene un protocolo para detectar los alumnos que podrían tirar la toalla con el fin de acompañarles y asesorarles, como explica la vicerrectora de Projectes Docents i Estudiants, Montserrat Pinent.
Con el protocolo se alerta a los tutores de los alumnos que han aprobado pocas asignaturas en el primer cuatrimestre. «De lo que se trata es de que, si van a abandonar, no sea por falta de información. Según el caso se les puede recomendar, por ejemplo, matricularse en menos asignaturas».
El curso pasado se detectó a 375 estudiantes en riesgo de abandono, de los cuales 166 realizaron tutorías (son voluntarias). De los que asistieron a estas sesiones el 64,4% decidió volver a matricularse en la URV (el 52,4% en la misma carrera) al curso siguiente.
Los motivos para dejarlo
Explica Pinent que los alumnos que piensan en abandonar los estudios presentan motivos o combinaciones de los mismos muy variadas.
Entre los motivos que explicaron los alumnos que acudieron a tutorías mencionan como causas: que no les gusta la titulación, que tienen problemas con la conciliación de la vida laboral y familiar, dificultades con el nivel o el ritmo académico o la distancia geográfica, entre otros.
En muchos casos el abandono en los inicios es producto de que el alumno se da cuenta de que la carrera no es como se la había imaginado. De hecho hay que tener en cuenta que para la mayoría de los que abandonan en el primer curso esta era su carrera deseada; el 70% la había elegido en primera opción.
En las asesorías, explica Pinent, se aborda el hecho de que algunos alumnos se desaniman porque en el primer curso las asignaturas son más generalistas.
Considera que desde los institutos se está haciendo un esfuerzo importante por afinar en la orientación de los estudiantes y la propia universidad cada vez hace más difusión a través de ferias y de jornadas de puertas abiertas.
A los alumnos que están en el momento de elegir qué estudiar les recomienda informarse bien y aprovechar las distintas jornadas para hablar con alumnos que ya están cursando los estudios. «Hay que entender que hoy en día la oferta es enorme y cuesta mucho más elegir», reconoce.
Y si la decisión fuera igualmente cambiar de estudios o dejar la universidad hay que pensar que todo el conocimiento suma: «La sola experiencia universitaria ya es un mérito».
Encontrar trabajo
David toma un sorbo de su café en la cafetería del Campus Catalunya. Comparte mesa con algunos de sus compañeros. Ha decidido dejar la carrera. «He encontrado trabajo, me pagan bien y me va a ser muy difícil compaginarlo con los horarios de las clases».
Es uno de los estudiantes que no seguirá este cuatrimestre con los estudios. Reconoce haberlo reflexionado mucho, pero que ha encontrado una alternativa. «Lo hablé con mi madre y mis amigos. Evidentemente, mi madre no quería que lo dejase, pero prefiero trabajar, ya que no estamos muy bien de dinero». Asegura que le gusta lo que está estudiando, pero que todavía es joven y que puede permitirse un año de trabajo para volver con más fuerza. En su mesa, algunos compañeros arquean algún ojo. No lo ven claro. Uno de sus amigos, Marcos, le recomienda que se deje asignaturas y vaya poco a poco. «Ya veré», sentencia David.
En la misma mesa, Jaume admite que tiene compañeros y conocidos que han querido dejarlo, pero terminan siguiendo adelante. En algún momento, incluso él mismo titubeó. «Hay gente que entra en la carrera, ya que no sabe muy bien qué hacer y les dicen que es el único camino establecido», explica.
Del grado al ciclo formativo
Este mismo caso es el de Marta, que hace unos años, antes de la pandemia, decidió aparcar los estudios de Economía en la URV para tomarse un año sabático y decidir qué quería hacer con su vida. Ahora, tras completar un ciclo formativo de Administración y Gestión, reconoce que tomó la «decisión «acertada»
En su caso, asegura que se dio cuenta de que no le gustaba lo que estaba haciendo, ya que no se adaptó a las rutinas de trabajo que le requería el grado. Considera que su decisión fue tomada también con un componente económico. «El ciclo formativo es más barato y, según mi experiencia, parece tener más salidas laborales», concluye.
l de los alumnos que decide abandonar en el primer curso estaba en la carrera deseada, la habían elegido como primera opción.