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Dra. Laia Pellejà: «El ICIQ empieza a abrir líneas con países en vías de desarrollo»

El Institut Català d’Investigació Química ha integrado en su hoja de ruta estratégica los Objetivos de Desarrollo Sostenible que les interpelan, marcados por la ONU con el horizonte en 2030

30 septiembre 2022 11:32 | Actualizado a 02 octubre 2022 08:18
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La Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó en 2015 la resolución Transformar nuestro mundo: la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, un plan de acción para mejorar el bienestar de las personas y del planeta. En aquel documento se fijaron 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), entre ellos, el fin de la pobreza y del hambre o promover la paz y la justicia. Sin embargo, no todas son metas macro. Las micro atañen al día a día del ciudadano, empresas e instituciones. En Tarragona, el Institut Català d’Investigació Química (ICIQ) ha integrado la mitad de estos ODS en su hoja de ruta. La Dra. Laia Pellejà i Puxeu, Directora Administrativa y de Comunicación, explica en qué consisten.

¿Qué son estos Objetivos de Desarrollo Sostenible?

Hace tiempo que están fijados, aunque solo hemos tomado conciencia como sociedad desde hace un par de años, como mucho. Más allá de su aplicación práctica, están reflejados en un pin que lucen muchos políticos y altos cargos, así como personal de empresas. En él aparecen 17 colores, que representan cada uno de los objetivos. Como es obvio, nosotros los hemos integrado en nuestra hoja de ruta estratégica. Cuando opté al cargo que ahora ocupo presenté un plan de dirección y dentro de él, incluí contribuir a la Agenda 2030.

En su caso, de estos 17 ODS el más claro es el que hace referencia a la energía.

Sí, pero no es el único. La energía es una prioridad estratégica para cualquier país, ya que las sociedades dependen de su uso constante para satisfacer las necesidades más básicas. Como consecuencia de la utilización de combustibles fósiles estamos asistiendo a un momento desbocado de las emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera, lo que está agravando el calentamiento de la superficie de la Tierra. En este contexto, debemos ir hacia un modelo basado en energías renovables y cercanas al punto de consumo, sostenibles y respetuosas con el medio ambiente. Por ejemplo, la ONU insta a adoptar medidas urgentes para combatir el cambio climático y sus efectos, que es el ODS número 13. En este sentido, el ICIQ lleva prácticamente veinte años haciendo investigación sobre alternativas al uso de combustibles fósiles. De otra forma, nos enfrentamos a una crisis global que tendrá un impacto negativo en la sociedad. De igual manera, el ICIQ trabaja en la captación de CO2, lo que enlaza directamente con el ODS que habla de lograr ciudades y comunidades sostenibles.

¿Menos contaminación?

Hace referencia a conseguir que las ciudades y asentamientos sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles. De hecho, proteger el patrimonio cultural y natural depende en buena medida de la gestión y planificación territorial.

¿Cómo encaja en el ICIQ el patrimonio cultural?

Más del 50% de nuestros trabajadores son extranjeros por lo que nosotros, por ejemplo, impartimos clases de catalán y castellano y ofrecemos una educación que atañe a las costumbres, la cultura y las tradiciones. Pero preservar ese patrimonio también depende de otros retos como reducir el impacto ambiental negativo en las ciudades con especial atención a la calidad del aire o la gestión de residuos. Y en este punto, trabajamos en cómo convertir CO2 en sustancias que nos puedan ser útiles para otros usos o, sobre todo, en ser más eficientes en los procesos que permitan optimizar los residuos y reducir su impacto.

«En el momento en que las niñas se empoderan y ven que pueden hacer ciencia, son imparables, igual que ellos»

¿Por ejemplo?

Nuestra investigación se orienta hacia la consecución de la neutralidad climática a partir del hidrógeno verde y la fotosíntesis artificial. Ambos procesos, que ya se están estudiando, se obtienen a partir de agua ultrapura. No obstante, ¿lo podríamos conseguir a partir de las aguas residuales de las empresas químicas? Esto es un reto. Es un proyecto muy complejo para el que hemos pedido subvención a la Unión Europea. La finalidad es hacer de los lugares en los que vivimos zonas más sostenibles. Y en todo ello, la educación es clave.

Siempre se apela a la educación. Sin embargo, ¿cómo?

Garantizando que sea inclusiva, equitativa y de calidad con el fin de promover oportunidades de aprendizaje para todo el mundo. En el ICIQ básicamente lo que hacemos es formar a científicos, impartimos estudios de doctorado y postdoctorado. Tenemos unos 200 investigadores trabajando a los que les proporcionamos las herramientas necesarias para que se desarrollen. Pero aparte, disponemos de una unidad de divulgación de la ciencia y del conocimiento, que echó a andar en 2014.

¿Qué han hecho desde aquí?

Nos basamos mucho en estudiantes de la ESO y Bachillerato, pero también nos dirigimos al público general. Es un programa que está creciendo mucho porque estamos convencidos de la importancia de transmitir los conocimientos a la sociedad. Un 95% del dinero que recibimos llega de fondos públicos.

...Lo que les obliga a rendir cuentas.

Sí, pero no lo hacemos únicamente porque nos lo diga la Unión Europea, el Ministerio o la Generalitat, sino porque creemos firmemente en ello. Y como primicia tengo que decir que este mes de octubre abrimos una nueva línea con países en vías de desarrollo. Empezaremos por países de Sudamérica, donde los estudiantes están muy bien formados académicamente, pero debido a la falta de recursos que muchas universidades tienen, no saben trabajar en una vitrina como sabría un estudiante de cualquier universidad española. Entonces, abrimos programas para que puedan venir a seguir sus estudios con nosotros.

¿Qué implica para un estudiante pasar por el ICIQ?

El ICIQ es el mejor centro de investigación en química en España y está dentro de los tres primeros a nivel europeo. Por tanto, es un centro de excelencia y hacemos seguimiento de todos los alumnos. Disponemos de diferentes programas como Bojos per la química, en colaboración con la Fundació Catalunya La Pedrera, al que llegan estudiantes de toda Catalunya o el Summer Fellow. Como contrapartida, para nosotros es una relación importante para captar talento porque obviamente, si les gusta y se integran, se quedan aquí.

«En el ICIQ, básicamente, formamos a científicos. Es una relación importante porque como contrapartida, captamos talento»

¿Colaboran con las químicas del territorio?

Es algo que, desde la dirección, estamos promoviendo. A través del director de Messer en su momento, Rubén Folgado, de Ignacio Cañagueral, actualmente presidente de la AEQT y de la nueva gerente de la AEQT, Maria Mas, tenemos ganas de buscar puntos en común, especialmente en programas de doctorados industriales. De hecho, en relación a los ODS, promovemos la industrialización inclusiva, sostenible y fomentamos la innovación. Sabemos que sin investigación no hay innovación, que es el pilar fundamental. Esto quiere decir que si invertimos en conocimiento podemos garantizar el progreso y el bienestar de nuestras sociedades. Y una de las metas que interpela directamente al sector químico es la doceava, que insta a garantizar modalidades de consumo y producción sostenibles.

¿Cómo?

Pide conseguir la gestión ecológicamente racional de los productos químicos y residuos a lo largo de su ciclo de vida y reducir de manera significativa todo lo que va a parar a la atmósfera. Nosotros, como instituto, lo tenemos muy controlado porque aparte de la legislación, el responsable de seguridad del centro es un firme convencido.

También están implicados en la igualdad de género. ¿Qué medidas han puesto en marcha?

El ICIQ es abiertamente feminista y todo el mundo en el centro lo sabe y lo asume. Es algo que se ha ido implementando paulatinamente.

¿Conciliación familiar?

Y personal. Es decir, no es necesario tener familia para conciliar. Para ello, tenemos un horario abierto desde las 7 de la mañana hasta las 10 de la noche, una franja que cada uno puede adaptar a sus necesidades. Además, cada vez que una criatura se pone enferma o tiene que ir al médico, damos todas las buenas opciones posibles, sin necesidad de tener que recuperar las horas. Y, sobre todo, romper el techo de cristal. En este sentido, somos conscientes de que todavía nos queda un largo camino por recorrer, como a la mayoría de centros de investigación.

«Llevamos prácticamente veinte años haciendo investigación sobre el uso de alternativas a los combustibles fósiles»

¿Lo dice por el Investigador Principal?

Efectivamente. Tenemos 12 líderes de grupo y tres mujeres líderes y esto es algo que nos penaliza y que se nos critica. Es uno de los aspectos en los que desde la dirección vamos a trabajar.

Entiendo que se debe cambiar en el conjunto de la sociedad.

Sí. Yo estudié en Alemania y allí el sistema es completamente diferente en el trato a las mujeres y a las mujeres embarazadas. Y es que un embarazo es lo mas normal del mundo, se hace un parón y se busca a otra persona hasta que regrese. Esto en el ICIQ lo tenemos completamente integrado. No obstante, ahora lo que me han sorprendido mucho son las bajas paternales.

¿Para bien o para mal?

Pues no la cogen. Como muchos son de fuera, se ha puesto en marcha un protocolo. Se da el caso de personas a las que no les entra en la cabeza hacerlo, pero también el contrario. Hay quien ha llamado a mi puerta para decirme que su pareja está embarazada. Celebramos este cambio positivo que se ha notado en el centro.

Volviendo al empoderamiento femenino, ¿en qué momento las niñas deciden que la ciencia no es para ellas?

Es el entorno. Ya sea un profesor, unos padres, la familia o un libro que hayan leído. Todo esto influye mucho más que otra cosa. Pero en el momento en que ellas se empoderan y ven que lo pueden hacer, son imparables porque las mujeres somos imparables. Igual que ellos. Entonces, el problema llega cuando se quiere tener familia. Necesitamos apoyo, que empieza por casa y continúa por las instituciones. Y se lo tienen que creer. Y de igual manera que en el ICIQ apostamos por la conciliación, también promovemos el crecimiento económico sostenido, inclusivo y sostenible, la ocupación plena y productiva, así como el trabajo digno para todas las personas. Es el punto octavo de los ODS.

¿A nivel interno del centro?

Sí. Empezamos como una fundación privada hasta convertirnos en 2012 en pública. Años atrás los salarios eran estratosféricamente diferentes. Es decir, en una misma franja, una persona podía cobrar 35 y la otra, 70, el doble. Es una de las cosas que hemos intentado reducir y, especialmente, balance de género. Todo, en conjunto, son decisiones que ayudan a que el centro tome conciencia.

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