Descubrir la catedral de la mano de los abuelos

Els Amics de la Catedral organizaron ayer una visita por el templo 
y los más pequeños conocieron los secretos mejor guardados

31 diciembre 2019 10:40 | Actualizado a 31 diciembre 2019 11:45
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Para los abuelos, el concepto vacaciones de Navidad es sinónimo de quedarse con los nietos, mientras que los padres trabajan. Con la idea de hacer más llevadera la tarea de los yayos, la Associació dels Amics de la Catedral de Tarragona organiza desde hace cinco años una actividad en el interior del templo: Els avis ensenyen la Catedral als néts. Año tras año, la maestra de ceremonias, Joana Virgili, deja embobados a mayores y pequeños, dando a conocer los detalles más curiosos del templo tarraconense.

Son las once menos diez de la mañana y la cola en la puerta lateral de la Catedral ya llega a la Casa Balcells. Abuelos y nietos esperan su turno para recibir un obsequio y empezar la actividad. Virgili –miembro de la junta de Els Amics de la Catedral y con una trayectoria vinculada al Camp d’Aprenentatge– les está esperando dentro. Aparece en escena un niño que encarna el personaje del arzobispo Bernat de Tort, acompañado de cinco canónigos. Y aquí empieza la magia.

Los ahí presentes se teletransportan hasta el siglo XII, cuando el máximo representante religioso propone construir una nueva Catedral en Tarragona. La ciudad se ha hecho grande, y el templo ha quedado pequeño. Los canónigos, con la ayuda del resto de niños, votan si quieren levantar una nueva iglesia o no. Gana el sí. Ahora hace falta encontrar el dinero y los profesionales.

Aparece en escena el arquitecto, llamado Giotto, encarnado por una niña del público. Su propuesta es construir la nueva Catedral en el punto más elevado de la ciudad, encima del templo romano de Augusto. Giotto apuesta por aprovechar las piedras romanas. Justo por esto, el ambiente del claustro es tan frío. También aparece el cantero, Joan de Pedraseca, y el vidriero, Guillem de Lentugar, recién llegado de Francia.

Joana Virgili, encargada de transportar a otro siglo a los pequeños, va dando paso a todos los profesionales necesarios para poder alzar la Catedral. El escultor, llamado Reinard de Follon, es contratado por el arzobispo para decorar la fachada. También el pintor y el copista, quien usa pergamino, pluma de ave, tinta vegetal y un tintero de cuerno. ¿Y qué sería una Catedral sin campanario? Y así, sin quererlo ni beberlo, los pequeños y sus abuelos han descubierto los nombres de quienes construyeron el templo más emblemático de la ciudad.

Volvamos al siglo XII. El arzobispo y sus canónigos se tiraron a la piscina sin saber quién pagaría la fiesta. Pero pronto empezaron las donaciones. «Os presento a Pere de Queralt, que en el año 1167 donó 1.000 sueldos», dice Virgili, quien da paso al arzobispo Hug de Cervelló, quien cedió 500 sueldos en 1171. Y así unos cuantos más.

Llega la hora de la maqueta. Cada uno de los niños se levanta para poner una parte de la Catedral. Que si el ábside, que si el plebisterio, los pilares, la nave principal, el claustro y la fachada. Uno a uno van construyendo una reproducción del templo.

El entierro del gato

Después de cantar un par de villancicos, la expedición se traslada hasta el claustro de la Catedral. Allí, Virgili explica una de las historias plasmadas en una escultura: el entierro del gato por las ratas. La leyenda dice que una familia de ratas vivía felizmente en el templo, cuando apareció un gato. La mayoría de los roedores no se fiaban de él. Así que se escondieron por miedo a que los matase. El gato preparó una estrategia y se hizo el muerto justo delante de la casa de las ratas. Al verlo, los roedores lo celebraron con un multitudinario funeral. Lo llevaban en procesión, hasta que el animal, aprobechándose de la confianza de las ratas, saltó sobre ellas matándolas a todas. La voz casi hipnotizante de Virgili –encargada de contar la leyenda–, dejaba a los niños embelesados.

Quinta edición

La actividad es organizada por Els Amics de la Catedral, una asociación sin ánimo de lucro que promociona el templo desde el punto de vista histórico, artístico y religioso. Se trata de una entidad que existe en casi todas las catedrales españolas. «Donde no llega el capítulo, llega la sociedad civil», explica Hilari Alfaro, presidente de Els Amics de la Catedral. La asociación lleva cinco años organizando esta actividad, con el objetivo de ayudar a los abuelos en la tarea de cuidar a sus nietos, mientras los padres están trabajando durante las vacaciones de Navidad.

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