La política corre por sus venas. A sus 69 años, el socialista Joan Ruiz ya no está en primera línea pero se mantiene activo en la sala de máquinas del PSC después de haber representado a Tarragona en el Congreso desde 2008. Bromea, con su particular sentido del humor: «Dicen mis compañeros que Joan no es del aparato, es el aparato». Ha visto pasar a tres presidentes del Gobierno: José Luis Rodríguez Zapatero, Mariano Rajoy y Pedro Sánchez.
Ferran Bel, de 58 años, lo ha sido todo en política: presidente del Consell Comarcal del Baix Ebre, alcalde de Tortosa, senador y diputado. Ahora ha dejado la política para responsabilizarse del despacho tortosino del que es socio mayoritario, Adec Assessors Advocats i Economistes.
Ambos son amigos, pese a ser ‘rivales’. Miran la política con calma, con la experiencia que dan los muchos años de negociación y, sobre todo, añoran los tiempos del denominado ‘bipartidismo imperfecto’, con dos partidos mayoritarios, PP y PSOE, y las formaciones ‘periféricas’ que sacaban rédito para Catalunya y Euskadi. La añoranza nace de los tiempos en que socialistas y populares no sentían el aliento de los extremos en su nuca, en que era posible hablar, discutir incluso, sin insultarse.
Ruiz explica que el primer día que fue a un pleno se encontró en el ascensor a Eduardo Madina, un destacado dirigente socialista vasco víctima de un atentado de ETA el 19 de febrero de 2002. Sufrió la amputación de la pierna izquierda a consecuencia de la explosión de una bomba lapa colocada en su coche.
«Me resultaba muy familiar. Le había tenido en el salón de casa un montón de veces en la tele. Luego vi también a otros políticos conocidos. Al volver a casa, mi mujer, Roser, me preguntó qué tal había ido. Le respondí ‘bien, es como si me hubiera metido en la segunda edición del Telediario’», dice Ruiz.
Bel no recuerda su primer día del Congreso, pero sí el primer ‘marrón’ que le cayó en el Senado: «Yo era alcalde, pero no sabía lo que era ni una interpelación ni una moción... En el primer pleno, me dice el portavoz de nuestro grupo ‘tenemos interpelación. La harás tú’».
«Puedes tener un enfrentamiento con otro diputado y luego tomarte un café. Con otros, en cambio, no te enfrentas en la tribuna pero te lo cruzas en el pasillo y miras a otro lado. Depende de la persona»
Joan Ruiz. Exdiputado del PSC
Bel se quedó tan sorprendido que solo acertó a preguntar: «¿ y qué hago?». La respuesta, «lo que quieras», no fue de mucha ayuda. Pero Bel se espabiló, aunque el interpelado, el entonces ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, tenía fama de duro. Bel le preguntó sobre financiación local.
Montoro, lejos de dar caña a Bel, «se mostró muy amable. Incluso me dijo ‘voy a dar instrucciones porque quiero que pactemos la moción para aprobarla’. Me pidió un plazo de un año para aprobar la reforma de la financiación local». ¿Se hizo tal reforma? «Aún la espero hoy», responde Bel, entre las risas de Ruiz: «Eso es una entrada por el arco de triunfo».
«Luego tuve enfrentamientos muy duros con Montoro, pero nos quedó una buena relación personal», añade Bel. Pugna política, confianza cara a cara. Es una situación habitual en el Congreso, el Senado y los parlamentos autonómicos. Dos políticos pueden decirse de todo en la tribuna, pero luego charlan tranquilamente fuera del hemiciclo. Algo así como los futbolistas que dejan los enfrentamientos en el césped tras el pitido final.
«Depende de la persona. Puedes tener un enfrentamiento con otro diputado y luego tomarte un café. Con otros, en cambio, no te enfrentas en la tribuna, pero te lo cruzas en el pasillo y miras a otro lado. También depende del grupo. Si lo necesitas para gobernar tienes que poner buena cara», precisa Ruiz.
Bel: «Con el tiempo, y no solo en la política en Madrid, se ha perdido la relación personal que es muy necesaria en la política. Puedes discrepar, defender posiciones muy diferentes, pero que haya un cierto feeling, que puedas mantener una interlocución, favorece el clima político». «Y tanto», interviene Ruiz: «La tienes que cultivar».
Ambos tienen razón. No hay más que ver los plenos del Congreso y, en menor medida, del Parlament de Catalunya de los últimos años. Más que sesiones parlamentarias, parecen discusiones de patio de colegio, con perdón para los patios de colegio. A falta de argumentos, sobran los insultos.
Para Bel, ese mal rollo se debe posiblemente «a la aparición de partidos de posiciones extremas». Con el bipartidismo imperfecto, «eran más fáciles la relación personal y la gobernabilidad. No estoy de acuerdo en que la aparición de tantos partidos sea buena. La aparición de dos partidos en los extremos de los partidos grandes (Bel alude a Vox y Unidas Podemos) provoca que esos partidos tengan que estar pendientes de sus extremos y se dificulta el punto de encuentro».
«La frontera entre los partidos se ha diluido. Nosotros competimos, en el caso de Catalunya, con Ciudadanos, En Comú Podem, el nacionalismo moderado... Competimos con todos. Tienes que acentuar mucho más tu propio perfil. Eso comporta que cosas que antes hubieses pactado sin ningún problema ahora no puedes porque se te escapan los votos por un lado u otro», especifica el socialista Joan Ruiz.
«Este país ha avanzado cuando la izquierda de tipo estatal y las expresiones políticas de las nacionalidades históricas han pactado. Ahora dicen que estamos en un periodo de transición, pero esa transición ya parece permanente», sigue Ruiz.
«Cuando los grandes partidos no sabemos dar respuesta, la
gente busca mesías»Ferran Bel. Exdiputado del PDeCAT
Ambos dejan claro que la pluralidad de partidos es perfectamente legítima y refleja la sociedad, pero ¿por qué surge con tanta fuerza?
Bel: «No voy a hablar de PP ni PSOE sino en clave catalana para poder asumir responsabilidades. Es un poco lo que pasó con el espacio de CiU. Hay momentos que los grandes partidos no sabemos dar respuesta a lo que preocupa a la gente. Cuando esto se acentúa con el tiempo y hay crisis, la gente busca mesías. Ciudadanos fue un ejemplo de esto. Ante una situación que quizá se tensionó demasiado por parte de los partidos independentistas y soberanistas, un grupo de gente entendió que ni el PP ni el PSC les daba respuesta y eclosionó Ciudadanos que ahora ha quedado en nada».
Sigue Bel: «En el movimiento soberanista pasó lo mismo. Parte de lo que hay ahora en Junts eclosiona para intentar dar respuesta, para mi no con una forma acertada. Pero hay una cosa que aprendes en política: al votante no le tienes que reprochar nada nunca. El votante es soberano y no se equivoca. El que te equivocas eres tú que no has sabido explicar tu proyecto».
Más allá de sus análisis políticos, Ruiz y Bel también atesoran anécdotas. Como cuando a Ruiz le preguntaron en su supermercado habitual: «¿Un diputado también se hace la compra?», sorprendidos de que se paseara con el carrito. O los emocionados saludos de los ujieres del Congreso a Ferran Bel al saber que ya no se presentaba. No son de extrañar. Como señala el propio Ruiz: «A Ferran le han aplaudido hasta otros partidos». Un buen ejemplo de que la política puede ser elegante.
Los cambios: Solo repite Salvador
La renovación en las listas por Tarragona a las elecciones del 23J en el Congreso ha sido prácticamente total respecto a hace cuatro años. Entre los principales partidos, solo repiten Jordi Salvador y Norma Pujol, como números 1 y 2 de Esquerra. En 2019, ambos resultaron elegidos junto a dos diputados del PSC (Joan Ruiz y Sandra Guaita), uno de Junts (Ferran Bel) y otro de En Comú Podem (Ismael Cortés). Joan Ruiz y Sandra Guaita han dado paso a Valle Mellado y Andreu Martín. El espacio electoral de Junts se presenta ahora por separado: Junts (Josep Maria Cruset) y CiU (Magí Pallarès). E Ismael Cortés ha sido relevado por el exalcalde de Altafulla Fèlix Alonso, que ya fue diputado entre 2015 y 2019.
También han cambiado los números 1 de Vox (Sergio Macián en vez de Alejandro de Anta), PP (Jordi Roca ha sido sustituido por Pere Lluís Huguet) y la CUP (Mariona Cuadrada lo fue en 2019 y ahora es Edgard Fernández).