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Cuatro años con covid: «No puedo hacer nada de lo que hacía antes»

Hay miles de personas en Tarragona que aún sufren síntomas. Se calcula que en la demarcación podrían llegar a ser hasta 20.000, un 9% de todos los contagios

13 marzo 2024 00:50 | Actualizado a 13 marzo 2024 19:00
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El mundo ha cambiado desde la pandemia. Ha cambiado y, para algunos, ha sido un cambio permanente y a peor, ya que aún hay miles de personas que, cuatro años después, sufren a diario los síntomas y las consecuencias del coronavirus.

El sistema sanitario tiene el reto del long covid o covid persistente. ¿Cuántos son? Según el estudio Situació actual de la COVID-19 persistent a Catalunya. Càrrega estimada, recursos assistencials, experiències internacionals i àrees d’incertesa, los datos extraídos de la historia clínica informatizada de la Atenció Primària indicaban que, en noviembre de 2022, había 13.437 personas con registro de covid persistente en Catalunya.

«Es muy necesario ayudar a los pacientes que sufren ‘long covid’ tanto en la parte sanitaria como en la laboral», Francesc París, presidente de la Assemblea Territorial de Tarragona-Terres de l’Ebre de Metges de Catalunya

No obstante, dicho informe, realizado por el Comitè Científic Assessor de la covid-19 –que asesora al Departament de Salut en este ámbito–, señala que existe un infradiagnóstico latente y que, «haciendo una estimación conservadora», serían 240.000 los afectados.

Se indica que, según los resultados preliminares del estudio COVICAT, comandado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGLOBAL), la prevalencia ponderada es del 9%. En consecuencia, si en la demarcación de Tarragona ha habido un total de 231.779 diagnósticos contabilizados por el SIVIC desde 2020, habría unos 20.860 tarraconenses afectados.

«Nos sentimos olvidados y abandonados», Sílvia Soler, paciente de covid persistente y portavoz del Col·lectiu d’Afectades i Afectats Persistents per la covid-19

Tanto en el Joan XXIII de Tarragona como en el Sant Joan de Reus se pusieron en marcha unidades específicas de atención a la covid persistente. Sin embargo, el documento señalaba que «no existen circuitos asistenciales específicamente trabajados».

La doctora Emilia Solé trabaja en Medicina Interna del Joan XXIII y es una de las dos integrantes de la unidad específica: «Nos llegan los pacientes que posiblemente pueden tenerlo». Tras la primera visita, se lleva a cabo una valoración y, en función de los síntomas, se realizan test específicos.

«Me ahogo cuando tomo medicamentos, tengo infecciones oculares...», Jordi Gil, paciente de covid persistente

Antes de que se etiquete un caso como long covid, se piden pruebas complementarias para, según Solé, «excluir otras causas que puedan provocar los síntomas que se explican». En 2023, entre primeras consultas y seguimientos, se llevaron a cabo 137 visitas.

Aunque aún no existe una cura total para el covid persistente, algunos síntomas sí que pueden minimizarse algo. Eso sí, la doctora afirma que está reduciéndose el número de pacientes que van a la consulta como primera visita.

«No puedo hacer nada de lo que solía hacer antes», Esther Vallvé, paciente de covid persistente

En la misma línea, la doctora Sandra Parra, que forma parte del equipo de Medicina Interna del Sant Joan, destaca que «es muy importante descartar otras enfermedades cuyos síntomas pueden confundirse con un coronavirus que se mantiene». «La mayoría de los pacientes han mejorado gracias a la actividad física regulada por los especialistas de la unidad de medicina del deporte», añade. Actualmente, el Sant Joan sigue a una treintena de casos.

La vicepresidenta del Col·legi Oficial de Metges de Tarragona (COMT) doctora Mireia Garcia-Villarrubia especifica que ya están elaborándose algunos estudios sobre el tema e indica que «debe abordarse este ámbito de una manera multidisciplinar».

«Las mutuas no están dando soluciones a muchos de los profesionales que se han expuesto», Marina Roig, delegada de CATAC-CTS en el Hospital Joan XXIII de TGN

Los casos humanos

Jordi Gil dio positivo en diciembre de 2020: «Yo trabajo en el Ayuntamiento de Tivissa y creo que me contagié mientras hacíamos faenas de higienización», comenta. A partir de ahí, notó que le faltaba el aire: «Nadie sabía por qué me pasaba, la mutua de la empresa insinuó que era cuento...».

«Únicamente con respirar humo de alguien que fume por la calle ya me tapono, me ahogo cuando tomo según qué medicamentos, me han quedado infecciones oculares...», lamenta. Ha participado en estudios sobre el tema, pero afirma que es muy complicado que los facultativos empaticen: «En el Ebre, la atención ha sido desastrosa...». Actualmente, está trabajando: «Con una familia y una hipoteca, no podía hacer otra cosa», argumenta.

«Debe abordarse este ámbito de una manera más multidisciplinar», Mireia Garcia-Villarrubia, vicepresidenta del COMT

Esther Vallvé es otra afectada. Cogió el covid en julio de 2021 y estuvo ingresada en Joan XXIII con neumonía bilateral, fiebre, dolor torácico... Síntomas que aún sufre a día de hoy: «El cansancio me produce náuseas constantes, me quedo sin energía...». Tiene mialgias con lumbalgia siempre que realiza cualquier esfuerzo. «Hay veces que no puedo moverme ni descansar de noche...».

«Sufro trastornos cognitivos, pérdida de memoria, trastornos visuales, cefalea opresiva, dolor mandibular crónico...», explica. En abril de 2022, tuvo un tromboembolismo pulmonar y se medicó durante ocho meses. «No tengo vida diaria normal, no puedo hacer nada de lo que hacía antes... Es un desgaste emocional enorme», confiesa.

«No existe una cura definitiva para las personas que aún sufren los síntomas del coronavirus», Emilia Solé, doctora de Medicina Interna del Hospital Joan XXIII de TGN

También afirma que ha tenido problemas laborales a la hora de gestionar su vuelta al trabajo tras la baja. Al final y después de varios problemas, en diciembre, la mutua le certificó que, por su estado de salud, no era apta para trabajar: «Es triste tener que llegar a estos extremos, ya que te sientes cada vez peor...».

Sílvia Soler es portavoz del Col·lectiu d’Afectades i Afectats Persistents per la covid-19, el primero que se creó en el Estado español. Se fundó el diecisiete de mayo del año 2020.

«Pedimos un recuento de casos, una mejor atención de la sanidad pública...», expone Soler. Y es que este colectivo se siente «olvidado y enfadado». La portavoz contrajo la enfermedad en la primera ola: «Hay médicos que aún no se creen que exista la covid permanente y que siguen tratándonos de enfermos mentales; el sistema no está preparado», indica.

«Muchos mejoran por la actividad física que realizan con la unidad de medicina del deporte», Sandra Parra, doctora de Medicina Interna del Hospital Sant Joan de Reus

«Muchas veces nos deniegan la incapacidad y nos obligan a volver a trabajar», denuncia Soler. En este sentido, Marina Roig, del sindicato CATAC-CTS en el Joan XXIII, afirma que «las mutuas no están dando soporte a muchos de los profesionales que se han expuesto» al virus y que lo han cogido trabajando.

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