Tras más de dos años de tira y afloja entre administraciones, ya hay una resolución. Finalmente el Club de Vela de la Platja Llarga tendrá que derribar la parte de las instalaciones que quedó gravemente afectada por el gran aguacero del día de Santa Tecla de 2022. «Es parte de la inercia respecto a otros clubs, en que ya vemos que se están tomando este tipo de medidas teniendo en cuenta que subirá el nivel del mar», explica el presidente de la entidad, Manuel Pérez Saavedra.
La orden tan solo afecta a un antiguo almacén de unos 40 metros cuadrados de superficie, que quedó inutilizado a raíz de la gran crecida del torrente que se registró aquel día. El agua se ‘comió’ los cimientos del inmueble en el que se guardaban los kayacs, por lo que se generó un gran agujero en la parte de atrás que todavía no había podido repararse, a pesar de que esta era la intención del club desde el primer momento.
Ahora las dependencias tendrán que derribarse y se recortará la franja del inmueble, con el objetivo que si en un futuro se genera una nueva crecida del barranco esto no afecte a las instalaciones. «Costas quiere que todo vaya fuera, a pesar de que la Generalitat, que es la propietaria, se oponía», explica el presidente de la entidad. Este asegura que «lo veríamos con buenos ojos si tuviéramos otro sitio en el que poder reubicarnos, pero de esta forma nos impide poder tener un club deportivo como toca», asegura. Y es que la situación ha generado un problema de espacio para una entidad que a día de hoy supera los 300 socios.
Antes del inicio de temporada
La entidad quiere ejecutar los trabajos «antes del inicio de la temporada de verano». No obstante, la tramitación de los permisos –tanto desde el Ministerio como por parte del Ayuntamiento– se está demorando y no se sabe si podrá llegarse a tiempo. Las obras, en principio, se prolongarán por espacio de dos semanas y se prevé que puedan sufragarse con los 30.000 euros que pagó el Consorcio fruto de los daños que se generaron.
«A nivel de funcionamiento tenemos que adaptarnos por un tema de seguridad e higiene, ya que no queremos tenerlo así, teniendo en cuenta que ahora empezarán los casales de verano», indica Manuel Pérez Saavedra.
Conflicto entre administraciones
La situación se ha prolongado, teniendo en cuenta el conflicto entre administraciones que se ha originado. La propiedad de las instalaciones es de la Generalitat, con un permiso de ocupación por parte de la Federació Catalana de Vela. A su vez, esta mantiene una cesión de uso a favor del Club de Vela de la Platja Llarga, que explota las instalaciones desde hace más de cuarenta años. Sin embargo, cada dos años tienen que renovarse todos los permisos, lo que genera una «provisionalidad» permanente que «nos impide que podamos hacer cualquier tipo de inversión, ya que en realidad estamos en precario porque quieren que nos vayamos de aquí», lamenta Pérez Saavedra.
«Estamos muy bien considerados y tenemos a mucha gente, pero vivimos en una situación permanente de inseguridad jurídica», asegura el presidente, quien defiende que «Tarragona, como ciudad marítima, debería potenciar los deportes de vela».
El aguacero del día de Santa Tecla también dañó una veintena de barcos que en aquel momento estaban en el club. En este caso, se ha abierto un litigio ya que todavía se está discutiendo la indemnización que deben cobrar los propietarios, teniendo en cuenta que algunos de estos se perdieron. «Estamos discutiendo con la compañía de seguros a la espera del juicio», indica Manuel Pérez Saavedra.