Porque de tradición se trata. De una historia milenaria, de una tradición con más de 475 años. Mucho años de ritual, pero ¿no es eso el fundamento de la identidad, la consistencia en el tiempo? Los que hemos vivido fuera de Tarragona sabemos algo de esa sensación de orfandad que se vive el Viernes Santo fuera de casa. Porque lo recuerdas todo. Cómo pesaba el cirio, cómo te pisaban la cola de la vesta, cómo picaba la lechuguilla (ese cuello blanco), cómo llegabas a la Rambla llevada por una inercia extraña. Y la luna, y mi abuela de negro pero reconocible porque yo siempre sabía quién era mi abuela. Hoy somos menos, pero este Viernes Santo hemos vuelto a vernos, a abrazarnos un segundo, porque afortunadamente cada año tiene su Viernes Santo y te permite conectar el pasado con el presente y vivir un día mágico.
Tarragona celebra la primavera, el renacer, el color, la luz con un ritual precioso. Para los creyentes es el momento cumbre: Cristo resucitado. Para los no creyentes es conectar con la tradición y la identidad. Y para muchos es un poco de todo a la vez. Por ese motivo el Diari de hoy no es un Diari cualquiera. Le hemos dedicado mucho esfuerzo y le hemos puesto muchas ganas. Como directora no puedo más que agradecer con un enorme gracias el trabajo de los fotógrafos que ha sido sencillamente excepcional. Estas fotos en blanco y negro dan el contexto real de este día: la solemnidad, la amistad, la familia, la anécdota, la casualidad, la sonrisa, la seriedad. Yo de ustedes guardaría este ejemplar mucho tiempo.