El día que Lluís Boada contactó con el ‘Diari’ ya no sabía qué puerta más tocar. Afectado por una enfermedad genética rara que le hace desplazarse en silla de ruedas y estar conectado a una máquina de oxígeno, había estudiado toda vida en casa y, una vez superado el bachillerato, decidió que era hora de ir a clases presencialmente. Se pasó todo el curso pasado dependiendo de familia y amigos para que le acompañaran a la universidad.
Su intención, más que salir en el periódico, era gastar el último cartucho para no renunciar a su sueño de estudiar una carrera. El reportaje en el cual Lluís contaba su situación ayudó a que las herramientas que necesita para ser ‘uno más’ aparecieran. Este curso le volvimos a acompañar a la universidad donde ya cuenta, ahora sí, con transporte adaptado y un asistente.
Y Lluís ganó, merecidísimamente, la Bona Gent. La suya es una de esas historias que reconcilian con el periodismo; de esas que dan una dimensión de la enorme suerte que implica ejercer este oficio que, de momento, sigue siendo un ejercicio humano.
La de las noticias es una guerra dura, y conseguir espacio para según qué temas no es fácil
No nos engañemos, la de las noticias es una guerra dura, y conseguir espacio para según qué temas no siempre es fácil. La gala de la Bona Gent también fue un momento para reivindicarlos. Lo mejor es que detrás de todos hay personas anónimas dispuestas a mostrarse con todas sus fortalezas y debilidades.
Allí estaba también David Sanahuja, presidente de Si jo puc tu també #epilep, entidad que recibió el donativo solidario de La Fundació «LaCaixa». La suya, recuerda David, es una discapacidad invisible que no le permite trabajar, aunque cualquiera lo diría viendo la infinidad de actividades que organiza su asociación para mejorar la vida de los pacientes con epilepsia. Tan pronto se enfunda en un traje de superhéroe para explicar la enfermedad a niños en las escuelas, que va tocando puertas para conseguir fondos para la investigación.
Además se les pudo ver, de lo más discretos, a los alumnos que sacaron las mejores notas en la selectividad, quitando hierro a todos los esfuerzos que tuvieron que hacer para llegar a la meta... Y a gente que pone su tiempo para las causas más justas, como los guardianes de las tortugas, o personas que se ponen al frente de las luchas que nos incumben a todos como los de Dignitat a les vies. La lista es larga y todavía hay mucha gente fuera.
En resumen, la Bona Gent es un catálogo de lo mejor del territorio, pero también el material más preciado y rico con el que puede contar un periodista. ¡Qué gran fortuna la nuestra!
