Ajuda Educativa Catalunya nació a partir de un colectivo de profesionales del mundo educativo de toda Catalunya, unidos por el propósito de apoyar al sector educativo afectado por la dana.
Según detalla su coordinadora en el Camp de Tarragona, Marina Duart, «lo que hicimos fue dividir las zonas afectadas y asignar a cada región de Catalunya la responsabilidad de gestionar el envío de materiales. En el Camp de Tarragona centramos nuestras ayudas en Sedaví» .
El colectivo ha recogido y enviado material escolar, puzzles, libros, bicicletas, muñecas, peluches, patines... El objetivo está claro. Duart: «Hacer llegar estos recursos allí donde más se necesiten, asegurándonos de que los niños y niñas afectados puedan disfrutar de estos materiales. Queremos que esta iniciativa cubra necesidades y devuelva la ilusión a los más pequeños».
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Duart viajó a Valencia y pudo observar el caos. «En mi caso, el primer viaje con material se hizo unas tres semanas después de la dana. Aunque ya había pasado tiempo, la situación era realmente conmovedora. Me cuesta imaginar cómo serían los primeros días».
Marina alerta del peligro de que se olvide la situación vivida: «Más allá de la pugna política, el mayor miedo no es que se olvide, sino que se normalice esta situación. Han pasado ya más de dos meses y muchas personas no pueden retomar una vida normal: no pueden vivir en su propia casa porque no está acondicionada, no tienen luz, han perdido sus negocios... En resumen, no pueden volver a la rutina. Así que para mí, el mayor peligro es que se tarde en conseguir algo parecido a la normalidad que tenían».
Dar visibilidad
«Es por eso que creo que como sociedad podemos aportar nuestro granito de arena en ayudarles de la manera que nos sea posible, para evitar que se sientan olvidados, ya que creo que ese es su mayor miedo. No siempre es necesario contribuir con grandes ayudas económicas. Acciones más pequeñas, como compartir sus historias o darles visibilidad, también pueden marcar una diferencia importante», añade Duart.
La ayuda a los colegios afectados por la dana en Valencia tiene también una finalidad educativa: «Concienciar a los alumnos sobre la realidad que están viviendo los niños y familias afectadas. Los niños y niñas suelen ser muy empáticos y solidarios por naturaleza, pero involucrarles directamente en estos procesos les permite sentirse parte activa del cambio y comprender mejor la importancia de su contribución», concluye Duart.
Laia Callau, directora de la Escola El Serrallo, uno de los centros colaboradores, comenta que ayudar a otros colegios «nos pareció una manera de seguir dando importancia a lo sucedido y a los valores que trabajamos desde la escuela: solidaridad, empatía, generosidad, resiliencia, toma de decisiones y, en definitiva, convivencia».
«Me emocionó que una mamá nos contara que su hija había escrito notitas y las había escondido entre los juguetes donados para que los niños y niñas que los recibieran estuvieran contentos y disfrutaran de ellos tanto como lo había hecho ella», desvela Callau.
Emi Arana, directora de la escuela Marcel·lí Domingo, de Miami Platja, resalta que «la solidaridad y la empatía son valores que trabajamos en la escuela. Sin embargo, cuando ocurren hechos como los ocasionados por la dana, aunque hubiéramos preferido que no sucedieran, se convierten en una oportunidad para reforzar estos aprendizajes de una manera más real y significativa».