Cuenta Mariama Thioube Gueye, presidenta de la Associació Dones Africanes de Tarragona, que nada es fácil cuando aterrizas en un país donde no conoces la lengua ni tienes familia. Era lo que le pasaba a muchas de las mujeres que hoy forman parte de la asociación que preside y lo que las llevó a unirse para ayudarse las unas a las otras.
Aquel trabajo informal, traduciendo cartas y acompañando a compañeras a hacer trámites o al médico (algunas no saben leer ni escribir), comenzó hace más de 15 años, aunque la asociación no se formalizó hasta hace dos.
Ayer estaban felices porque cumplían un sueño: inauguraban, por fin, un local, un sitio donde quien lo necesite podrá encontrarlas. Comparten el espacio con otras dos asociaciones con las que coinciden en objetivos y valores: la Associació Indivisibles y la Xarxa Antiracista de Tarragona.
El pequeño local, ubicado en el número 35 de la calle Reial, ayer se quedaba pequeño para todos los que querían felicitar a las promotoras.
Cuenta Mariama que el local les dará la oportunidad de avanzar en los proyectos que están llevando a cabo para luchar contra la violencia de género, los matrimonios infantiles o la mutilación genital femenina.
En el caso de la violencia machista, explica, quieren trabajar sobre los aspectos que hacen a las mujeres vulnerables, como la dependencia económica, las barreras lingüísticas o las falsas creencias.
Por fin visibles
Mbamoussa Dembele, presidenta de la Associació Indivisibles, apenas puede contener la emoción, «por fin seremos visibles», exclama bajito mientras señala los cristales que separan el local de la calle.
En su caso, los motivos que las llevaron a reunirse son muy similares «la vida de los migrantes africanos no es fácil aquí», reconoce. Ahora está contenta porque al compartir local «por fin trabajamos juntas».
La tercera pata de esta mesa la explica Anne Marie Collins, secretaria de la Xarxa Antiracista de Tarragona. La asociación comenzó a reunirse tras el asesinato en Estados Unidos de George Floyd en 2020. «Comenzamos a hablar de antirracismo, pero nos dimos cuenta de que tocaba aterrizarlo». Entre las ideas de la entidad, explica, está «mirar las desigualdades, ver cómo opera el racismo institucional en la ciudad y no normalizarlo». Conocer a las mujeres africanas, explica, les ha enseñado mucho de empatía, alegría y resistencia.
Y, como amalgama de todo, las tres asociaciones han contado con el acompañamiento de La Teulada, la Xarxa Cooperativa de Tarragona. Naret Terán, técnica de la red, explica que la intención, además, es que el local esté abierto al barrio y que los vecinos puedan participar en las actividades que allí de organicen.
El alquiler del local lo pagan entre las tres entidades y con el apoyo de la fundación Calala, que recibe fondos de la Unión Europea. El material lo están consiguiendo poco a poco. El proyector, por ejemplo, es donación de una escuela.
Entre las primeras actividades que realizarán se encuentran clases de castellano y catalán (necesitan más sillas plegables) y trasladarán aquí el ‘Café migrante’ que se organiza periódicamente.