«Ahorras energía pero pierdes en seguridad y eso se notará en la calle. Yo soy partidario de reducir la luz en los escaparates, pero ¿qué pasará con la gente de la calle, con los vecinos, con las personas que pasean? ¿Cómo estará esto cuando llegue el invierno?», se pregunta Joan Carles Gràcia, responsable de Sacha, la marca de zapaterías con varias tiendas, dos de ellas en la calle Unió. Pone un ejemplo ya vivido: «En la tienda de Rambla Nova quitamos las luces y los vecinos se quejaron porque decían que estaban inseguros y pusieron ellos un sistema de iluminación. Yo venderé lo mismo pero sí que hay una influencia en la calle».
El seguimiento de las medidas del nuevo decreto energético, que entró en vigor el martes por la noche, es desigual, y se va articulando sobre la marcha. Una buena parte de comercios han subido entre dos y tres grados la temperatura para adaptar el aire acondicionado al mínimo exigido de 27ºC. Ya han empezado a surgir las primeras quejas. «Las luces ya las apagábamos por la noche pero la temperatura sí que la hemos retocado. Hemos subido a 27 y la clientela se queja, porque sudas y no es la mejor temperatura para probarse ropa», dicen desde Sitgetana, en la calle Unió.
Cerca de allí, en Les Mitges, han subido el termostato de 25 a 27ºC y también retocan lámparas y bombillas. «Hemos adelantado la hora de apagar las luces. No las teníamos toda la noche, pero ahora avanzamos el apagado. Esperamos que sea un ahorro», explica Gerard Figueras, el responsable del negocio. En la tienda de zapatos Casas Outlet sí se dejaba la luminaria toda la noche en un amplio escaparate que ahora se apagará cuando cierre el negocio, alrededor de las 21 h.
«Ya las apagábamos antes»
Bien es verdad que muchos negocios ya estaban a oscuras durante buena parte de la noche. Lo habitual es que la iluminación se prolongara un poco más allá del cierre pero sin entrar en la madrugada. «Nosotros ya las apagábamos y eso no nos influye», cuentan desde Minimum, en Governador González. Más problemas dará la instalación de puertas adecuadas para retener tanto el aire como el calor. «Aquí tendríamos que cambiarlas llegado el momento», añaden en Minimum.
En la noche del martes, aún quedaban tiendas con exteriores alumbrados. Por tanto, la sensación no es intimidante ni de oscuridad total, pero sí que hay preocupación por ver qué sucede cuando más establecimientos se sumen progresivamente a esa blackout. «No me atreveré a salir por la noche por según qué sitios. No entiendo estas medidas, no tienen sentido», dice una clienta en una tienda de ropa. La hora límite para poner en ‘off’ el interruptor son las 22 h. Para algunos vecinos, estos ajustes les restan confort y confianza al transitar por las calles.
Cada comerciante es un mundo. Hay quien se resigna y se adapta a regañadientes, quien acepta sin problemas la medida y quien se opone frontalmente, por ejemplo, a tener que desembolsar dinero para condicionar el acceso al local para evitar fugas de frío y calor al exterior.
«Ha habido poco margen»
«Lo respetaremos, porque tenemos que apostar por consumir menos energía y hacer la transición hacia las renovables. Hemos informado ya a nuestros asociados. Lo único es que nos han dado poco margen», explica Meritxell Barberà, presidenta de la Unió de Botiguers de Reus.
Ella misma, desde el martes, aplica la restricción en su céntrico negocio de la Plaça Mercadal. «Apagaré las luces, que las tenía encendidas, cuando cierre la tienda, aunque es verdad que generará una sensación de inseguridad», añade Barberà.
Jacint Pallejà, presidente de El Tomb de Reus, observa una «tendencia a ir cumpliendo, a implementar las medidas», aunque apunta a todo tipo de situaciones. «Mucha gente ya se había avanzado para ahorrar energías. Hay de todo. Hay tiendas que antes tenían la puerta abierta y ahora ya no, otras que instalan muelles para que se cierren solas porque antes no lo hacían. Encontramos todas las variantes posible».
Pallejà considera que «antes del decreto el consumo energético ya estaba bajando y ahora hará coger conciencia a aquellos que no se habían adaptado». Pallejà cree que «hay que estar al tanto para ver si aumenta la percepción de seguridad», aunque no cree que sea algo generalizado: «Ya en los últimos años había menos establecimientos con luces encendidas, que era algo históricamente mucho más habitual. Antes se decía que una bombilla era como un vigilante. Ahora se tendrán que apagar. No creo que haga las calles más inseguras, al menos en El Tomb, pero habrá que verlo».
Desde La Via T de Tarragona, la opinión es algo más crítica, sobre todo por los procesos, no tanto en el fondo sino en la forma. «Estamos de acuerdo con reducir la energía consumida pero quizás las medidas son excesivas», explica Judith Sentís, dinamizadora de la entidad comercial.
Demasiado calor (y frío)
Ella recoge la visión de muchos comerciantes: 27ºC de aire acondicionado en verano y 19ºC de calefacción en invierno son umbrales excesivos que ya están generando molestias. «Es demasiado calor y demasiado frío. Se debería haber hecho algún tipo de consulta al sector, a las patronales». El punto más polémico es también el de más dispendio económico. «Hay tiendas basadas en un modelo sin puerta, solo con reja o persiana, que ahora tendrán que hacer una inversión que no llega en el mejor momento. ¿Ahora tenemos que encargar nuevas puertas, en pleno agosto? No es la mejor medida para nosotros y la aceptación no es muy buena». Sentís también cree que «la reducción de la iluminación redundará en algo más de inseguridad, sobre todo en invierno».
Más combativo se muestra Florenci Nieto, presidente de Pimec Comerç Tarragona: «Estamos indignados porque no se nos respeta, somos los últimos de la cadena y no se nos ha tenido en cuenta en ningún momento para tomar estas decisiones».
El real decreto establece que el alumbrado de los edificios públicos también debe apagarse a las diez de la noche. Administraciones como la Subdelegación del Gobierno o el propio ayuntamiento de Tarragona sostienen que venían aplicando ya esa política de ahorro y que no dejaban luces encendidas cuando el edificio quedaba desocupado.
Climatización de las galerías
También los centros comerciales se han adaptado a la normativa. El Parc Central ha pasado de un aire acondicionado enfriando a 25,6 o 25,7ºC al mínimo requerido de 27ºC. También las propias marcas que se alojan en el recinto han tenido que apagar las luces, que permanecían encendidas toda la noche, y deben ajustar sus propios termostatos. «Es un edificio muy peculiar. Una cosa es la climatización de los espacios comunes, de las galerías, y otra la de cada local», reconoce Julián Ramos, responsable técnico.
Eso hace que en muchos puntos la potencia de los diferentes niveles de aire se entremezcle y pueda distorsionar la temperatura que se registre. De la misma forma, el Parc Central no dispone de calefacción en invierno y son los establecimientos los que calefactan desde sus propios locales. «Llevamos tiempo en una dinámica de ahorro energético. De hecho, vamos a instalar paneles solares en el máximo de superficie que tenemos. Era algo que ya estaba previsto pero que se ha acelerado ahora para poder ahorrar, porque la factura de la luz se había duplicado», cuenta Toni Renom, gerente adjunto del centro comercial.
El consumo renovable pasará entonces del 2% al 12% del total. Mientras se acomete la instalación, prevista para antes de final de año, el decreto energético servirá también de ahorro. «Calculamos que por cada grado de aire acondicionado que bajemos la factura se abarata un 3,6%», concluye Julián Ramos desde la sala de control que regula el ambiente.
Patrimonio y reclamos turísticos en penumbra en el Baix Penedès
Aunque han persistido dudas hasta el último momento, los monumentos escapan de la obligación de permanecer apagados. Pese a eso, hay ayuntamientos que han decidido ir más allá de lo que exige el nuevo decreto y han optado por quitar la iluminación. Es el caso de El Vendrell, que apagará las luces del campanario por la noche.
También en el Baix Penedès ha hecho lo propio Calafell, desactivando la luz de su castillo. No solo el patrimonio se ve afectado, sino también los reclamos turísticos. Así, el consistorio vendrellense ha decidido darle al ‘off’ a la iluminación del totem de entrada a Coma-ruga visible desde la N-340 y a las letras que forman el nombre de El Vendrell a la entrada del núcleo histórico.
El Ayuntamiento de Tarragona afirmó ayer que además de las medidas en el ambiente o los ajustes lumínicos, prepara la instalación de pantallas en los edificios de uso público con datos de temperatura y humedad. El ente también sostiene que «velará por asegurar que todos los dispositivos queden apagados durante el tiempo que no se utilicen para contribuir al ahorro energético».