¿Estamos entrando en la tercera oleada?
Se puede decir que sí.
¿Y cómo será?
Si seguimos haciendo lo que hacemos ahora, no será una ola, será un tsunami. Pensar que hoy en día, con la llegada del frío, hacemos vida interior, en recintos cerrados. Eso aumenta la transmisibilidad del virus. Vamos de cabeza al desastre más absoluto. La clave del éxito es controlar la movilidad de una parte de la población activa. En el caso de Catalunya, estaríamos hablando de un millón y medio de personas, que no deberían moverse de manera recurrente.
¿Y cómo se consigue esto?
Una de las maneras es cerrar servicios, comercios y bares. Claro, no tenemos dónde ir y la movilidad se restringe. ¿Pero cómo lo hacemos esto sin afectar a la economía? Yo solo veo dos maneras, que ya he defendido por activa y por pasiva: aumentar el teletrabajo hasta un 30% y que los alumnos de secundaria hagan teleeducación hasta el mes de marzo. Si hacemos esto, el millón y medio de personas están controladas.
¿Era de esperar este freno en la desescalada del Govern?
Evidentemente. Con la reapertura de los servicios económicos hemos aumentado la movilidad y la sociabilización. Si esto no lo compensamos con alguna otra medida, volvemos a la situación de antes. Aquí no hay magia que valga. Además, la cosa va a peor. El índice de transmisión está avanzando a un ritmo muy importante en pocos días.
¿Qué debemos hacer este puente?
Nadie debería salir de su casa. El problema es que la gente ya ha salido. Y esto implica más sociabilización y, por lo tanto, más incidencia. Este puente nos va a pasar factura.
¿Cómo valora las medidas excepcionales para los días claves de Navidad?
Desde el punto de vista social, son totalmente necesarias. Lo que no entiendo es que se apliquen otras medidas para compensar esta relajación. Me refiero, por ejemplo, a los tests rápidos. Si pudiéramos comprar los tests de antígenos en las farmacias, muchos de nosotros, antes de reunirnos con nuestros familiares, nos lo haríamos. De esta manera, sabríamos a ciencia cierta que no suponemos un riesgo para nuestros mayores.
¿Qué invierno nos espera?
Si no se lleva a cabo ninguna otra actuación, a finales de enero nos encontraremos con una ola terrible, con unas dificultades enormes.
¿Peor que en marzo y abril?
Peor quizás no porque hay una parte importante de ceroprevalencia entre la población, pero será comparable. Supongo que no llegaremos porque el gobierno pondrá el freno cuando vea de cerca la tragedia. El problema es que si el freno que proponen es el mismo que ya se está haciendo, cerrar comercios y bares, económicamente no será sostenible. No nos podemos permitir una destrucción del tejido socioeconómico, como tampoco nos los podíamos permitir hace dos semanas y, por eso mismo, abrieron.
¿Si fuéramos un país rico, estaría todo cerrado?
Por supuesto. Lo están haciendo en otros países, como Alemania o Francia. El gobierno cubriría las pérdidas de los empresarios por tener el negocio cerrado. Pero no hay dinero.
¿Y entonces, cómo encontramos este equilibrio entre economía y salud?
Insisto: con teletrabajo y teleeducación. De esta manera, salen los números sin hundir la economía. En el primero de los casos, el teletrabajo, se trata de intentar salir de esta crisis de manera solidaria, con el esfuerzo de todos. El empresario debe dejar que los empleados trabajen desde casa y la administración debe bonificar y ayudar a la empresa. En el caso de la teleeducación, no hablamos de cerrar institutos. Los adolescentes que no les llegue la señal a su pueblo o que no tengan ordenador, podrán ir a clase, pero el resto en casa. ¿Se imaginan la limitación de movilidad que significaría esto?
Pero hay estudios que dejan claro que los centros escolares no son foco de contagio.
En ningún momento he dicho lo contrario. Nadie está poniendo en duda que las escuelas son seguras. Me consta que los centros se han buscado la vida para que así sea. Pero ir a clase implica coger el transporte público, quedarte al comedor, hacer actividades extraescolares, que los abuelos vayan a buscar a sus nietos y que los padres charlen a la puerta del cole. Y me olvidaba, que los adolescentes de secundaria salgan al patio descontrolados. Ir a clase significa movimiento. Y hay que evitarlo si queremos ganar al virus. Estoy hablando de cómo hacerlo para reducir la movilidad sin hundir los negocios. Y ahora mismo, entre dejar a un trabajador de un bar en casa o a un estudiante de 14 años, la cosa está clara. La afectación económica es distinta.
¿Cuándo hace que insiste en esta idea?
Desde antes de que reabriesen los colegios.
¿Cómo valora la gestión del gobierno catalán?
Un poco caótica y lenta. Sus actuaciones van con retraso respecto lo que se debería hacer. Además, veo caos en la toma de decisiones entre los grupos del gobierno. Lo que más miedo me da es que no haya un plan bien establecido, en caso de que las fases o tramos no funcionen.
¿Lo han hecho mejor otras comunidades autónomas?
Lo más positivo de Madrid ha sido que han repartido tests de antígenos a la población. Ya han pedido que puedan venderse en las farmacias. No sé porqué aquí no se hace también.
¿Los tests de antígenos es la solución para empezar a hacer vida normal?
Si se hacen a la vez, sí. Mi propuesta es realizar las pruebas a toda la población en una semana. De esta manera detectaríamos el 80% de la infección. Los positivos se aislarían y, en dos semanas, reduciríamos la incidencia. Es lo que ha hecho Eslovaquia.
¿Y porque no se hace aquí?
Sospecho que hay un problema de personal, faltan manos. Para mí, no debería ser una limitación. Estoy seguro de que las farmacias están por la labor y que la ciudadanía encontraría mecanismos solidarios. Además, es una prueba simple. Hablo de una especie de proyecto de país, de planificación y coordinación.
¿Cuándo llegarán las vacunas a Catalunya?
Las primeras durante el primer trimestre del año que viene. Serán tan pocas que solo podremos vacunar a las personas de riesgo: mayores de 85 años y personal sanitario. Respecto a los grupos no prioritarios, estaríamos hablando de vacunarnos a finales del 2021. Lo que me preocupa es que, por el momento, desconocemos cuánto durará esta inmunidad. Imaginad que dure 8 meses. Cuando nos tocase vacunarnos a los jóvenes, los mayores deberían revacunarse. El acceso a la vacuna a lo largo del 2021 será complejo. Lo importante es que, ahora, toca buscar una solución a corto plazo para parar el número de fallecidos.
¿Y aquellos que no quieran vacunarse?
Tendremos que convencerles. Si no fuera por las vacunas, no seríamos la sociedad que somos hoy en día. Debemos trabajar para informar bien a la gente, que tengan confianza. Pese a ello, debo reconocer que las vacunas de Moderna y Pfizer me generan una serie de dudas científicas por el hecho de ser nuevas.
¿En qué escenario nos encontraremos en verano?
Teniendo en cuenta que se habrá vacunado el grupo de riesgo, podríamos hablar que junio y julio será una época más relajada. Podremos hacer una vida un poco más normal. Sería un buen momento para llevar a cabo medidas contundentes y dejar el virus a cero, lo que se llama fase de supresión.
¿Cuándo pondremos punto final a esta pesadilla?
Debemos convencer a la ciudadanía que ya nunca más volveremos a la vida del 2018. El futuro pasa por adaptarnos a esta situación. La gente se piensa que esto es un paréntesis en nuestra vida y no, no es así. De hecho, es más que probable que este virus mute y las vacunas ya no sean efectivas. La vida que hacíamos en 2018 ya no volverá.