«Aún nos hallamos ante un virus muy poco investigado, pero estudios como el nuestro nos muestran que estamos ante una enfermedad muy seria, en algunos casos con consecuencias graves», explica el doctor Alfredo Bardají, jefe del servicio de cardiología de Joan XXIII. Un estudio de esta unidad recientemente publicado muestras las consecuencias cardíacas del impacto del SARS-CoV-2: en uno de cada cinco pacientes ingresados en el Hospital Joan XXIII se detectó daño miocárdico, esto es, una afectación similar a la que se produce en un infarto.
A su vez, sufrir ese tipo de dolencia es un marcador de un agravamiento de la patología que puede ser fatal. «El daño miocárdico es predictor de mortalidad a 30 días», indica el informe del servicio de cardiología del hospital tarraconense, con la colaboración de profesionales del laboratorio clínico, del ámbito de medicina interna o de cuidados intensivos. El estudio incluyó a 433 pacientes atendidos en Joan XXIII entre el 16 de marzo y el 16 de abril, en plena primera ola. La mortalidad total hospitalaria en pacientes con coronavirus fue más alta, del 19% –y de ellos, el 53,7% sufrían daño miocárdico– que en enfermos sin, con una mortalidad del 4,1% –y el 13,5% con daño miocárdico–.
Las troponinas, claves
Así explica Bardají el origen del estudio: «Cuando empezó la epidemia, comenzaron a venir en la literatura médica los primeros informes, en los que lo que más nos interesaba era saber por qué unos pacientes se ponen muy graves y llegan a necesitar incluso intensivos, y qué hace que esos pacientes tengan una mortalidad elevada».
La llamada tormenta de citoquinas, letal en muchos pacientes, puede ser un desencadenanteYa se empezaron a ver las comorbilidades, que se mantienen, más o menos, hasta hoy: «Hablamos de la hipertensión o de la diabetes pero, además, de algunos marcadores bioquímicos. Dentro de ellos, nos llamaron la atención las troponinas. Es un marcador que se alteraba muy frecuentemente en pacientes de Covid-19 y que precedía a la mortalidad. Llevamos muchos años detrás del tema, investigándolo, y nos atrae mucho».
Ese tipo de daño al corazón va asociado al infarto de miocardio pero también a otras enfermedades agudas. «Todo infarto genera un daño miocárdico, pero en algunos casos ese daño no es por isquemia. En el caso de la Covid-19 sospechamos que es por otros mecanismos, por ejemplo, por la tormenta de citoquinas», añade Bardají. Se refiere a esa reacción descontrolada del sistema inmunológico que ha tenido un desenlace fatal para muchos de los enfermos con coronavirus.
«En muchas enfermedades diferentes al infarto de miocardio, también se elevan las troponinas y son un marcador de pronóstico, patologías de diferente índole que también dañan al corazón. Cuando llegó la Covid-19 era la ocasión de investigar y ver si realmente ocurría en mayor magnitud», añade el máximo responsable de cardiología. Un problema neurológico o digestivo, con afectaciones cardiacas, también puede generar esa mismo perjuicio en el corazón.
El estudio, difundido en diferentes publicaciones internacionales y nacionales como la Revista Española de Cardiología, establece que en «la infección por Covid-19 que requiere hospitalización las tasas de mortalidad son elevadas, más en las personas mayores y en aquellas con antecedentes de enfermedad cardiovascular subyacetente». En aquellos pacientes con daño miocárdico originado por el virus, no solo crecía la probabilidad de muerte sino la de requerir, previamente, ventilación.
"Nuestro estudio nos permite ver que estamos ante una enfermedad seria y que puede ser grave"El informe sigue la senda de otras investigaciones en China, Italia y Estados Unidos que arrojan conclusiones similares. «En nuestra serie, más de la mitad de los pacientes con Covid-19 confirmada tenían criterios de infarto de tipo 2, hecho que todavía no se ha comunicado en la literatura», expone el trabajo de Joan XXIII, que añade: «Los factores de riesgo cardiovascular y las comorbilidades son prevalentes en los pacientes con Covid-19, y aunque no parece que agraven la capacidad infecciosa del virus, podrían potenciar la gravedad de la enfermedad».
Aún quedan, sin embargo, muchos aspectos por dilucidar en futuras investigaciones. «No se sabe si este daño miocárdico, presumiblemente agudo, detectado en pacientes con Covid-19, puede ser causa de daño miocárdico crónico y enfermedad coronaria o estructural futura. En infecciones previas por otros coronavirus, en un seguimiento a 12 años de 25 pacientes que se recuperaron de la infección, se encontró que el 64% tenía dislipemia; el 44%, anomalías cardiovasculares y el 60%, alteraciones en el metabolismo de la glucosa».
"En algunos casos el corazón sufre un daño importante"Vigilar más la evolución
Bardají reivindica, en clave de utilidad, la aplicación que puede tener a la hora de procurar la recuperación de los enfermos: «Este marcador de mortalidad identifica a aquellos pacientes que tienen más probabilidad de morir y por eso puedes estar más pendiente, vigilando más su evolución».
En esa línea, el estudio indica que «el reconocimiento del daño miocárdico podría facilitar la apropiada derivación a un área de cuidados intensivos o de alta intensidad, de mejorar nuestra comprensión sobre las consecuencias sistémicas de Covid-19 y guiar el uso de ciertos fármacos». De alguna forma, este estudio eleva a la patología derivada del SARS-CoV-2 al nivel de otras enfermedades graves, capaces de generar repercusiones en la salud como las de un infarto de miocardio.
"Todo infarto genera un daño miocárdico, que es lo que provoca también la Covid-19"La severidad del SARS-CoV-2
De ahí que el coronavirus comparta esos cuadros graves con otras dolencias, según indica el informe: «El daño miocárdico en la Covid-19 probablemente no sea significativamente diferente del daño miocárdico presente en multitud de otros procesos agudos, de naturaleza infecciosa o no, y su impacto en el pronóstico también es similar. Por lo tanto, los esfuerzos pendientes deben encaminarse a conocer mejor los mecanismos del daño miocárdico en pacientes con procesos agudos y a avanzar en las estrategias que mitiguen el adverso pronóstico que ello conlleva». Palabras que confirman la severidad del SARS-CoV-2 en algunas personas.
Hasta la fecha, la mayoría de las publicaciones sobre daño miocárdico y Covid-19 se habían realizado en zonas donde el sistema sanitario había sufrido un gran estrés, de modo que los hospitales se han dedicado a atender casi exclusivamente a pacientes con Covid. La aportación del Joan XXIII permite comprobar esta asociación entre daño miocárdico y pronóstico en otros sistemas sanitarios con menos presión asistencial, al menos hasta ahora, ya que la primera ola no fue tan violenta. Eso ha permitido comparar a ingresados con el virus con otros que no lo tenían.