Grigoras Traian y Daniel Elchin son dos de las cuatro personas que viven en la nave industrial abandonada del Passeig de la Independència. Una nave que desaparecerá en cuestión de días, para dar paso a un aparcamiento disuasorio, de esos de un euro al día. Esto significa que los cuatro inquilinos que viven en su interior deben buscar una alternativa, si no quieren pasar a partir de ahora las noches al raso. Según Traian y Elchin, la Guàrdia Urbana se presentó hace unos días en el lugar y les comunicó que, en un plazo de dos semanas, tenían que abandonar la nave. «Llevo 12 años viviendo aquí, sin molestar a nadie, y ahora debo irme. La pregunta es: ¿Y a dónde?», explica, preocupado, Elchin.
La nave en cuestión está ubicada en el Passeig de la Independència, justo delante del edificio de la Tabacalera. Para acceder a ella, primero hay que saltar una valla metálica. Salen a saludar dos perros. Tras caminar unos veinte metros por una zona de hierbajos, se llega a la nave industrial, dividida en dos espacios. Se trata de un antiguo taller de coches, donde se hacía compra y venta de vehículos y piezas. El equipamiento, ahora, es propiedad del Ayuntamiento de Tarragona.
Los vecinos explican que hace muchos años que vive gente allí y que, en la mayoría de casos, son personas de nacionalidad extranjera y sin hogar. Además, no siempre son los mismos. Llegan, pasan unos días y luego se van. Al cabo de unas semanas, llegan otros. Pero no siempre es así. Los dos protagonistas de este artículo, Grigoras y Daniel, llevan viviendo en esta nave 12 y 4 años, respectivamente.
Grigoras Traian nació en Rumanía y ahora tiene 63 años. Cuando era joven, sufrió una accidente grave de coche que le ha impedido poder trabajar el resto de su vida. Pese a ello, cuando llegó a Tarragona, en el año 2015, se empleó de camarero en un bar del Port Esportiu, gracias a la ayuda de un amigo. La lesión en las piernas le obligó a dejar el trabajo y se vio en la calle, hasta que hace cuatro años llegó a la nave. «Nos han dicho que en dos semanas tenemos que irnos. Dicen que quieren hacer un parking. Desde aquí queremos decir a las administraciones que nos den una solución, al menos temporal, hasta que encontremos alguna cosa», dice Traian.
Convive con él Daniel Elchin, el más veterano del lugar. También de origen rumano y de 54 años de edad. Hace 20 que llegó a Tarragona. «Me quedé sin trabajo y no tenía dinero para el alquiler. Fue entonces cuando entré a vivir aquí. Después he ido encontrando trabajo, pero ya no me he movido de aquí. Estamos bien», asegura Elchin. Los ocupantes de la nave cuentan con luz y electricidad. Pero no tienen agua. «Vamos a buscarla a una fuente cercana al río Francolí. Llenamos un bidón y luego nos duchamos», explica. Daniel está preocupado y no para de lamentarse: «En dos semanas van a derruir la que ha sido mi casa durante 12 años. No soy capaz de hacerme a la idea».
La nave está sorprendentemente bien equipada. En la planta baja destaca una nevera que hace de mesa con un tapete navideño. También hay sillas de toda clase, un sofá, un televisor y mobiliario vario. Lo más curioso es la cocina, con una nevera repleta de comida. «No pasamos hambre, nos cocinamos nosotros con una plancha eléctrica», explica Grigoras. En la planta superior están las cuatro habitaciones. Tanto el comedor como los dormitorios están limpios. El resto de estancias, no. La insalubridad convive día tras día con los cuatro ocupantes. Montones de suciedad envuelven el lugar, con riesgo real de incendio.
Deben irse
El Ayuntamiento quiere hacer un aparcamiento disuasorio, justo donde está ubicada la nave en cuestión. De hecho, el proyecto –que consta de dos partes– ya está redactado y adjudicado. Según la empresa Aparcaments Municipals, solo falta la contratación de una de las fases, elemento indispensable para poder empezar a ejecutar los trabajos. Primero se deberá derruir la nave, para que a continuación se urbanice y pavimente el solar.
Todo esto parece que será de manera inminente, lo que significa que Grigoras, Daniel y la otra pareja que vive en la nave deberán hacer la maleta e irse de allí más pronto que tarde. Según explica el Ayuntamiento de Tarragona, los servicios sociales municipales se han desplazado hasta el lugar en varias ocasiones para ofrecer una alternativa habitacional a los afectados por el derribo de la nave. La última visita, aseguran fuentes municipales, se produjo el pasado 29 de diciembre. «Siguieron rechazando la propuesta», aseguran las mismas fuentes.
La propuesta del Ayuntamiento
El Consistorio les ofrece dos o tres noches en la pensión y, a partir de aquí, «la voluntad de seguimiento y de pactar un plan de visitas periódicas», explica la concejala de Serveis Socials, Inés Solé. «También nos comprometemos a poner en marcha un plan de trabajo para poder entrar a uno de los pisos de transición que tenemos a disposición, y que muy pronto presentaremos», explica Solé, quien recuerda que «no podemos olvidar que la voluntad y la libertad de estas personas es un elemento clave e inalienable. Y que si ellos rechazan el plan y quieren perpetuarse en esta situación son totalmente libres. Esta libertad no se puede perder porque es inherente a la dignidad de las personas». La edil insiste en que si los afectados quieren tirar atrás más adelante, «en cualquier momento podrán acogerse a esta medida», añade.
La versión de los ocupantes es un tanto distinta. «Después de 12 años no sé dónde iré a vivir ahora. Necesitamos ayuda y no nos la dan», asegura Daniel, quien añade que «no nos sirve de nada que nos ofrezcan pasar dos noches en una pensión. ¿El tercer día qué haremos? Todo el mundo sabe que no esto no es solución. Esto y nada es lo mismo», acaba.