Un hombre que entró a robar dos veces –y lo intentó una tercera– en la Necròpolis Paleocristiana de Tarragona sustrayendo en una de las ocasiones un cráneo del interior de un sarcófago romano ha sido condenado a un año y medio de prisión por un delito continuado de robo con fuerzas en las cosas, concurriendo la atenuante muy cualificada de reparación del daño. La ejecución de la pena privativa de libertad se deja en suspenso a cambio de que no vuelva a delinquir durante los próximos dos años
El acusado había consignado previamente en la cuenta de los Juzgados 5.491,27 euros para hacer frente a la responsabilidad civil. En la sentencia de conformidad del Juzgado de lo Penal 1 de Tarragona se indica que tendrá que indemnizar al Museu Nacional Arqueològic de Tarragona con 4.491,27. El resto del dinero que había depositado en el Juzgado se le devolverá.
El procesado es un hombre de nacionalidad española de 24 años de edad, que carecía de antecedentes penales. La sentencia recoge que entre las dos de la tarde del 25 de marzo de 2018 y las 9.30 horas del día 27 del mismo mes, el procesado saltó la barandilla –de unos dos metros de altura– que rodea el complejo de la Necròpolis Paleocristiana de Tarragona, situada entre las avenidas Ramón y Cajal y Vidal i Barraquer y el paseo de la Independència.
Una vez dentro del recinto rompió el cristal de una ventana lateral del edificio del museo, que desde hace más de veinte años está cerrado al público. Desplazó el cristal que cubre uno de los sarcófagos, en el área que no está abierta al público, y sustrajo el cráneo de un esqueleto humano adulto, del siglo III DC, que se encontraba en su interior. En su día se informó que antes de acceder a la sala de sarcófagos, intentó forzar una puerta, sin conseguirlo. El Diari publicó que el sarcófago en cuestión pertenecía a un patricio romano. Estos eran los nobles por excelencia y formaban parte de la nobleza primigenia de Roma, llamada nobleza de sangre, y por sustrato cultural la de toda Europa.
Al suelo
Cuando el hombre huía con el cráneo, al parecer se cayó al suelo y sufrió desperfectos. La sentencia señala que «el acusado tenía perfecto conocimiento del lugar en el que se encontraba, un museo, y de las consecuencias de su acción en relación al daño al patrimonio histórico que ocasionaba».
Sobre las 2.20 horas del día 30 del mismo mes, el acusado rompió tres puertas –tipo porticón– del museo. Sustrajo unas monedas sin valor histórico que había en el interior del sarcófago, que son de curso legal y que los visitantes dejan como si se tratara de la Fontana di Trevi. Además, rompió el cristal e hizo dos agujeros en otro del edificio de servicios centrales, sin bien no pudo acceder al interior de este. En concreto, intentó entrar en la zona de exposición y las oficinas.
En uno de los cristales rotos, los Mossos d’Esquadra encontraron restos de sangre. Su análisis ha resultado clave para la investigación.
Finalmente, a las 2.54 horas de la siguiente madrugada, el acusado trató de acceder al recinto por el mismo lugar que la noche anterior. Pero su actuación fue detectada por un vigilante, que había sido contratado después de los robos anteriores. El encausado, al ver que había sido descubierto, huyó en un vehículo que tenía preparado.
Los Mossos d’Esquadra abrieron una investigación. Los agentes contaban con los restos de sangre hallados en un cristal. También con una huella dejada en el vidrio que protegía el sarcófago y que retiró en el primer robo. Ello permitió identificar al sospechoso –quien había sido detenido en una ocasión anterior–. El 11 de abril del mismo año fue citado a comparecer en la comisaría de la Policía catalana de Campclar en calidad de investigado.
El retorno
Los Mossos pudieron recuperar el cráneo. Había quedado fracturado y del que faltaban algunas piezas. El hombre también retornó las monedas.
Como consecuencia de la alteración de las condiciones ambientales del lugar del depósito del esqueleto, este sufrió un grave riesgo de deterioro.
Los daños materiales ascienden a 1.313,26 euros y las medidas provisionales de aseguramiento, a 679,11 euros. En cuento a los daños al patrimonio histórico, concretamente al cráneo, han sido tasados en 2.500 euros.
El detenido, en su perfil de las redes sociales, aseguraba que era vigilante de seguridad de una determinada empresa. Sin embargo, los investigadores comprobaron que nunca había trabajado para la mencionada firma, ni tenía titulación de vigilante privado.
La sentencia recuerda que el complejo funerario paleocristiano –donde ocurrieron los robos– es un Bien Cultural de Interés Nacional (BCIN), con mención de Patrimonio Mundial, propiedad del Estado y gestionado por la Generalitat de Catalunya a través del Museu Nacional Arqueològic de Tarragona (MNAT).