La galopante inflación, que en marzo se situó en un 10,5% en Tarragona, todo un récord histórico, impacta en la obra pública. Desde el año pasado se han disparado las licitaciones que han quedado desiertas. Entre 2021 y lo que va de 2022, un total de 40 proyectos no han encontrado empresas adecuadas y ofertas convenientes para ser llevados a cabo, en buena parte por el alza de los precios.
El incremento de los costes, especialmente de los materiales, y la no revisión de la tarifas, ha hecho que muchas obras no sean apetecibles para los constructores. Según la contabilización de la Cambra de Contractistes de Catalunya, el año pasado quedaron desiertas 35 obras en la provincia y en los primeros meses de este 2022 ya se acumulan cinco. «Son cifras que son una anomalía, excepcionales, no son para nada normales», explica Joaquim Llansó, presidente de la Cambra de Contractistes. Así, durante el año pasado el valor de esos proyectos que se quedaron pendientes se disparó a los 5,7 millones y en este 2022 la cifra ya va por los 1,5 millones. En total, son más de siete millones en obras que han tenido alguna incidencia, con independencia de que después se hayan podido volver a sacar a concurso.
Hay un buen número de proyectos más pequeños pero también algunos con importes mayores, que llegan a ser incluso millonarios. El listado de la Cambra incluye, por ejemplo, las obras para el proyecto ejecutivo de un centro de educación infantil y primaria en Vallmoll (Alt Camp), por valor de casi dos millones, mejoras en una depuradora de Reus (1,2 millones) o casetas de salvamento y otras infraestructuras en la playa de La Pineda por casi 800.000 euros. «Una obra, por ejemplo, de un millón de euros, siempre es muy apetitosa y atractiva para una empresa, porque supone a lo mejor estar trabajando un año entero, o más. Y que proyectos así queden sin licitar ya dice mucho de la situación, porque quiere decir que, incluso arriesgando, las empresas no están dispuestas a asumirlos», aclara Llansó.
El listado es largo, aunque hayan podido incurrir otros factores imprevistos y siempre teniendo en cuenta que las obras han podido licitarse más veces a continuación hasta acabar siendo ejecutadas. Instalaciones deportivas, arreglos en edificios o mejoras en estaciones son algunas de esas inversiones que han quedado sin constructor, algo que afecta sobre todo a ayuntamientos pero también a la administración central (intervenciones en el Corredor) o a organismos de la Generalitat como el Institut Català de la Salut. También ha habido incidencia, por ejemplo, en proyectos de reconstrucción tras los desperfectos del temporal Gloria, en poblaciones como Arnes (Terra Alta).
Encarecimiento de materiales
«Cuando una obra queda desierta, ya pierdes cuatro o cinco meses», expone Llansó, que añade: «El año pasado tuvimos en Catalunya 262 obras desiertas, cuando lo normal es que sean 15, 20 o 30, como mucho. Están saliendo proyectos, sobre todo desde el segundo semestre del año pasado, con precios que son de hace dos o tres». Una de las claves es el encarecimiento de los materiales, que en algunos casos se han disparado más de un 80%. «Una carretera lleva producto asfáltico, una edificación como puede ser una nave industrial lleva una estructura metálica que se ha disparado», añade Llansó.
En su último informe, referente al primer trimestre de 2022, la Cambra denuncia que «el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania está agravando aún más la crisis de desabastecimiento e incremento de precios de materiales iniciada a consecuencia de la pandemia». El gremio habla de que la situación «está llevando al límite a las empresas» y hace que «muchas licitaciones queden desiertas por la falta de mecanismos» para adaptar la obra a la realidad. El estudio añade que «materiales como el hierro, el níquel, el aluminio o la madera han experimentado fuertes incrementos en los precios y los costes de la energía se han disparado a niveles inasumibles para algunas empresas».
Las compañías hacen números y no les cuadran. «Si te falta un 5 o un 6%, puedes presentarte porque es un margen relativamente pequeño que puedes asumir, aunque esté siendo un riesgo. Pero si te falta un 25 o un 30%, como está sucediendo, no lo haces. Simplemente no te tiras a la piscina porque, directamente, no hay agua. La situación es incierta e inestable. Por ejemplo, hay proveedores que no te pueden pasar precios porque no saben cuándo les llegará el material. Todo eso condiciona», concreta Llansó.
Revisiones y demoras
La administración también lamenta la aparición de estos obstáculos, que suponen un quebradero de cabeza en las gestiones diarias. Los ayuntamientos se topan con un reguero cada vez más mayor de concursos desiertos al estar infradimensionados económicamente. Allí donde antes se presentaban numerosas empresas, ahora solo acuden unas pocas, o ninguna. Todo ello obliga a revisar de nuevo los proyectos técnicos y provoca un retraso inevitable.
El Gobierno ha aprobado dos reales decreto-ley que permiten, en teoría, que los precios de las licitaciones de obra pública pueden ser actualizados para recoger la inflación que lastra a la economía. Esos cambios normativos abren la puerta a revisiones excepcionales de precios, acreditando que el incremento de los importes es superior al 5%, siempre y cuando la cuantía de la actualización no supere el 20% del precio de adjudicación en las obras de 2021.
La Cambra valora como «positivas» estas medidas, a pesar de que reconoce que «tiene unos efectos muy limitados». Joaquim Llansó añade: «Pedimos una fórmula de revisión de precios para las nuevas obras que están saliendo a adjudicación en estos momentos y que tienen unas tarifas de hace dos o tres años y que, evidentemente, no se ajustan a la realidad. Pedimos que todos los proyectos puedan tener cantidades revisables, que incluyan una fórmula de revisión sin restricciones. Simplemente hablamos de aplicar esa revisión de forma automática, algo que se puede instaurar en el plazo de 24 horas».
Llansó alerta de cómo esta situación «puede afectar a todas las obras que vendrán de los fondos europeos», algo en lo que incide la propia Cambra: «Nos preocupa que la subida de precios y los problemas de abastecimiento se cronifiquen y hagan peligrar la puesta en marcha de proyectos promovidos en la UE bajo la financiación de los fondos Next Generation».
Reformas retrasadas
Las licitaciones desiertas generan un retraso en los proyectos hasta que se revisan las obras y vuelven a salir a concurso. Según el listado de la Cambra de Contractistes, esas demoras han afectado por ejemplo al ámbito de la sanidad, en las obras de reforma del CAP de Batea (Terra Alta), pero también a las instalaciones deportivas.
Piscinas municipales de Riudecanyes o Salou, cubiertas de pistas de pádel, mejoras en el césped artificial de campos de fútbol, mantenimiento de zonas verdes y jardinería o intervenciones en depuradoras también forman parte de esas obras que no encontraron constructor, al menos en un primer momento. En algunos casos, se han vuelto a licitar y se han ejecutado.
Las obras de mejora del pabellón deportivo del Vilar, en Valls, también quedaron desiertas porque no se presentó ninguna propuesta y obligó a reiniciar el proceso. En 2022, se ha quedado sin licitar un proyecto de acondicionamiento en el Centre Cívic de Ascó de más de 400.000 euros, obras de la guingueta en el Camp de Mart de Tarragona o renovación de la red de agua potable en Benissanet.